El arte es un reflejo de la sociedad, y es un hecho innegable que la moda y su expresión lo es. El movimiento feminista y la liberación sexual ha traído consigo una gran libertad que nos ha permitido eliminar barreras tan arbitrarias como el género a la hora de vestir, y poco a poco estamos experimentando con la moda para hallar nuestra verdadera identidad.
La masculinidad tóxica es un concepto que se está dejando atrás, y el mundo se está empezando a fijar en personas como Ezra Miller o Harry Styles, cuyo gusto por la moda desafía los límites de lo masculino y maravillan al público con cada uno de sus looks.
Pero si queremos hablar con propiedad de aquellas personas que no solo han traspasado la barrera del género, sino que las han derribado, debemos hablar de las drag queens.
A mediados del siglo XX, cuando la comunidad LGTB+ era castigada a vivir al margen de la sociedad, muchos de ellos encontraron en la moda una forma de poder expresarse sin ningún tipo de atadura, haciendo sus propios desfiles donde lucían sus últimas colecciones vanguardistas, llevando a un paso más allá todo lo que se presentaba en las pasarelas de la semana de la moda de la época.
Hoy en día, gracias a personalidades como Rupaul, este arte está comenzando a llegar a más gente y consiguiendo numerosos adeptos por todo el mundo. Desde que saltó a la fama en la década de los 90, se ha convertido en la drag queen más reconocida a nivel mundial, llegando a protagonizar portadas de revistas tan prestigiosas como Vanity Fair.
Es gracias al concurso RuPaul Drag Race que la cultura drag empieza a difundirse y salir del ámbito de lo marginal. Aunque reina lo excéntrico, en seguida ciertas participantes comienzan a sobresalir entre las demás por su gusto en la alta costura y su sensibilidad hacia la moda, naciendo así el término de fashion queens.
Su estilo único y auténtico comienza a acaparar la atención de los amantes de la moda, siendo su estética una enorme fuente de inspiración para diversos diseñadores desde Thierry Mugler hasta Jean Paul Gaultier.
Aunque el estilo kitsch es el que se suele asociar a las drag queens, no todas se decantan por este camino, y sin abandonar la estética camp, se abren paso en el mundo de la moda.
Gracias a estas incursiones en el mundo de la alta costura, el arte del drag comienza a ser más valorado en la población, pero sobre todo tiene un gran impacto en las mujeres menores de 30 años, que cogen este mensaje de liberación y lo hacen suyo.
Nombres como el de Violet Chachki, Miss Fame, Max, Sasha Velour, Aquaria, Valentina, Alyssa Edwards o Gigi Goode son cada vez más sonados y reconocidos, convirtiéndose, además, en referentes de estilo.
La creatividad y la diversidad que las drag queens poseen se ha apoderado no solo del mundo de la moda, sino también del maquillaje. Muchas técnicas que se han popularizado en los últimos años como el contouring, el backing o el cut crease vienen de la escena drag.
Muchas de las concursantes de RuPaul Drag Race se han adentrado en esta industria una vez acabada su temporada, y es que las tendencias actuales beben directamente de la estética de las drag queens. Varias de las participantes que destacaban por sus maquillajes, como Kim Chi, Aquaria, Alyssa Edwards o Miss Fame, entre otras, colaboran estrechamente con marcas como L'Oreal, NYX o Anastasia Beverly Hills, sacando colecciones increíblemente coloridas.
Por suerte, actualmente se le está dando al drag la importancia que se merece, dejando de verse como unos hombres vestidos de mujer y con peluca a ser auténticos artistas polifacéticos, con una gran capacidad para influir incluso en la alta costura.
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