Hay un espacio en Madrid en el que un visitante puede cruzarse con Fernando Franco, ganador de un Goya y premio especial del jurado del festival de San Sebastián por La herida (2013), para asomarse después a un plató donde se rueda una producción que Netflix estrenará próximamente mientras la directora de fotografía Rita Noriega da una clase práctica en el pasillo de al lado. A escasos metros de todos ellos, un grupo de alumnos de Primaria aprende en un auditorio los orígenes del séptimo arte.

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El lugar en el que todo esto acontece es la Escuela de Cinematografía y del Audiovisual de la Comunidad de Madrid (ECAM), ubicada en la Ciudad de la Imagen de Pozuelo y con 26 años de historia. Esta fundación cultural sin ánimo de lucro es una de las principales canteras del cine español: por sus aulas han pasado en los últimos años Rodrigo Sorogoyen, los citados Franco y Noriega, Paco Plaza o Fernando Fernández-Molina, que son algunos de los nombres más conocidos del cine patrio.

La vinculación de muchos de ellos no terminó con el fin de su formación: muchos se quedaron como profesores y comparten claustro con otros tótems del cine, como los directores Mariano Barroso, Jaime Chávarri o Enrique Urbizu, por citar solo algunos nombres de los 400 profesores de la ECAM. "Trabajamos con profesionales en activo porque lo que queremos es que estos sean los primeros años en la vida profesional de nuestro alumnado y no los últimos de su vida académica", explica Luis Ferrón, gerente de la ECAM, que la califica como una suerte de "escuela de oficios" en la que se aprende mucho más que teoría.

De hecho, buena parte de las instalaciones la ocupan espacios para experimentar. Los estudiantes tienen un taller para diseñar decorados para sus películas y cortos. También dos platós completamente equipados en los que, incluso, se han rodado producciones de éxito, como parte de un capítulo de la serie Paquita Salas o los créditos de la cinta Verónica, de Paco Plaza. También hay salas de montaje, de etalonaje...

"A nivel de producción, es una bendición poder trabajar en estas salas porque están muy bien", comenta Ángel Rojas, un joven de 26 años que completó sus estudios en la ECAM el año pasado y ahora está montando el sonido de un cortometraje que rodó en verano con otros compañeros. Puede hacer uso de las instalaciones gracias al programa OpenECAM, pensado para ayudar a antiguos alumnos a desarrollar proyectos. "Es muy puntera y alguien que acaba de salir de la escuela es muy raro que pudiera permitirse trabajar en un sitio como este", señala.

El eminente componente práctico de las ocho diplomaturas que se imparten en la escuela –Sonido, Dirección Artística, Cine Documental, Producción, Dirección de Fotografía, Guion, Montaje y Dirección, que conviven con una decena de máster tan diversos como vestuario, crítica o series– facilita la inserción laboral de los estudiantes.

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Fernando Franco destaca que ya se ha cruzado con alumnos en su vida profesional. "Queremos que sean nuestra competencia en el futuro", resume el director y montador, que explica que ser profesor le facilita estar en contacto con las nuevas generaciones, salvar "la brecha generacional" y empaparse de su visión del mundo y de las cosas.

Todas las diplomaturas se extienden tres años. El primero, es común para todas y sienta las bases de los dos cursos posteriores, que son de especialización. El colofón de la formación es la producción desde cero de un cortometraje: desde el guion hasta el casting pasando por las localizaciones- y el presupuesto de la cinta, todo lo hacen los alumnos con la asesoría de sus profesores y lleva la marca 100% ECAM. Este sello ha conseguido 21 Goyas en las tres últimas ediciones de los premios más importantes del cine español.