Medio siglo de la incorporación de la mujer a la Policía Local: "Nos decían que le quitábamos el puesto a los hombres"

El alcalde Guzmán Reina entrega las credenciales a las nuevas y primeras agentes femeninas de la Policía Local de Córdoba tras el acto de posesión, en mayo de 1970.
El alcalde Guzmán Reina entrega las credenciales a las nuevas y primeras agentes femeninas de la Policía Local de Córdoba tras el acto de posesión, en mayo de 1970.
Ladis / Ayuntamiento de Córdoba
El alcalde Guzmán Reina entrega las credenciales a las nuevas y primeras agentes femeninas de la Policía Local de Córdoba tras el acto de posesión, en mayo de 1970.

Ser la primera mujer en un sector masculinizado nunca ha sido fácil. Hace unas décadas, era impensable que una mujer pudiera pertenecer a un cuerpo de seguridad, pero la valentía y el coraje de las pioneras allanó el camino a las que fueron viniendo después. "Muchos compañeros nos decían que estábamos quitándole el puesto a muchos hombres por estar trabajando ahí", cuenta Delfi Tapia, una de las diez primeras mujeres que pasó a la historia por ser nombrada Policía Local en una época en la que era inconcebible.

Era mayo de 1970, y Lola Tapia, su hermana y otras ocho mujeres se incorporaron al cuerpo policial de Córdoba tras haber superado unas pruebas que, en ese entonces, se hacían por separado a hombres y mujeres. "Decidí entrar al cuerpo porque mi padre era Guardia Civil, y yo había nacido y me había criado en un cuartel", cuenta Delfi Tapia a 20minutos. Para ese entonces, según relata, una mujer no podía aspirar a trabajar en la Guardia Civil, salvo que fuera viuda o huérfana de un agente, por lo que el sueño – tanto de ella como de su hermana – de seguir los pasos de su padre, no era posible. "Y como no podía ser, cuando se ofrecieron las plazas de Policía Local en Córdoba, mi hermana Lola y yo decidimos intentarlo".

Cuando llegaron a formar parte de la primera promoción de mujeres policías, Delfi y Lola Tapia tenían 21 y 25 años, respectivamente. "Al principio era solo regular tráfico, ordenanzas municipales, vigilancias de edificios municipales, información al turismo en la Mezquita (donde llegaron incluso a confundirnos con azafatas en varias ocasiones), etc.", explica Tapia, asegurando que el objetivo inicial era "que nos vieran en la calle, para dar un toque de mujer joven. Pero claro, veníamos con la idea de ser policías, y no con la idea de lucirnos como en un escaparate", asevera.

A la izquierda, Delfi Tapia (izquierda), junto a su hermana Lola, prestando servicio al turismo en la zona de la Mezquita de Córdoba. En la fotografía de la derecha, las primeras mujeres que entraron en a Policía Local en 1970.
A la izquierda, Delfi Tapia (izq), junto a su hermana Lola , prestando servicio al turismo en la zona de la Mezquita de Córdoba. En la fotografía de la derecha, las primeras mujeres que entraron en a Policía Local en 1970.
D. T. / Ayuntamiento de Córdoba

Poco a poco, y a medida que pasaban los años, se fueron notando ciertos avances que, aunque a priori puedan parecer pequeños detalles, para ellas eran muy importantes; pues significaba un reconocimiento y un paso más hacia una igualdad que consideran que todavía no han conseguido. "Dejamos de llevar falda, nos pusieron pantalón, nos quitaron los zapatos de tacón y llevábamos zapatos planos con cordones, conseguimos que algunas compañeras entraran como motoristas, empezamos a patrullar en coche… Pero hasta que conseguimos eso, hubo mucha lucha y protesta; nos costó bastante", explica Tapia con un deje de orgullo en la voz. 

"Y las mujeres seguimos luchando. Ahora parece que estamos abriendo un poco la mano para que haya más mujeres al mando. Pero en verdad, en la mayoría de casos es porque legalmente tienen que cubrir una ratio, y no porque quieran darles más oportunidades a las mujeres", lamenta, asegurando que son “más que capaces” de hacer un trabajo igual que los hombres.

Y es que el sector es uno de los mas masculinizados que existen. En España, según datos del Ministerio de Defensa, solo un 12,7% de personas que trabajan en las fuerzas armadas son mujeres; un porcentaje que apenas ha subido en las últimas décadas. El panorama se vuelve todavía más complicado a la hora de acceder a altos cargos, pues se encuentran con el llamado techo de cristal que hace que, si no imposible, sea muy complicado poder aspirar a un puesto de poder. Seguramente, Pilar Allúe, la primera mujer al frente de la Policía Nacional; o María Gámez, jefa de la Guardia Civil, tengan mucho que agradecer a las pioneras de su campo que en su momento decidieron protestar en contra de la invisibilidad, reivindicar sus derechos y, en definitiva, normalizar la presencia de las mujeres en los cuerpos de seguridad.

Por ser mujeres

Para entrar al cuerpo policial, tuvieron que superar unas oposiciones "muy duras". Pero lo más difícil llegaría después, en sus puestos de trabajo, donde serían observadas "con lupa" por parte de aquellos hombres que se negaban a aceptar que una mujer hiciera el mismo trabajo que ellos. "Los compañeros nos decían continuamente que le estábamos quitando el puesto de trabajo a un hombre. Mis compañeras y yo luchamos por hacerles ver que habíamos llegado ahí por mérito propio, y que no queríamos más derechos; queríamos los mismos derechos, que todavía seguimos reivindicando", explica Tapia, jubilada desde hace siete años.

"Mujer florero", "vete a fregar platos", "¿por qué mejor no coses calcetines?", son algunas de las frases que tanto ella como sus compañeras (y seguramente muchas otras mujeres que se atrevieron a reivindicar el derecho a trabajar) recibieron durante años.

"Fue una época dura porque no nos aceptaban mucho"

"Fue una época dura, porque no nos aceptaban mucho, y no tuvimos ni un privilegio. Trabajábamos exactamente igual que ellos", cuenta. La ex agente relata cómo, en ocasiones, a ellas les obligaban a cogerse el descanso nada más entrar a trabajar, para que luego tuvieran que hacer el resto de la jornada laboral seguida. A muchos hombres, no obstante, sí que les dejaban poder descansar a mitad de jornada. “Veías que ese privilegio de elegir sí que se lo daban a los hombres. Eso era luchar contra un muro de hormigón”, lamenta.

A la izquierda, Delfi Tapia en la portada de una revista por ser la primera mujer en regular el tráfico. A la derecha, la primera foto de una mujer de uniforme de Policía Local; Delfi Tapia posa en el pleno del ayuntamiento para elegir el traje definitivo.
A la izquierda, Delfi Tapia en la portada de una revista por ser la primera mujer en regular el tráfico. A la derecha, la primera foto de una mujer de uniforme de Policía Local; Delfi Tapia posa en el pleno del ayuntamiento para elegir el traje definitivo.
D. T. / Ayuntamiento de Córdoba

Conciliación inexistente

La incorporación de la mujer al mundo laboral – y, en este caso, a los cuerpos de seguridad – supuso un hito para la igualdad en España. No obstante, es importante destacar que, sobre todo en los primeros años, esa incorporación laboral no vino de la mano de una descarga de trabajo en las tareas sociales, o del hogar, cuyo peso seguía cayendo en los hombros de las mujeres. Tapia, por ejemplo, tuvo que pedir una excedencia de dos años al quedarse embarazada de su hija, pues no le ofrecieron ninguna otra opción. "Yo fui la primera que se casó y que se quedó embarazada. Con cinco meses de embarazo, estaba yo todavía regulando el tráfico y claro, me quitaron porque el uniforme no me quedaba bien, y no sabían dónde ponerme".

"La conciliación no existía", asevera, contando que, cuando decidió volver, el personal del ayuntamiento de la época le dificultó la reincorporación. “Nos dijeron que éramos unas ovejas negras”, relata, reviviendo con indignación esa época en la que tuvo que incluso llevar al contencioso administrativo su solicitud de ingreso.

Ahora, medio siglo después, Tapia considera que todavía queda mucho camino por recorrer. "Yo no lo veré. Tengo un nieto de 12 años… es posible que él vea la igualdad, pero yo no la voy a ver; seguro que no. Y en la Policía Local menos, en otros aspectos, no sé. Hay mucho machismo todavía, y un repunte especialmente grande en la juventud", señala.

"Valió la pena"

A pesar de las descalificaciones, de los sufrimientos, de las adversidades "y de los palos en las ruedas, como yo suelo decir, valió la pena. Yo estoy muy satisfecha de haber pertenecido al cuerpo de la Policía Local", asevera.

Delfi Tapia tiene ahora 72 años y pasó 43 en el cuerpo policial que, hasta que ella y otras ocho compañeras no decidieron romper con lo establecido, no permitía a mujeres. "Nosotras abrimos las puertas a las policías locales que entraron después, a las guardias civiles y a las nacionales", destaca. "Es un trabajo muy bonito. Eso de ayudar a la gente y estar al servicio del ciudadano es precioso. Muchas veces te quita el sueño lo que te hayas encontrado en la calle, porque lo mismo has estado en un accidente; que has ayudado a una persona a evitar que se suicide. Entonces, unas veces llegas con el sueño quitado por lo malo, y otras por lo bueno, porque estás nerviosa al ver lo que has conseguido", cuenta.

"Hay que hacerles ver que las mujeres valemos, aunque lo vas a tener que demostrar cada día de tu vida”

Muchas jóvenes hoy en día pueden decir que lo tienen un poco más fácil, en parte, gracias a ellas y a sus luchas constantes. El día que Tapia consiguió su sueño, recuerda estar desbordando alegría y orgullo. "El día que me vi paseándome con mi uniforme, iba con un regocijo dentro de mi inimaginable, y disfruté lo que nadie sabe". A las que todavía tienen miedo de trabajar en un ambiente predominantemente masculino, tapia les manda un mensaje: "preséntate y lucha, que nosotras hemos estado durante 43 años protestando desde el primer hasta el último día. Hay que hacerles ver que las mujeres valemos, aunque lo vas a tener que demostrar cada día de tu vida".

Delfi Tapia el día de su jubilación.
Delfi Tapia el día de su jubilación.
D. T.
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