El primer territorio confinado en Cataluña, la Conca d'Òdena, pierde un 6% de empresas en un año

  • Dos días después de aquel 12 de marzo se declaraba el estado de alarma en toda España.
  • 4.000 empleos han quedado destruidos y han aumentado un 31% quienes recurren a pedir alimentos.
  • El alcalde de Igualada: "Hubo miedo al estigma".
Un control de los accesos a Igualada.
Un control de los accesos a Igualada.
ACN
Un control de los accesos a Igualada.

Ya hace un año que el ‘bicho’ se llevó la normalidad de todos nosotros sembrando muerte, pero a la Conca d’Òdena se la quitó primero. Clavó su aguijón en este territorio y lo aisló para convertirlo en su lugar de ensayo, antes de extender su veneno a gran escala. El 12 de marzo del año pasado, cuando el coronavirus todavía era una anécdota para la mayoría de catalanes, el Govern anunció el cierre perimetral de la Conca por un brote en el Hospital de Igualada.

La declaración del estado de alarma en toda España no llegó hasta dos días más tarde. Así, los cuatro municipios que integran esta zona –Igualada, Santa Margarida de Montbui, Òdena y Vilanova del Camí–, que suman unos 70.000 habitantes, estuvieron solos en un principio a la hora de recibir el impacto de un confinamiento territorial. Un año después, aún se recuperan de las secuelas y la Covid-19 sigue pasando factura sanitaria, social y económica en medio de una tercera ola de la epidemia.

Las heridas son múltiples. Desde un paro que ya afecta a más de 4.000 habitantes de la Conca en el último año a la desaparición del 6% del tejido empresarial del área, en datos de la Unió Empresarial de l’Anoia (UEA). 

El Banc de Queviures d’Igualada ha tenido que hacer frente a un aumento del 31% de personas que recurren a la entrega de alimentos como manera de subsistir tras haber perdido trabajos, en su mayoría precarios y del sector servicios, por el cierre total de la actividad, que se alargó durante 25 angustiosos días. 

Montserrat Roca, directora de Càritas Arxiprestat Anoia-Segarra, explica a 20minutos que en esta crisis social y económica que aún afecta a la región sanitaria, casi 365 días después de aquel 12 de marzo, han visto cómo han tenido que volver a atender a familias que en el pasado fueron usuarias y que, como consecuencia de la Covid, han vuelto a una situación de "necesidad extrema". También ayudan a personas que recurren a Càritas por primera vez en su vida. Gracias a la atención y seguimiento telefónico, la entidad pudo seguir ofreciendo cobertura social en lo más duro del confinamiento del año 2020.

El "brote de Igualada", el inicio de la pesadilla

Durante el recordado como "brote de Igualada", hubo picos de afectación epidemiológica en los que estuvieron aislados hasta 400 sanitarios, bien porque dieron positivo en coronavirus o por haber estado en contacto directo con personas infectadas. Las defunciones se dispararon y pasaron de arrojar una media de dos diarias a una quincena. El gerente de la Funerària Anoia, Jaume Gabriel, recuerda que los fallecimientos aumentaron un 200% en apenas mes y medio de presencia del virus.

El foco de la infección, el Hospital de Igualada, tuvo que atender lo peor de la crisis sanitaria sumando jornadas en las que llegó a tener a un 33% de la plantilla de baja. "Cada 12 horas nos entraban 30 pacientes al hospital", comenta el director asistencial del centro sanitario, Jordi Monedero. "La sensación era que no podíamos absorberlo porque nos llegaban muchos enfermos graves y teníamos una capacidad de respuesta muy disminuida", recalca.

En tan solo tres días consumieron "las tres fases que contemplaba el plan de contingencia para situaciones de pandemia" con el que ya contaba el hospital, "porque nos vino la primera ola de golpe", rememora Monedero.

Las marcas físicas y emocionales que ha dejado esta experiencia límite en los profesionales son bien visibles un año después. "Ha pasado factura. La gente está agotada y, cuando hablamos de terceras o de cuartas olas, todos se preguntan cuándo acabará".

Los primeros dos días

Desde Mossos tuvieron que establecer en cuestión de horas un operativo que blindara el territorio de la Conca. Un despliegue sin antecedentes para la policía catalana, bregada en emergencias, tráfico, terrorismo y grandes eventos. Ramon Roig, jefe del Àrea Bàsica Policial Anoia, relata que el peor momento fueron los dos primeros días del confinamiento perimetral de la Conca, del 12 al 14 de marzo, jornada en la que se declaró el estado de alarma en toda España.

"No sabíamos cómo reaccionaría la población de la Conca o si tendríamos problemas de orden público", dice. En perspectiva, el responsable valora que los habitantes "tuvieron un comportamiento de 10".

El alcalde de Igualada: "Hubo miedo al estigma"

Cuenta el alcalde de Igualada, Marc Castells, a 20minutos que se adelgazó cuatro kilos por el "estrés" al gestionar las consecuencias de la Covid-19 en el municipio, y que aún no los ha recuperado. El confinamiento perimetral de la Conca d’Òdena, recuerda, fue un momento "bastante impactante" y que generó "expectativa y miedo", no solo a enfermar, sino también a que los habitantes de la zona fueran "estigmatizados". Luego, además, vino todo el trabajo que supuso para Castells la pandemia.

El alcalde recuerda que el 11 de marzo, antes de que el Govern ordenara el confinamiento del territorio el 12, ya anunció el cierre de centros educativos y equipamientos municipales, y que durante los 25 días siguientes ofreció una rueda de prensa diaria para "mantener informada" a la población. "La ciudadanía respondió de una forma extraordinaria, con una disciplina espectacular y un alto grado de cumplimiento", afirma.

También destaca la "unidad" de los alcaldes de la Conca, que actuaron bajo la consigna: "Esperemos lo mejor, pero preparémonos para lo peor".

Para Castells, uno de los peores momentos de la pandemia fue a finales de abril, cuando las muertes diarias en su población, que antes de la Covid no eran más que "tres o cuatro", se elevaron a entre "16 y 18". "Tuve que pedir un contenedor frigorífico para instalarlo en el cementerio", explica. También recuerda con angustia un día de "finales del pasado marzo" en el que le llamaron desde el Hospital de Igualada para decirle que "en una hora habían llegado 12 ambulancias". "En dos días, con la ayuda de Médicos Sin Fronteras, montamos un hospital de campaña con 100 camas en el polideportivo Les Comes", dice. Finalmente no hizo falta usarlo.

Un año después de que se ordenara el confinamiento perimetral de la Conca, Castells considera que la zona es "un ejemplo de superación". Reclama, sin embargo, ayuda para la "recuperación económica y social". A la Generalitat le pide un nuevo centro de atención primaria y que "apueste por Igualada", que en 2022 contará con un campus universitario de salud, como referencia en estudios sanitarios. Al Gobierno, que "alargue los ERTE hasta el 31 de diciembre y ayudas directas a los sectores más afectados por la pandemia".

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