Perfil | Abiy Ahmed, el premio Nobel de la Paz que liderará al Ejército etíope en el campo de batalla

El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, recibiendo el Nobel de la Paz.
El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, recibiendo el Nobel de la Paz.
Håkon Mosvold Larsen / NTB Scanpi / DPA
El primer ministro etíope, Abiy Ahmed, recibiendo el Nobel de la Paz.

Etiopía proporcionó hoy una imagen improbable hace dos años: el Premio Nobel de la Paz de 2019 y primer ministro de este país, Abiy Ahmed, se ha enfundado el uniforme militar para liderar a su Ejército en el frente de batalla.

De esta manera Abiy quiere enviar un anuncio claro al resto de etíopes: es el momento de "sacrificarse" para defender el país y "enfrentarse" a los rebeldes del Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT), según expresó este lunes en su cuenta de Twitter.

Pero el mensaje más importante debe leerse entre líneas: al primer ministro le importa menos su imagen de líder conciliador, deteriorada por una guerra que empezó hace más de un año, que los avances militares del FPLT, cada vez más cerca de la capital, Adís Abeba.

Ni siquiera una avalancha de llamamientos para el cese de las hostilidades -procedentes tanto de países occidentales como de la Unión Africana y líderes africanos-, ha impedido que Abiy continúe apostando por un pulso militar para derrotar a las fuerzas del FPLT.

No es la primera vez que Abiy pisa un campo de batalla. Este hombre de 45 años creció rodeado de armas, luchando desde que era un adolescente -en los años 90- con los rebeldes que declararon la guerra al régimen comunista que gobernaba Etiopía desde 1974.

Esos rebeldes depusieron al Gobierno y crearon un régimen nuevo, dominado por el FPLT y un grupo étnico, los tigriños, que a pesar de representar solo el 7% de la población controlaron el poder político de Etiopía durante casi tres décadas, desde 1991 hasta la llegada de Abiy a la jefatura del Ejecutivo en 2018.

Después de manifestaciones multitudinarias contra el Gobierno, en las que miles de personas de otras etnias tomaron las calles exigiendo más representación política, Abiy llegó al poder otorgando la amnistía a miles de presos políticos, legalizando los partidos opositores y firmando un histórico acuerdo de paz con Eritrea.

Pero su búsqueda de la unidad de Etiopía dentro de la diversidad de sus más de ochenta etnias le costó un enemigo poderoso, el FPLT, que el 4 de noviembre de 2020 y después de una escalada de tensiones políticas atacó una base militar federal.

Ese día marcó el inicio de una guerra que, hasta el momento, según datos de la ONU, ha causado la muerte de miles de personas y unos dos millones han tenido que abandonar sus hogares por la violencia.

"Es una lucha que determina si vivimos o no. Pero definitivamente ganaremos. Es impensable que Etiopía sea derrotada", agregó Abiy, quien publicó el mensaje después de que el comité ejecutivo de su Partido de la Prosperidad (PP) se reuniera este lunes en Adís Abeba para analizar la marcha de un conflicto que dura ya más de un año.

El primer ministro lanzó esta arenga después de que las fuerzas del Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT) conquistaran el pasado fin de semana la ciudad de Shewa Robit, en la vecina región de Amhara, a unos 220 kilómetros de la capital etíope, sede de la Unión Africana (AU), entre otros organismos internacionales.

Asimismo, los obstáculos que el Gobierno pone a los trabajadores humanitarios, impidiéndoles acceder a algunas regiones en guerra, han empeorado una hambruna que ya afecta a más de siete millones de etíopes, según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Abiy, el mismo hombre que durante la ceremonia de entrega de su Premio Nobel de la Paz aseveró que "la guerra es el epítome del infierno", no quiere dar ni un paso atrás para proteger las reformas que su Administración llevó a cabo en Etiopía, aunque ese objetivo signifique abrir las puertas del "infierno" que mencionó en Oslo.

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