Italia revive viejas pesadillas con el caos provocado por los grupos neofascistas

  • El asalto a sindicatos de los últimos días recuerda al inicio de la era Mussolini.
  • ​Los expertos ven "absurdo" ilegalizar a Fuorza Nuova porque "no curaría nada" y hablan de un problema más profundo.
Agentes de Policía cargan contra los manifestantes de la protesta contra el pasaporte sanitario en Roma.
Agentes de Policía cargan contra los manifestantes de la protesta contra el pasaporte sanitario en Roma.
EFE / EPA / MASSIMO PERCOSSI
Agentes de Policía cargan contra los manifestantes de la protesta contra el pasaporte sanitario en Roma.

Italia ha encontrado un problema en el movimiento antivacunas. El pasado sábado unas 10.000 personas provocaron el caos por las calles de Roma con manifestaciones violentas, con proclamas neofascistas, e incluso llegaron a asaltar la sede del mayor sindicato del país (la General Italiana del Trabajo, CGIL por sus siglas en Italiano). Las marchas estaban lideradas, entre otros pequeños colectivos, por Fuorza Nuova, fundado en 1997 por Roberto Fiore y Massimo Morsello. De esta forma, también se ha revitalizado viejas pesadillas y antiguos temores relacionados con el fascismo que otrora representó la dictadura de Benito Mussolini.

Tal ha sido la repercusión que el PD (con el apoyo del Movimiento 5 Estrellas) presentó una moción en el parlamento precisamente para ilegalizar a estos partidos, pero el debate que se ha abierto es incluso más amplio: ¿hasta qué punto es efectiva la ilegalización y qué efectos tiene este caos en la situación política en Italia?

Daniel Vicente Guisado, politólogo y autor de Salvini y Meloni. Cómo la derecha radical conquistó la política italiana explica a 20minutos que ilegalizar o no a Fuorza Nuova "es un poco una tontería" porque "no va a curar o solucionar nada". Guisado apunta que "no es un grupo organizado", que además no queda muy claro en realidad "quiénes son" más allá de las cabezas visibles. Según sus últimos estatutos son unos 3.000 inscritos pero en los últimos años "ha sufrido numerosas escisiones" y se ha sumado a otros "grupos de extrema derecha".

Por su parte, Steven Forti, profesor de Historia Contemporánea en la UAB, considera que hablar de ilegalización es más bien "un paliativo" porque, dice, "no resuelves el problema de fondo, pero es un mensaje que es importante dar a algunos sectores que se encuentran fuera del perímetro democrático". Además, recuerda que "estas ideas están en formaciones que no son para nada minoritarias" y en buena parte de la sociedad. "Creo que una democracia también tiene que saber defenderse y actuar cuando hace falta", sentencia.

Para Guisado el problema de Italia es que, a pesar de que es un república levantada en valores antifascistas, "hubo un partido heredero de Mussolini, el Movimiento Social Italiano (NSI)", que tuvo "entre uno y dos millones de votos constantes" desde principios de los 50 hasta principios de los 90. "No se decía que era fascista porque estaba prohibido pero defendía los ideales mussolinianos, sobre todo los más sociales", concluye.

"El fascismo se está matizando"

Esos votantes no han desaparecido, sino que otros partidos de misma ideología pero diferentes siglas los han recogido en la época más reciente. La historia de la derecha radical italiana es la historia de una modernización. Lo que ha cambiado es el marco y las formaciones que antes representaron la herencia de Mussolini se han reconstruido en otras más 'actualizadas'. Lo que antes eran ataques "al socialismo" o al sindicalismo, ahora se han convertido en una oposición feroz "al globalismo" o a lo que ellos consideran "el pensamiento único", para referirse a los planteamientos de izquierdas.

Cuando Mussolini inició su escalada hacia el poder, los primeros pasos que dio fueron contra el sindicalismo, de ahí que ahora se hagan esos paralelismos y el fascismo vuelva a la mente de muchos italianos. "En el momento en el que hablas de derecha radical, de neofascismo...puedes hacer lo que quieras, porque tienes un problema: la prohibición es sobre el fascismo", expresa Guisado. El fascismo, dice, "no es que esté calando en la población", sino que se está "matizando", y va mutando hacia los nuevos temas (migraciones, crisis económica, etc) que son más tendentes a polarizar. En cambio, las referencias al fascismo como tal son prácticamente inexistentes, de ahí que ciertos planteamientos tanto de Fratelli como de Lega que puedan ser cercanos a esos postulados no se vean como un acercamiento a lo que representó Mussolini.

"El fascismo era un movimiento interclase y el MSI decía que su objetivo era defender la dignidad del pueblo italiano" y eso lo que te dice es que "no rechazaban las ideas mussolinianas". El politólogo habla además de las evoluciones que han tenido estos grupos hasta la actualidad. Llega entonces Alianza Nacional que busca, digamos, "democratizarse" y su líder Gianfranco Fini rechaza el fascismo y el nazismo. Alianza Nacional acaba absorbida por Berlusconi, pero hay una mujer que se queda fuera: Giorgia Meloni.

En Berlusconi hace énfasis precisamente Forti. "Es importante poner de relieve el giro que ha habido en Italia tras el fin de la primera república -a principios de los noventa-, con el fin del sistema de partidos que era hijo del antifascismo. La figura de Berlusconi es clave en esto, porque permitió la legitimación de formaciones que se encontraban fuera de los márgenes, como el MSI". ¿Qué hizo realmente? "Le dio una respetabilidad a formaciones que era inimaginable verlas como fuerzas de gobierno", añade el experto.

Para Forti, "desde la época berlusconiana ha habido una banalización del fascismo y una puesta en duda del antifascismo, con la puesta en duda del antifascismo y la resistencia". Y hasta la actualidad: "De aquellos barros, estos lodos".

La actual líder de Fratelli quiere, añade Guisado, "volver a las raíces" del MSI. Aparece en ese momento, tras otra evolución, Fratelli D'Italia. La ilegalización por tanto no solucionaría nada y de hecho la candidata más votada en las últimas elecciones municipales en Roma es "la nieta de Mussolini" que no entra en debates sobre su apellido y pide "hablar de política". Por eso, Guisado termina avisando: "No hay una condena tácita del fascismo en Fratelli D'Italia".

Además, el caldo de cultivo perfecto para el neofascismo se ha encontrado en el movimiento antivacunas. Y no solo en esos grupúsculos, sino que formaciones como precisamente Fratelli o la Lega tienen que navegar en aguas turbias porque no pueden rechazar del todo ese negacionismo: encuentran en él un importante nicho de votantes.

Con todo, el análisis puede ser más amplio. "Italia no está en la luna: ha habido una ola de la derecha radical a nivel europeo y en Italia también se ve, con sus particularidades", añade Forti, quien apunta que todo es "incierto" de cara al futuro más cercano -Italia celebra elecciones, si nada cambia, en 2023-. "Es muy difícil hacer predicciones, fíjate lo que ha pasado en Italia en el último trienio", sostiene, y ahora el Gobierno de Draghi es solo "una solución de emergencia" en un contexto muy concreto. Para Forti, la posibilidad de que sea Salvini o Meloni quien salga con una mayoría del Parlamento "es una posibilidad real", pero queda mucha historia por contarse.

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