El ocaso del doctor Simón: deja de ser el referente del Gobierno para la Covid

  • La cara más visible durante la primera ola de la pandemia está siendo sustituida paulatinamente por la secretaria de Estado de Sanidad.
  • En el Gobierno, unos dan por amortizado su papel de cara a la opinión pública; otros ven simplemente su "normalización" desde una función que no le correspondía.
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, en rueda de prensa de este jueves.
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, en rueda de prensa de este jueves.
DAVID FERNÁNDEZ / EFE
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, en rueda de prensa de este jueves.

Sentado entre el presidente del Gobierno y su todopoderoso director de gabinete. Este es el lugar que ocupó, entre Pedro Sánchez e Iván Redondo, el doctor Fernando Simón en una de las últimas reuniones del comité del seguimiento del coronavirus, centrada en las vacunas. Simón sigue formando parte del núcleo más reducido sobre la pandemia, pero de puertas para adentro. Hacia fuera, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) ha dejado de ser el referente del Gobierno para la Covid-19. Sus apariciones públicas cada vez son menos, al mismo tiempo que aumentan las de Silvia Calzón, secretaria de Estado de Sanidad, en una paulatina desaparición de quien en verano llegó casi a convertirse en un icono pop.

Dentro del Gobierno, se asume que la figura que representó Simón está amortizada. Ha pasado de ser una presencia constante ante los ciudadanos a turnarse las dos ruedas de prensa semanales en el Ministerio de Sanidad con Calzón, la médico epidemióloga con la que el Gobierno recuperó en agosto la Secretaría de Estado de Sanidad, que había sido suprimida en 1981. 

Ahora es Calzón quien concede las entrevistas para hablar de la pandemia en nombre del Gobierno y quien ocupa en buena medida el papel que hasta ahora ha tenido Simón. Lejos quedan los tiempos en los que las apariciones en televisión del experto eran diarias, durante el confinamiento, pero también después en solitario o acompañado por el ministro Salvador llla.

Otras voces en el Gobierno estiman que lo que está ocurriendo no es más que la normalización de Simón, un epidemiólogo que no tiene más que rango de subdirector general a la cabeza del CCAES pero a quien Moncloa optó por convertir en su portavoz para la Covid. Si ahora está siendo sustituido o rebajada su presencia pública, añaden, no es tanto una defenestración como darle el lugar que quizá nunca debió dejar de tener. 

Moncloa optó por un técnico para dar explicaciones que cada vez fueron más políticas sobre la evolución de la pandemia, cuando la norma general en otros países de nuestro entorno es que este papel lo desempeñan cargos políticos. Lo que no cuestionan ni unos ni otros es su denodada dedicación desde marzo a la pandemia.

Icono pop

Durante el confinamiento, Simón fue uno de los cuatro portavoces -también de Transportes, Defensa e Interior- que comparecieron diariamente en Moncloa, pero el único realmente clave, el que se quedó en el mismo lugar cuando mandos policiales, militares y responsables de transportes salieron de escena.

Con la mejora de los datos en verano y el optimismo que se instaló entre los ciudadanos tras superarse la primera ola, la imagen de Simón fue objeto de la misma división de opiniones sobre la gestión de la pandemia. Al mismo tiempo que se acumulaban en la Fiscalía denuncias por mala praxis -que no vio delito en ninguna de ellas-, Simón pasó a otro nivel, rayano con el de icono pop. Divertido, el director del CCAES tuvo que responder en rueda de prensa en Moncloa qué le parecía que se hicieran camisetas con su cara -o bolsas de playa, como él mismo llegó a apostillar en una ocasión-. 

Quienes conocen al experto aseguran que fue muy consciente desde el primer momento del papel que le estaba atribuyendo el Gobierno y que en ningún momento se vio obligado a aceptarlo. Lo hizo de buen grado y no sin cierta diversión por la relación con los medios de comunicación, siempre un arma de doble filo. De la misma manera, ahora no se toma como algo personal o desde el orgullo el estar siendo apartado.

La Secretaría de Estado de Comunicación vio un filón en Simón. Su bonhomía y la simpatía que provocaba en parte de la sociedad era un buen arma contra quienes cuestionaban al Gobierno. Así, desde Moncloa se dio luz verde para que participara en el amable programa de radio Buenismo del Bien y fue el primer miembro de la célula Covid en el primero en aparecer en el programa de Jesús Calleja. Se fue a bucear y escalar con él por Mallorca en septiembre, algo que se vio como una frivolidad bien entrada ya la segunda ola. Precisamente, también hay un 'factor Calleja' en el paso atrás de Simón: la semana pasada hubo otra entrega sobre el coronavirus desde el Gobierno en la que ya no participó él, sino el ministro  Illa y el titular de Ciencia, Pedro Duque.

Defensa de Illa ante los ataques

Mientras Simón era ensalzado por una parte de la ciudadanía, arreciaban también las denuncias contra Illa y contra él por mala gestión del coronavirus. El Gobierno arropó al director del CCAES contra viento y marea. Una de los desvelos de Illa era que Simón, su estrecho colaborador en los peores momentos de la crisis sanitaria, fuera imputado. "No voy a abandonar el barco", aseveró el pasado mayo ante una denuncia por la convocatoria de la manifestación del 8-M. Poco después, el ministro reafirmó su confianza en él. "Es un orgullo tenerle al frente del CCAES", dijo.

De hecho, el ministro continuó defendiéndole incluso en uno de los momentos más delicados, quizá el mayor tropezón de Simón, también vía exposición mediática, cuando, además, ya no se podría decir que era novel ante los medios. En una entrevista online con dos reconocidos escaladores, los hermanos Pou, hizo una broma sobre las enfermeras calificada de "sexista y denigrantes" por las que el Consejo General de Enfermería y por las que el Consejo General del Colegio de Médicos pidió su "cese inmediato", también la oposición.

En esta situación también contó con la defensa de Illa, que le calificó de "servidor público ejemplar". Para entonces, su figura ya iba menguando ante los ciudadanos y todavía no había llegado el último golpe para su equipo en Sanidad. Después de meses negándose a facilitarla, el Consejo de Transparencia ha obligado al Ministerio a dar la identidad de los expertos que asesoraron sobre el paso de fases en la desescalada. Son funcionarios del CCAES y el Gobierno se resiste como gato panza arriba a obedecer una exigencia con la que considera que dejará desprotegida a su gente. También a la gente de Simón, ahora en segundo plano.

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