Reducir la potencia eléctrica puede contribuir a que disminuya nuestra factura de la luz pero, si de verdad queremos ahorrar, primero tenemos que ser conscientes de qué estamos recortando y cómo nos va a afectar en el día a día. Quizá, reducir la potencia no sea la mejor opción en nuestro caso.
¿Qué es la potencia eléctrica contratada? Se trata de la cantidad de energía que tenemos acordada con la compañía que nos da servicio y podemos utilizar en casa en un momento a la vez. Se mide en kilovatios (kW) y aparece reflejada en la factura de luz como el gasto fijo. En otras palabras, la potencia eléctrica contratada determina la cantidad de aparatos eléctricos y electrodomésticos que podemos conectar a la corriente eléctrica al mismo tiempo sin que se corte el suministro de luz.
Cuantos más kilovatios tengamos contratados más pagaremos como coste fijo en la factura eléctrica, ya que el coste de la potencia se abona en todos los periodos de facturación, aunque el usuario no realice consumo eléctrico. Se trata de un pago que realizamos independientemente del consumo eléctrico real o estimado que tengamos en cada periodo de facturación.
El usuario puede reducir o aumentar la potencia contratada en su vivienda si así lo desea, aunque es importante que primero calcule el número de kilovatios que necesita de forma que no se quede corto. Una vez cuente con ese dato, el usuario debe ponerse en contacto con la compañía mediante vía telefónica o a través de la oficina virtual de la comercializadora.
Se trata de un trámite rápido y simple. Si fuera necesario, la comercializadora se pondrá en contacto con nosotros para solicitar la información o documentos indispensables para llevar a cabo nuestra solicitad. Una vez completado, no deberemos preocuparnos por nada más, ya que la propia comercializadora informará a la distribuidora eléctrica del cambio de potencia eléctrica en el punto de suministro correspondiente a nuestra casa, y se hará efectivo.
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