Sol y mascarilla, una mala combinación para nuestra piel

Una mujer se coloca una mascarilla
Iñaki Berasaluce

Necesitamos tomar el sol para metabolizar la vitamina D. Y es necesario el uso de mascarilla para prevenir la infección por coronavirus. Pero nuestra piel no entiende de semejantes necesidades. Y se queja. Irritación, acné, sequedad extrema y un elevado disconfort es el resultado de su protesta.

Los seres humanos somos más o menos conscientes de que nuestra vida es un precario equilibrio muy fácil de alterar. Si comemos demasiado, engordamos y un sin fin de enfermedades pueden acudir a nosotros. Si comemos demasiado poco, no tenemos energía para trabajar. Si la dieta es inadecuada, podemos tener déficit de nutrientes o vitaminas. Así podríamos establecer una enorme lista de situaciones en las que, tanto por exceso como por defecto, podemos encontrarnos recorriendo caminos poco deseables.

El sol, su influencia benéfica y necesaria en unos casos, y enormemente perjudicial en otros, es un ejemplo más de este delicado equilibrio. Por supuesto, el sol permite, gracias a su radiación, que la vida sea posible en la tierra manteniendo una temperatura apta. Y las personas necesitamos, específicamente, la radiación ultravioleta para metabolizar la vitamina D y fijar el calcio en los huesos, previniendo así la temida osteoporosis. Vitamina D más sol es la fórmula infalible que posibilita la fijación de las sales de calcio endureciendo nuestros huesos.

Pero los seres humanos tenemos una característica especial que nos distingue de los otros mamíferos. No tenemos, apenas, pelo en el cuerpo. Esto hace que nos refrigeremos mejor porque el sudor se evapora rápidamente en la superficie de nuestra piel. Y por lo tanto que, en una carrera de fondo, en clima cálido seamos capaces de superar a cualquier herbívoro. Esta habilidad ha hecho que podamos ser cazadores y alimentarnos de carne, utilizando el exceso de energía que proporciona la proteína animal en desarrollar nuestro cerebro. La otra cara de esta moneda es que, al faltar la protección del vello, la radiación resulta mucho más agresiva para nuestra dermis, podemos desarrollar cáncer de piel, y el envejecimiento de nuestra dermis es muy acelerado. Realmente es una lección compleja valorar, entre la arruga y el posible cáncer, y el deterioro de los huesos.

Aunque las cosas no son tan dramáticas. Estamos tan bien adaptados para absorber la radiación que con el sol que nos pueda dar en los antebrazos es suficiente para obtener la vitamina D que necesitamos. Incluso usando crema de protección. Si no fuera así, las personas que viven en latitudes muy septentrionales, como los países nórdicos, tendrían fuertes y constantes problemas de rotura de huesos y esto no es así. Así pues, el uso de fotoprotectores es enormemente beneficioso para prevenir el temible cáncer de piel y la aparición de arrugas prematuras, sin que sea un impedimento para la salud de los huesos.

Este verano nos enfrentamos a un nuevo reto para la piel. El uso de mascarillas que nos protegen del virus pero que tienen unas serie de consecuencias en la epidermis.

Las mascarillas que se comercializan están hechas, la mayoría de ellas, de fibras químicas que, en contacto con el calor de la piel, puede liberar una serie de sustancias como formaldehído (el formol que se usa para conservación). Con el uso continuado y la llegada del calor estamos viendo que se presentan frecuentemente brotes de granitos, sobre todo localizados en el mentón y la nariz, y que, en pieles más maduras, suele haber un aumento de sequedad y deshidratación por el efecto peeling de las fibras que contienen las mascarillas.

Para prevenir estos nocivos efectos contamos con cremas como la Raíz de Regaliz que tiene un efecto desengrasante y cicatrizante, y para las personas de piel seca recomendamos productos que contengan Centella Asiática para ayudar a la regeneración de la piel.

La mayoría de los profesionales del cuidado de la piel nos enfrentamos a un reto mayúsculo este verano. No tenemos toda la experiencia que nos gustaría para abordar los problemas de piel que surjan gracias a esa mala combinación que supone usar mascarilla de manera continuada con el calor intenso de Julio y Agosto. Una vez más las plantas serán nuestras mejores aliadas.

Jerónimo Ors, Farmacéutico y Director de Laboratorios Paquita Ors.

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