Condenado a siete años de cárcel por intentar matar a porrazos y cuchilladas a su mujer en Portugalete (Bizkaia)

La Audiencia Provincial de Bizkaia ha condenado a un hombre a una pena de siete años de prisión, por un delito de asesinato en grado de tentativa, al intentar matar en julio de 2019 en el domicilio conyugal de Portugalete a su entonces mujer, de 63 años, a la que propinó varios golpes en la cabeza con una porra de defensa, que tenía en su poder ya que era vigilante de seguridad, y a la que acuchilló. La víctima peleó con su agresor, del que logró zafarse, y pidió auxilio a una vecina, que alertó a la Ertzaintza.

El tribunal aplica las circunstancias agravantes de parentesco, de cometer el delito por razones de género y la atenuante muy cualificada de embriaguez. Además, le prohíbe acercarse a su mujer a una distancia inferior a 500 metros, a su domicilio, lugar de trabajo o cualquier otro en que se encuentre o frecuente. El acusado también tiene prohibido comunicarse con la víctima por cualquier medio o procedimiento por plazo de quince años.

Una vez cumplida la pena privativa de libertad, la sentencia impone al acusado la medida de libertad vigilada, consistente en el sometimiento a un tratamiento médico de deshabituación externo por plazo de cinco años, ya que presenta un trastorno por consumo perjudicial de alcohol, con patrón de dependencia.

Además, éste tendrá que indemnizar a su mujer en la cantidad de 1.020 euros por las lesiones sufridas, 3.800 euros por las secuelas y 25.000 euros por los daños morales.

HECHOS PROBADOS

La resolución judicial considera probado que, a fecha de julio de 2019, cuando ocurrió el intento de asesinato, el acusado convivía con su mujer y uno de sus hijos en Portugalete. En los dos últimos años de convivencia, la relación se encontraba deteriorada, se habían planteado la posibilidad de divorciarse un año antes de los hechos, pero no continuaron adelante con los trámites y siguieron conviviendo en el domicilio familiar, haciendo vidas separadas.

Sobre las 15.15 horas del 4 de julio de 2019, la mujer, tras llegar de hacer la compra, se dirigió a la habitación a cambiarse de ropa, momento en el que su marido aprovechó que ésta se encontraba de espaldas para propinarle cinco o seis fuertes golpes en la cabeza con una porra de defensa de 48 centímetros de longitud, que tenía con motivo de su profesión de vigilante de seguridad.

La víctima, que empezó a sangrar por la zona de la cabeza, consiguió volverse y al ver que él tenía aún la porra en la mano, intentó quitársela para evitar que la siguiera golpeando. Se produjo un forcejeo con la porra y ella, para liberarse, le propinó una patada en la zona de los genitales.

En el transcurso de la pelea, el acusado agarró a su esposa con fuerza por los brazos, cogió un cuchillo de 21,5 centímetros de largo y hoja de 9 centímetros, y lo dirigió directamente al cuello de su mujer, propinándole una primera cuchillada que le impactó en la zona de la barbilla. Acto seguido, se lo clavó en el cuello, lo que provocó que la víctima empezara sangrar abundantemente también por esta zona.

La mujer, para salvar su vida, intentó quitarle el cuchillo, lo que consiguió, momento en que éste le mordió la mano y en el brazo, pese a lo cual ella no soltó el cuchillo y a gritos pidió auxilio diciendo "que me mata, que me mata, llama a la policía que me quiere matar", dirigiéndose a su vecina.

SOCORRIDA POR UNA VECINA

La mujer se fue poco a poco escurriendo por la puerta de la cocina que da a un patio interior, donde fue socorrida por una vecina del patio colindante. La vecina, que la oyó pedir auxilio, llamó a la Ertzaintza, por lo que agentes acudieron pocos minutos después.

Como consecuencia de la acción, la víctima, de 63 años de edad, sufrió diversas lesiones que precisaron para su cura, además de una primera asistencia facultativa de tratamiento médico-quirúrgico.

No se vieron comprometidos órganos vitales, aunque la localización de algunas de las heridas (región cervical y cabeza) y la afectación vascular que se produjo en la herida cervical y que requirió de contención mediante un punto de hemostasia, "son indicadores de un riesgo potencial para la vida de la agredida, por subyacer en estas localizaciones órganos vitales y estructuras vitales".

El período de estabilización fue de 18 días y, como consecuencia de los hechos, la víctima muestra una reacción emocional "compleja. compatible con un trastorno por estrés postraumático complejo, propio de las vivencias cronificadas de violencia". Además, precisa tratamiento psiquiátrico.

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