
Entre las últimas voluntades del marido de la reina Isabel II, el duque de Edimburgo, estaba dejar uno de sus bienes más queridos a su nieta, Lady Louise, la hija mayor del príncipe Eduardo, conde de Wessex, cuarto y último hijo de la reina Isabel II.
El príncipe Felipe le ha dejado en herencia sus queridos ponis y su carruaje a su nieta de 17 años, con la que en los últimos tiempos compartió su pasión por estos animales y por las carreras que con ellos se celebran.
La joven es ahora la propietaria de los dos ponis negros, llamados Balmoral Nevis y Notlaw Storm, con los que ya está familiarizada, pues los ha ejercitado más de una vez en el Windsor Great Park.
Los ponis tuvieron un papel prominente en el funeral del duque de Edimburgo el sábado, pues desfilaron tirando de su carruaje de cuatro ruedas hecho a medida, sobre cuyo asiento descansaba una gorra de conducir, guantes y manta del príncipe.

Lady Louise, que ocupa el puesto 14 en la línea de sucesión al trono y que no tiene consideración de alteza real, se convirtió en la nieta favorita de la reina y del príncipe por compartir con ellos su afición por los equinos.
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