Paciencia, creatividad, empatía… todo lo que los niños están aprendiendo de esta pandemia

Niños con mascarilla dentro de clase en las escuela de Salardú (Vall d'Aran).de 2020.
ACN

En el último año se han hablado mucho de cómo la pandemia provocada por el coronavirus estaba afectando a la salud mental de las personas, especialmente durante los meses más duros del confinamiento y los algunos sectores de la sociedad, como las personas que viven solas, los adolescentes, las mujeres con niños pequeños o los propios niños, quienes muchos temían que la falta de colegio o del juego al aire libre pasara factura a largo plazo. Sin embargo, según algunos psicólogos, como Amalia Gordóvil, psicóloga familiar y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC (Universidad Oberta de Catalunya), esta pandemia no solo tiene efectos negativos en la salud de los niños, sino que también han podido extraer de ellas aprendizajes positivos, como aprender a ser “más pacientes, empáticos y creativos”.

Los trastornos, más en adultos que en niños

Hay estudios que afirman que más de la mitad de los niños han empeorado su salud mental durante la pandemia, especialmente durante los meses más duro del confinamiento. Sin embargo, Gordóvil asegura que se debe más a un ‘contagio’ por parte de sus padres, que son los que realmente más han visto empeorada su salud mental y emocional, “los adultos afirman que sus hijos tienen dificultades y, sin embargo, los niños manifiestan abiertamente lo contrario, hasta el punto de declarar que durante el confinamiento estaban ‘muy bien’ porque estaban mucho tiempo con sus padres”, asegura. Y es que, para valorar realmente cómo ha afectado el confinamiento a los niños hay que preguntarles directamente y valorar otras variables que puedan perjudicar su salud mental, “como el estado del niño previo al confinamiento y el manejo emocional por parte de sus padres o cuidadores principales”.

"Los confinamientos les han enseñado no solo a saber aburrirse y a ser más pacientes, sino también a valorar la recompensa de esa espera”

Aprendizajes positivos

Amalia Gordóvil cree, en cambio, que los niños y los adolescentes pueden extraer varios aprendizajes de esta pandemia, especialmente de las semanas más duras del confinamiento domiciliario. De entre estos aprendizajes destaca tres.

Aprender de resolver mejor los conflictos. El roce hace el cariño, pero también provoca que los conflictos afloren con más facilidad. Si no podemos huir de ellos porque tenemos que estar encerrados en casa, no nos queda otra que enfrentarnos a ellos y aprender a manejarlos. Esto ha ocurrido especialmente entre hermanos, aunque también entre padres e hijos. Como una vida tener conflictos con los otros nunca es una utopía, tener que enfrentarse a estos roces sí o sí, les ha servido como ‘entrenamiento’, porque, aunque a ningún padre le guste ver discutir a sus hijos, lo cierto es que estos enfrentamientos ayudan al desarrollo emocional, “la vida comporta conflictos y situaciones desagradables que tenemos que afrontar, y nuestra manera de hacerlo depende de qué mecanismos hayamos aprendido”, explica Amalia Gordóvil. Entre las enseñanzas positivas que se pueden extraer de estos conflictos entre hermanos, la profesora destaca que les enseña a defender su opinión, a expresarla correctamente y a explorar sus límites dentro de cada disputa. O sea, que también puede ayudarles, sobre todo en el caso de los adolescentes, a tener un mayor autocontrol sobre sí mismos y sus reacciones.

Desarrollar la empatía. En circunstancias normales, muchas familias disfrutaban de poco tiempo juntos, una falta de tiempo que puede llevar a una falta de comunicación, de entendimiento y, como consecuencia, de empatía. Debido al confinamiento, las familias pasaron mucho más tiempo del habitual juntos, lo que ayudó, en opinión de Gordóvil, a que los miembros de la familia se conocieran mejor entre sí. Los niños, por ejemplo, “descubrieron que sus progenitores no son seres invencibles y que pueden venirse abajo durante tiempos difíciles, lo que les permitió desarrollar una empatía más madura, les enseñó a ser más independientes y a colaborar más en casa. Los pequeños entendieron que hay tareas que hacer en casa, que la cocina existe y que cada persona debe responsabilizarse, por ejemplo, de su habitación”, asegura.

Más creatividad. En una sociedad en lo que los niños, no sólo tiene que ir al colegio y hacer los deberes, sino que a menudo ven ocupado casi todo su tiempo en actividades extraescolares, no tiene cabida el aburrimiento. Durante el confinamiento, muchos niños volvieron a experimentar el aburrimiento, algo que, aunque tenga connotaciones negativas, es fundamental para el desarrollo de la creatividad, la curiosidad y la paciencia, “es una condición que nos lleva a explorar y experimentar. En una sociedad marcada por estímulos constantes, los pequeños apenas tienen tiempo de desarrollar su paciencia. Los confinamientos les han enseñado no solo a saber aburrirse y a ser más pacientes, sino también a valorar la recompensa de esa espera”, concluye.

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