Le gustan los coches, y mucho, pero más le gusta correr. Tal es así que el 27 de diciembre de 1990 Don Juan Carlos sufrió un accidente junto con la Infanta Cristina cuando se dirigía al Pirineo leridano. El vehículo de lujo en el que viajaban, un Porsche 959, se salió de la carretera y derrapó por una placa de hielo.

Ese episodio se procuró ocultar. El entonces jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campos, dijo: "Un rey sólo debe volver así de las Cruzadas". Este suceso es sólo uno de los que figuran en el libro El negocio del poder. Así viven los políticos con nuestro dinero (Altera), de Federico Quevedo y Daniel Forcada.

Precisamente este libro descubre alguno de los gastos del Rey, que en 2009 recibirá de las cuentas del Estado 8,896 millones de euros, un 2,7% más que en 2008. Pero también pone de relieve la afición del monarca por el motor.

Así, se desvela que en el parque móvil del Estado hay 71 vehículos, entre ellos auténticas joyas de locomoción.

Una de ellas es el Rolls-Royce Phantom IV -creado en 1959 con motivo del aniversario de bodas de Isabel II de Inglaterra-, que salió por última vez en el enlace del Príncipe con Letizia Ortiz-.

Del mantenimiento de estos vehículos y de los gastos de combustible se hace cargo el Ministerio de Economía y Hacienda. En total, 65 personas entre conductores, personal de oficina y lavacoches se encargan de tenerlos a punto.

Además, todos los miembros de la familia conducen sus coches particulares, pagados de su propio bolsillo, si bien el Rey, amante de los vehículos de gran cilindrada, también los lleva prestados o cedidos por marcas exclusivas.

Deportivos y motocicletas

Don Juan Carlos y Doña Sofía conducen sus propios vehículos. El Rey le regaló hace años a la Reina un Smart. A él le gustan los deportivos y las motocicletas. El magnate Malcolm Forbes le regaló una Harley Davidson.