Nueva York, Amsterdam, Londres y, desde hace pocos meses, Dublín, cuentan con una figura mediadora del ocio nocturno que mitigue los problemas de ruidos, incivismo e inseguridad derivados de las reuniones masivas de personas en el espacio público de las principales zonas de fiesta.
Estos problemas han estado especialmente presentes este verano en la ciudad de Barcelona, magnificados por el cierre de bares musicales y discotecas a causa de las restricciones de la pandemia. Miles de personas escogieron las playas y barrios como el del Born o la Barceloneta para trasladar la fiesta a la calle a falta de locales de ocio.
Las molestias y ruidos causados a los vecinos provocaron que los de Ciutat Vella dijeran «basta» el 3 de noviembre y protestaran contra los botellones: «Cada vez más nuestros barrios parecen un parque temático de la fiesta, un reclamo turístico para actuar con la mayor de las impunidades», denunciaron.
Como balance de todo ello, la Guàrdia Urbana ha desalojado entre enero y noviembre a 570.600 personas de la calle, y ha interpuesto 22.035 denuncias por consumo de alcohol en el espacio público.
Precisamente, el Saló de Cent acogió ayer la primera mesa ciudadana para una noche cívica y segura, conformada por unos 60 representantes de entidades vecinales, de sectores económicos y por responsables policiales y políticos para tratar de que no se repitan, cuando vuelva el buen tiempo, escenas de incivismo.
El comisionado de Seguretat del consistorio, Albert Batlle, ha explicado este jueves por la tarde pocos minutos antes de celebrarse la reunión, la primera de una serie de ellas que se irán repitiendo hasta abril y que darán sus frutos en medidas específicas, que en esta etapa de recuperación postCovid hay que conseguir una «ordenación cívica» del ocio en el espacio público que asegure la «convivencia». El debate se debe hacer, ha dicho, desde «la serenidad» que aporta que en estos momentos no haya casi botellones por el frío y la reapertura de las discotecas.
La Guàrdia Urbana ha desalojado entre enero y noviembre a 570.600 personas
de la calle, y ha interpuesto 22.035 denuncias por consumo de alcohol
en el espacio público
Batlle no ha avanzado posibles propuestas consistoriales en la mesa de este jueves, algo que sí que ha hecho el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni (PSC), que ha declarado en este encuentro que Barcelona «garantizará un proyecto de ciudad de noche que haga compatible un ocio nocturno responsable con el derecho al descanso de los vecinos y sobre todo con el civismo».
El alcalde de noche fue una de las promesas que en 2019 hizo en su programa electoral el entonces candidato a la alcaldía, Ernest Maragall (ERC), ahora en la oposición. Dicha figura vela por la seguridad, la atención social y sanitaria y la oferta de ocio nocturno, con autoridad para coordinar estos servicios.
Una de las entidades presentes esta tarde en la mesa, el Gremi de Restauració de Barcelona, ha hecho una llamada en su intervención a "no criminalizar al ocio nocturno" vinculándolo con los botellones o el incivismo, y tampoco a sus usuarios, al tratarse de una actividad "tan lícita como la del ocio diurno".
Mediadores en la zona de ocio nocturno de Pere IV
El consistorio ya tiene en marcha una prueba piloto en el área de ocio de Pere IV, en el Poblenou. Mediadores en conflictos interactúan con los jóvenes con actitudes incívicas en coordinación con los locales, la Guàrdia Urbana y los servicios de prevención de Sant Martí. Un grupo de promotores itineran por la ciudad llamando al silencio y al descanso vecinal.
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