Luis Piedrahita: "Me dan pereza los soldados de lo políticamente correcto"

  • El cómico y mago ha regresado a los escenarios con 'Es mi palabra contra la mía', con el humor como bálsamo para todo. 
Luis Piedrahita, con el cartel de 'Es mi palabra contra la mía'.
Luis Piedrahita, con el cartel de 'Es mi palabra contra la mía'.
Jorge Paris
Luis Piedrahita, con el cartel de 'Es mi palabra contra la mía'.
Luis Piedrahita, con el cartel de 'Es mi palabra contra la mía'.
JORGE PARÍS

El cómico Luis Piedrahita reanuda las representaciones en el Callao City Lights (Madrid) de su espectáculo Es mi palabra contra la mía, después del parón por la pandemia. Con un texto apenas retocado para adaptarlo a la nueva realidad, hará reír y pensar al público todos los viernes y sábados de octubre, noviembre y diciembre.

¿Cómo ha sido este regreso a los escenarios? Es un volver a una realidad desconocida. Afortunadamente y milagrosamente el espectáculo sigue estando de actualidad, porque el espectáculo original hablaba de que nadie está contento con lo que le ha tocado, sobre todas esas pequeñas noticias que nos da la vida a cada paso y ese es el día a día ahora mismo.

El espectáculo no ha perdido vigencia, ¿es así? La peor noticia que hemos recibido muchos en muchos años está siendo estos días y el espectáculo regala un truco para hacer eso más llevadero. La tesis a la que se llega después de hablar desde el paso del tiempo, las mudanzas, los cambios, los amigos, el amor, la muerte, el miedo al váter ajeno… la conclusión es que solo el humor hace la vida soportable, a que eso sea llevadero. No cura las heridas ni suelda huesos, pero hace que sea llevadero. Y es un mensaje que sigue de actualidad.

¿Qué le ha cambiado? Lo he retocado un poco, pero casi no hubo que hacerle nada, para que verlo en pandemia fuera aún más interesante, porque verlo con mascarilla, verlo con distanciamiento, el mensaje aún cae más fuerte y es más divertido.

Mi palabra contra la mía, ¿nos contradecimos mucho? Casi no hacemos otra cosa. Nacer ya es un acto de contradicción. Si te vas a morir después, ¿para qué naces? Pensamos cosas y hacemos otras, o pensamos cosas y pensamos las contrarias a la vez.

¿No es malo, no? Es el principio de un camino. Ese conflicto hace que choquen ideas, conceptos y opiniones y genera una idea nueva.

¿Cómo pasó el confinamiento? ¿Qué hace un mago y humorista en su casa encerrado? En primer lugar me quedé tristón, porque me veía inútil. Estaban los sanitarios salvando vidas, la gente de reparto llevando suministros, la policía manteniendo el orden… y yo no hacía nada. Pero mi chica me dijo que había muchos padres y madres encerrados con sus bestezuelas y sin saber cómo entretenerlas así que me puse a hacer tutoriales para enseñar a los padres trucos de magia muy sencillos y con cosas que hay en todas las casas y acabé haciendo como 25 vídeos.

¿Nos hemos dado cuenta de que el entretenimiento y la cultura también son fundamentales? No sé si la gente se ha dado cuenta de que la cultura es esencial. Como apunta el espectáculo el humor hace la vida soportable, pero también la danza, el teatro, la música, el arte… son los cimientos. El conocimiento, el arte y el amor son de las grandes buenas noticia de la vida. Alguien puede decir que puede él puede vivir sin ir a la ópera y es verdad, pero el mundo, sin ópera, sería un lugar peor.

¿Qué hace para estar 80 minutos hablando? Sí, ochenta minutos sin callarme. El truco es que no es un monólogo, sino un diálogo en el que sólo hablo yo. Escucho la respuesta de los espectadores y trato de adecuar un poco y de contar algo que encaje y construido a medida de lo que el público necesita esa noche.

¿No es un mito lo de que la energía del público le llega a los artistas? En absoluto, de hecho ahora muchos de nosotros hemos hecho espectáculos online, sin público, y no es lo mismo. Es peor.

Le llaman ‘el rey de las pequeñas cosas’ ¿Para eso hay que ser muy observador? Hubo una época en la que iba con una libreta anotando todo lo que veía, posibles ideas, contradicciones. Ahora he dejado un poco esa línea del pequeño suceso para ir a temas más generales, como el descontento, de este espectáculo, aunque se hable de ello desde cosas cotidianas.

¿De pequeño era el típico niño impertinente? No, era el típico niño anodino y sin ninguna gracia, ese era mi súper poder. Era lo peor que se podía ser, ni alto, ni guapo, ni alto, ni bajo, no era gracioso, pero tampoco aburrido, no era buen estudiante pero tampoco malo…

¿Y cuándo llegó el cambio? ¿Cuándo fue la llamada del humor? Ojalá fuera tan sencillo, una señal clara… todo va sucediendo con una sabia ingenuidad, uno se va encontrando pequeñas señales, más un susurro que una llamada.

¿Hubo un punto de inflexión? Un día estaba ensayando unos juegos de magia en casa y me dijo mi madre que mientras iba a cortar jamón, para la merienda y al poco se hizo un corte grande en la mano. Y en aquella época yo quería ser médico y pensé que esa era mi llamada y empecé a darle consejos para reducir la hemorragia y me puse blanco y me caí en redondo, desmayado. Y ahí estaba ella sujetándome a mi con una mano y con la otra sangrando y acabó por colgarme en un colgador que teníamos en la cocina.

Vale, médico, descartado... Desmayarse, para ser médico, no es una virtud, pero lo mismo para ser cómico sí. Así que creo que no es que se abra una puerta a la comedia, sino que se van cerrando puertas a otras cosas. Uno no hace lo que quiere, si no lo que sabe hacer. Y mi tendencia irrefrenable era a la comedia y allí me fui.

¿En qué ámbito echa de menos que haya humor? En ese ámbito que llamamos la vida. En la vida entera es imprescindible que el humor se cuele por las rendijas.

¿Haría falta en política, por ejemplo? Sí, pero no tanto en la política como en la vida de los políticos. Si esa gente estuviera más contenta, si amara más la vida, si disfrutaran más de las artes, si hubiera más humor en su vida, harían mejor su trabajo. Pero no sólo ellos, esto incumbe a todo el mundo, a cualquier profesión.

¿Le pesa lo políticamente correcto? Me dan pereza los soldados de lo políticamente correcto porque se erigen con una legitimidad moral en la que le dicen a la gente lo que puede y lo que no puede hacer. Y nadie les ha elegido para ese trabajo.

¿Le afecta a usted? Yo no suelo jugar en el borde, así que egoístamente no me molestan, pero sí me da pereza la eterna charla de los límites del humor, de lo que se puede o no tratar en el humor.

Pablo Motos vive mucho esa polémica… No, Pablo Motos no se entera. No tiene redes sociales y cuando está navegando en internet y ve su nombre cierra la ventana. Y un día me dijo ¿y sabes lo que pasa si haces eso? No pasa nada. Nada. Sigue su vida feliz, hace el programa que mejor puede cada día y no sabe qué es lo que ha enfadado a la gente. Pero yo sí me meto en redes y me escuezo cuando veo la dictadura de lo políticamente correcto.

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