Saúl Ortiz Periodista
OPINIÓN

Álex Casademunt: los ojos de 'OT' que solo querían vivir

David Bustamante y Álex Casademunt, durante una actuación en 2003.
David Bustamante y Álex Casademunt, durante una actuación en 2003.
GTRES
David Bustamante y Álex Casademunt, durante una actuación en 2003.

Era el más vivaz de Operación Triunfo, un tsunami entre rizos y lloros que enamoró a los espectadores con una energía inagotable. Álex Casademunt se convirtió en estrella tras su paso por el concurso de talentos, pero ya antes había intentado probar suerte en la industria musical.

Enamorado de una vida que siempre le sabía a poco, no tuvo la suerte de otros de sus compañeros, pero se dejó el aliento intentándolo. Hizo de todo en el mundo artístico. Además de cantar, fue copresentador de un programa de Telemadrid gracias a Nieves Herrero, colaborador de TVE con Javier Cárdenas y actor de la mano de Lolita Flores.

Tenía un currículum tan extenso en lo profesional como en lo personal. Sus noviazgos con la cantante Merche, de quien guardaba un recuerdo muy grato, o su compañera Verónica Romero, le hicieron saltar a las páginas del cuché. Reservado, pero siempre comprensivo con los reporteros, no se sentía cómodo dando explicaciones sobre su larga lista de conquistas.

Sí las dio cuando fue denunciado por malos tratos por una de sus parejas o cuando le intentaron extorsionar con un vídeo privado de alto voltaje. Fue una de las peores etapas de su vida, la más convulsa y conflictiva, en la que se dejó enrolar en viajes demasiado complicados que pudieron provocarle daños irreparables. Su hermano Joan, siempre protector, fue luz y guía para evitar más tropezones innecesarios.

Aquellos días tristes acabaron poco después de que la justicia minimizara sus responsabilidades. Felizmente enamorado, era padre de una hija de tres años, Bruna, a la que estaba muy unido. Orgulloso, enviaba vídeos y fotografías de la pequeña a todos los triunfitos con los que seguía teniendo relación. Con otros tenía temas pendientes.

Convencido de que la amistad era su columna vertebral, antes de morir había solventado el conflicto que lo enfrentó con Alejandro Abad y también con David Bustamante, de quien se alejó después de que el cántabro reeditara en solitario la canción Dos hombres y un destino, que ambos popularizaron tras salir de la Academia.

Todos, sin excepción, lloran ahora su ausencia y comparten los recuerdos que harán que la luz de Álex nunca se apague.

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