Estefanía de Mónaco, ¿ángel o demonio?

  • Vivió su adolescencia y juventud deprisa, al margen del protocolo real.
  • Sus romances le granjearon la reputación de princesa rebelde.
  • Hoy, quiere lavar su imagen.
Estefanía, fotografiada durante el Festival de Circo de Mónaco 2008 (Foto: ARCHIVO).
Estefanía, fotografiada durante el Festival de Circo de Mónaco 2008 (Foto: ARCHIVO).
ARCHIVO
Estefanía, fotografiada durante el Festival de Circo de Mónaco 2008 (Foto: ARCHIVO).

Comenzaban los años 80 y mientras las rubias princesas de las monarquías europeas regalaban lecciones de protocolo y serenidad, Estefanía de Mónaco, la menor de los Grimaldi, instruía en otros campos, menos explorados.

Estefanía de MónacoPor ejemplo, en asuntos como qué era un tanga o que el primer amante no tiene por qué ser el definitivo. Que una dama de la Casa Real puede meter la mano en la bragueta de un chico sin sonrojarse, ser expulsada de un colegio de monjas por no acatar la disciplina, tener hijos sin padre reconocido, o tener hijos con padre reconocido sin haber pasado antes por la vicaría.

Incluso decidir un día que quiere ser estrella del pop y grabar un disco. Y antes, haber sido modelo. Y después, diseñadora.

O, ya cumplidos los treinta —y casi a las puertas de los cuarenta— liarse la manta a la cabeza y cruzar el mundo montada en una caravana de títeres por amor. O caer seducida por un guardaespaldas. Y luego, por otro. Y enrollarse -¡qué envidia!- con Rob Lowe, el sex symbol del momento. O practicar deportes acuáticos, y tomar el sol sobre la cubierta de una lancha, y lucir un look andrógino y pegarse la gran vida.

Y así hasta prácticamente entrada la década del año 2000. Luego, vino el silencio.

Hace poco Estefanía de Mónaco reapareció. Fue en una fotografía publicada en una de esas revistas a las que antes solía nutrir semanalmente de escándalos cortesanos. En ella se ve a una mujer de mediana edad. Ocupa uno de los asientos de las gradas del Campeonato Internacional de Natación Junior, en Aachen (Alemania).

Cuando llega el turno de la deportista Pauline Ducruet, 14 años, no aparta los ojos del trampolín. Ni siquiera cuando se cruza en el aire un fuego de flashes que trata de atraparla a ella, a la madre de la saltadora, mordiéndose las uñas. Lleva una camiseta oscura, pantalones vaqueros.

De rebelde a solidaria

Estefanía de Mónaco y Mario OlivierAsegura en el artículo que acompaña a la imagen que es "mujer y madre antes que princesa". También declara que fue rebelde "hace 23 años, ya no". Que ahora trabaja en proyectos de lucha antisida -es embajadora de ONUSIDA- y que creó hace cinco años, con el mismo propósito y junto a Rainiero, la organización Fight AIDS.

Que esto lo compagina con la dirección de una asociación de ayuda a disminuidos físicos y que se interesa por los proyectos que la Cruz Roja desarrolla en su país (ha sido retratada repartiendo alimentos entre los monegascos menos pudientes).

Mal de amores... y mucha diversión

A sus 43 años, la princesa cuenta en su agenda del corazón al menos con tantos romances como letras tiene su nombre. A los 16 cayó en los brazos de Paul Belmondo, hijo de la estrella del cine francés Jean-Paul , para luego abandonarle por el hijo de Alain Delon, Anthony.

A partir de ahí, alternó a rockeros (Ron Bloom), playboys (Mario Olivier), o propietarios de circo (Adans López), anuló la boda con Yean Yves Lefur y rompió con su primer marido y ex escolta Daniel Ducruet después de que éste fuera grabado manteniendo relaciones con la ex Miss Bélgica Desnuda.

Fruto de todo aquello, Estefanía tiene hoy tres hijos. Cuando se le recuerda su pasado, sólo tiene un reproche: "Era una adolescente y más tarde, una joven como muchas otras. Nunca juzgaría a otros como yo fui juzgada".

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