
Instagram es la red social de las apariencias. Todo el mundo busca presumir de su vida perfecta, de sus vacaciones perfectas, de sus cenas perfectas, de sus mascotas perfectas, de su piel perfecta y, por supuesto, de sus cuerpos perfectos.
Desde que las Kardashian hicieran carrera al rededor de sus físicos en Instagram, muchas personas han visto en esto una oportunidad de negocio. El culto al cuerpo y a la imagen se ha convertido en uno de los pilares esenciales de la red social.
Muchas tendencias en la cirugía y medicina estética no existirían ahora mismo, y en edades mucho más tempranas, de no ser por la popularidad que han adquirido estos rasgos en la aplicación, como los labios inyectados en ácido hialurónico, los hilos tensores para tener una mirada rasgada o las rinoplastias para afinar la nariz, promovidas por influencers y filtros que cambian las facciones.
Una de las problemáticas de Instagram es el nuevo canon estético que están fomentando en la aplicación, conseguido gracias a ángulos extremos en las poses, intervenciones estéticas o directamente photoshop, pero raramente conseguidos de forma saludable y natural.
Aunque muchos perfiles dentro de la red social se dedican a mostrar la realidad detrás de las fotos de las influencers, esto no frena el hecho de que los complejos son cada vez más numerosos y mayores en las personas que consumen directa o indirectamente estos contenidos.
De esto nace la necesidad de crear una "contrapropaganda", unos contenidos que fomenten la autoaceptación y muestren cuerpos reales y comunes, mostrando que sigue existiendo la belleza en todo tipo de cuerpos y que no existe la necesitad de parecerse a la famosa de turno para poder ser guapa y feliz.
Aparece en escena el body positive, un movimiento social arraigado en la creencia de que todos los seres humanos deben tener una imagen corporal positiva, mientras desafían las formas en que la sociedad presenta y ve el cuerpo físico.
Aunque al principio estos perfiles fueron pocos y apartados, cada vez más personas los buscaron activamente por la necesidad de un cambio auténtico que reforzase a su autoestima y les recuerde que son válidos tal y como son, llegando incluso a ser tan populares como sus contrapartes.
Pese a que todavía los estereotipos siguen teniendo mucho peso en Instagram, el body positive se abre camino no solo con fotografías donde aparecen "defectos", sino que también ofrecen pedagogía totalmente gratuita para poder cambiar la percepción de nuestros cuerpos, verlos tal y como son y aceptarlos.
Las estrías, los michelines, la celulitis, el vello corporal, el acné o tener una talla más grande que una 36 comienza a ser visto como lo que es, algo normal que tiene un gran porcentaje de la población, siendo más normal y común de lo que parecía en un principio.
Esta liberación también ha llegado al mundo de las influencers hegemónicas, que comienzan a mostrar estas características de forma natural, sin filtros, sin edición y sin tratar de esconderlo.
Hemos llegado a un punto en que ciertos "defectos" están dejando de serlo, y convirtiéndose en una característica más del ser humano que nos hace únicos a cada uno de nosotros. Sin embargo, todavía queda mucho camino que recorrer.
De momento, vamos encaminados por la senda correcta y cada vez son más las personas que ven su cuerpo desde el prisma del amor y no del odio. Vamos aprendiendo que la belleza no es solo una, sino que cada uno tiene la suya propia, sin tener la necesidad de modificar nada de nuestro físico para encajar en un pequeño y estrecho molde para poder ser aceptados y valorados.
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