La exclusión social y la precariedad provocan problemas de salud mental, según un estudio

  • El trabajo, la vivienda, la renta, la edad y la etnia inciden de manera "decisiva" en la salud mental de las personas.
  • La pandemia ha agravado esta problemática entre la población con menos recursos económicos.
La Organización Mundial de Salud, cifró en 2014 en más de 800.000 las personas que mueren cada año por suicidio en el mundo.
El perfil de persona afectada es el de una mujer de 37 años sin la ESO.
GTRES
La Organización Mundial de Salud, cifró en 2014 en más de 800.000 las personas que mueren cada año por suicidio en el mundo.

Factores como la incertidumbre ante el trabajo, no tener una vivienda en condiciones, la carencia de ingresos, de educación o de redes familiares y de apoyo hacen aumentar los trastornos de salud mental así como su cronificación y complejidad, según un estudio elaborado por la Fundación Pere Tarrés en colaboración con San Pedro Claver–Fundació Sanitaria (SPCFS), la Fundación Vidal y Barraquer y la Fundación Eulàlia Torras de Beà. 

La pandemia y el confinamiento han agravado exponencialmente estos riesgos de exclusión, y esto ha empeorado problemas de salud mental como el estrés, la ansiedad o la depresión, especialmente entre la población con menos recursos. El perfil de persona afectada es el de una mujer de 37 años sin la ESO.

El objetivo del estudio, que se ha publicado con motivo del Día Internacional de la Salud Mental este sábado, es identificar los factores sociales que generan problemas de salud mental y proponer mejoras en los circuitos de atención. El objetivo es atender de manera más adecuada las personas que los sufren y poder prevenir la aparición.

La tesis del estudio es que los factores psicosociales son determinantes en la generación de problemas de salud mental y que a menudo estos no se tienen en cuenta lo suficiente. Según la investigación, durante el 2019 llegaron a los centros de atención primaria de salud mental más pacientes con problemas o conflictos psicosociales que no pacientes con un claro cuadro de trastorno mental aislado diagnosticable como tal. Es decir, problemas relacionados con factores de riesgo social como por ejemplo el trabajo, la vivienda, la renta, la edad, la etnia o el territorio inciden de manera decisiva en la salud mental de las personas, como desencadenantes o agravantes de problemáticas previas. Además de generar más problemas de salud mental, estas situaciones aumentan su cronificación y complejidad.

Según el trabajo, un 76% de las personas que han asistido a las consultas especializadas con problemas de salud mental han experimentado situaciones vitales críticas, como acoso, maltratos, abandonos, muertes significativas en la familia, entre otros. Por otro lado, los factores de exclusión social con mayor incidencia en la salud mental detectados como desencadenantes o agravantes de problemáticas son los englobados en los ámbitos económico (52,7%), relacional familiar (52,7%) y laboral (34,5%). En cambio, casi la mitad de las personas atendidas en estas consultas especializadas (un 43%) disponen de pocos o de ningún factor protector, como redes familiares, de amistad o de apoyo comunitario.

Perfil: mujer de 37 años sin estudios

El perfil tipo del paciente más afectado por estas problemáticas es una mujer de 37 años de media, sin hijos, en el paro, con formación inferior a la ESO, con vivencia de situaciones vitales críticas y sin factores de protección.

Y es que una de las conclusiones clave del estudio es que esta situación afecta especialmente la población con condiciones de vida más precarias, con menos recursos y con un acceso limitado a los servicios sociales y de salud.

Esta problemática se ha agravado de manera muy significativa durante la pandemia y el confinamiento. Durante los últimos meses, la Fundación Pere Tarrés ha podido constatar a través de la experiencia de sus educadores que las medidas de confinamiento han aumentado los factores de riesgo social y han obligado miles de familias y niños en situación vulnerable a vivir en unas condiciones todavía más precarias de las habituales: pérdida o la precarización del trabajo, bajada de los recursos económicos para cubrir las necesidades diarias de higiene y alimentación, carencia de recursos materiales, informáticos o de conectividad, problemas de convivencia familiar causados por el confinamiento en viviendas a menudo muy reducidas o compartidas o disminución de las redes de apoyo familiares.

La consecuencia lógica es el empeoramiento de la salud mental. Los investigadoras remarcan que estudios preliminares de la Asociación Española de Psiquiatría sobre el impacto emocional de la pandemia apuntan que en la mitad de los casos se incrementarán los niveles de estrés y en un tercio los síntomas de ansiedad y depresión.

Difícil acceso a los servicios de salud mental

Por otro lado, además de los indicadores psicosociales, el trabajo apunta también una segunda causa que, sumada a los factores previos, conduce al empeoramiento de la salud mental y que también se ha visto agraviada por la epidemia: las dificultades de acceso al servicio de salud mental, a causa, entre otros factores, de la saturación, la escasez de recursos y el mismo cierre de muchos servicios presenciales.

Para invertir la tendencia, el estudio hace toda una serie de propuestas encaminadas a poner el foco en los factores psicosociales en el abordaje de la enfermedad mental, como por ejemplo la creación de un observatorio de la vulnerabilidad en la atención a la salud mental. También se plantean propuestas como fomentar programas de apoyo comunitario coordinados con la atención a la salud mental, promover el asociacionismo y la participación social y comunitaria y la atención específica a la diversidad cultural, reforzar los programas relacionados con las capacidades parentales, diseñar planes específicos para la adolescencia, fomentar la formación especializada de profesionales o aumentar los recursos de personal en los servicios de salud mental y su estabilidad, entre otros.

El estudio, impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona y el Consorcio de la Zona Franca, se basa en encuestas realizadas a 57 profesionales sanitarios de los centros de salud mental de Sants-Montjuic y San Andreu durante el 2019, y estos días se están realizando las presentaciones en el marco de las Taules de Salut Mental de ambos distritos. Hay el proyecto de replicar en un futuro el estudio en otros distritos de Barcelona, como los de la Franja Besòs.

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