La cocaína y alcohol copan casi el 60% de los nuevos tratamientos por adicción en la provincia

El Centro Provincial de Drogodependencias de la Diputación de Sevilla ha dado a conocer los principales datos de su actividad asistencial con relación a 2019, de los que se desprende que el consumo de cocaína y alcohol estaban detrás de casi el 60 por ciento de las 4.765 personas que comenzaron a someterse ese año a tratamientos contra su adicción.
Imagen de archivo de una bolsa con cocaína
Imagen de archivo de una bolsa con cocaína
POLICÍA LOCAL DE MÁLAGA - Archivo
Imagen de archivo de una bolsa con cocaína

Según los datos que proporciona la Memoria Anual de Drogodependencias y Adicciones de 2019, los 120 profesionales de los diferentes centros en la provincia atendieron el pasado año a un total de 13.694 personas y se realizaron 4.765 inicios de tratamiento. El 53 por ciento de esos casos ya habían recibido tratamiento en años anteriores, mientras que el 47% acudían a ellos por primera vez.

Los municipios con más de 20.000 habitantes aportan a las cifras de inicio de tratamiento casi el 70% de las personas protagonistas de los mismos: Sevilla capital (35%), seguida por los municipios de Dos Hermanas, Alcalá de Guadaíra, Utrera y Écija, entre otros.

En estos inicios de tratamiento realizados durante 2019 volvió a prevalecer el consumo de cocaína, que originó el 33% de los mismos, seguido por el consumo de alcohol, con un 25% de los casos y el de heroína y 'rebujado' (heroína más cocaína) con un 22%.

Las demandas relacionadas con el consumo de cannabis supusieron el 12% de los inicios de tratamiento, registrándose un incremento de dos puntos sobre el año anterior. En menor porcentaje le siguen el juego patológico, tabaco y otras adicciones.

Como en años anteriores, la relación entre hombres y mujeres continúa siendo del 85% y 15%, respectivamente. En los hombres destaca en primer lugar el consumo de cocaína, mientras que en el caso de las mujeres es el alcohol la sustancia que provoca la mayor demanda.

La edad media en los usuarios es de 38 años, mientras que en las mujeres es de 41. Las personas consumidoras de más edad lo son, por este orden, las que consumen tabaco (46), alcohol (45) y los opiáceos (44). Le siguen juego patológico (37) y cocaína (35). Finalmente, los más jóvenes son los consumidores de cannabis con una media de 28 años de edad.

Destaca el hecho de que entre los inicios de tratamiento, 153 casos fueron de menores de 18 años, representando el 3,2% de los inicios de tratamiento, en su mayoría consumidores de cannabis.

Del total de pacientes atendidos en los centros en toda la provincia (13.694), el 42% de ellos fue atendido en instalaciones de Sevilla capital; el 47%, en el resto de la provincia, y el 11% en las prisiones de Sevilla por parte del equipo de apoyo de la Diputación a instituciones penitenciarias.

En este caso, el orden se invierte en relación a las sustancias consumidas: el 38% son consumidores de opiáceos; el 26% lo son de cocaína y el 20%, de alcohol. Le siguen a gran distancia los consumidores de cannabis (8%) y de juego patológico (4%).

"Las drogodependencias y adicciones en general siguen siendo un problema muy importante de salud pública que genera año tras año un volumen asistencial bastante relevante. Además, se sigue evidenciando la complejidad de las adicciones al ser un problema que evoluciona y cambia, asistiendo en estos momentos a una situación complicada en la que se simultanea las adicciones a drogas tal y como ahora son conocidas, con nuevos patrones de consumo y tipos de adicciones sin sustancia que emergen en la población", ha explicado el presidente de la Diputación, Fernando Rodríguez Villalobos.

IMPACTO DE LA CRISIS POR COVID-19

Durante el estado de alarma sanitaria la red provincial de centros de tratamiento ha estado trabajando en una modalidad presencial mixta con las personas usuarias, combinando el teletrabajo en el seguimiento de casos con la actividad presencial para casos no demorables de tratamiento. Al respecto, el presidente Villalobos ha valorado "el esfuerzo que han realizado los profesionales durante ese tiempo en el que han asegurado, sobre todo, la prestación del servicio con todas las garantías".

La medida de confinamiento ha sido una experiencia sin precedentes para toda la población que ha obligado a nivel psicológico y social a reorganizar y ajustar hábitos, emociones, planteamientos y todo el conjunto de variables relacionadas con el comportamiento. Con respecto a las adicciones y consumos de sustancias en general también ha sido una experiencia determinante. La situación de aislamiento, rutina forzada o monotonía han podido propiciar la puesta en marcha de mecanismos de evasión o compensación con el incremento de determinados consumos de sustancias como tabaco, alcohol, psicofármacos o incluso cannabis.

Asimismo y respecto a la esfera de las adicciones comportamentales, se ha podido producir un incremento en el uso de las pantallas en general a través de las TIC, ya sea a nivel recreativo, de juego o de comunicación social a través de redes.

Por otro lado y respecto a otros tipos de adicciones, el confinamiento ha podido jugar una función de protección al limitar radicalmente el acceso a ambientes de obtención o consumo de drogas y la presión directa de otros consumidores. Además, en este tipo de conductas se ha podido potenciar el autocontrol, la autoeficiencia y hábitos más saludables.

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