Entre la caída de Saigón en poder de los comunistas y la que estos días se está produciendo en Kabul en manos de los talibanes hay muchas similitudes. En ambos casos la causa fue la retirada de las tropas norteamericanas que venían sosteniendo a los gobiernos títeres amenazados. Las escenas de pánico que se muestran estos días en la televisión parecerían las mismas que hace cuarenta y cinco años si no cambiasen los atuendos de los milicianos triunfadores en unas guerras que parecían interminables.

La ley talibán ya causa estragos y obliga a la periodista Clarissa Ward a cambiar radicalmente su forma de vestir

Algunas opiniones coinciden en que el drama de Afganistán estigmatizará para el futuro la imagen de Biden, el nuevo y hasta hora bien valorado presidente de los Estados Unidos. Las derrotas siempre tienen un protagonista que no es necesariamente su responsable. Biden, más pacifista que algunos de sus predecesores, se defiende recordando que no ha sido él quien decretó la retirada. Se trata de una de las herencias que recibió de la época Trump.

En ambos casos eran guerras pedidas, lejanas y caras. La sociedad norteamericana no llegó a considerarlas en ningún caso como algo propio. Los soldados combatían impulsados por su profesionalidad, pero sin conciencia ni conocimientos de lo que a ellos les iba en el empeño. La diferencia entre ambos casos está en la retirada. La de Vietnam fue bien planificada y efectuada teniendo en cuenta los tiempos y los elementos a considerar.

Varias semanas antes de la rendición, cuando los marines aún garantizaban la situación en Saigón, los norteamericanos montaron un operativo gigantesco que aseguró la evacuación de sus conciudadanos y extranjeros en general, de los colaboradores locales, del equipamiento civil existente y de los intereses que quedaban amenazados.

No se salvó todo. Fueron muchos miles los colaboradores locales los que quedaron atrapados a merced de ingresar en los campos de reeducación, pero también fueron muchos los millares de personas que consiguieron ponerse a salvo por vía aérea y marítima. El panorama que aguardaba a los que se quedaron dentro de Vietnam era malo, pero el que espera a los afganos bajo un régimen como el del fanatismo talibán, sin duda es peor.