Tres jóvenes lazarillos de sus vecinos mayores en tiempos de coronavirus

  • Marc, Hazel y Luha les hacen la compra o les tiran la basura para que no se vean obligados a salir a la calle.
  • Ayudan en un bloque con muchos vecinos de más de 70 años del barrio de Provençals del Poblenou de Barcelona.
Luha, Marc y Haezel, tres jóvenes que ayudan a sus vecinos mayores en Barcelona para que no salgan a la calle durante el confinamiento.
Luha, Marc y Hazel, de izquierda a derecha, tres jóvenes que ayudan a sus vecinos mayores en Barcelona para que no salgan a la calle durante el confinamiento.
P.C.R.
Luha, Marc y Haezel, tres jóvenes que ayudan a sus vecinos mayores en Barcelona para que no salgan a la calle durante el confinamiento.

En Barcelona, desde que empezó el confinamiento de la población por la expansión del coronavirus, se han abierto grupos de Whatsapp y de Telegram formados por jóvenes solidarios que se ofrecen a hacer favores a sus vecinos de mayor edad, población de riesgo a la hora de contraer el virus, y evitar así que salgan a la calle y se expongan a un contagio que comprometa sus vidas. 

Les tiran la basura, les compran alimentos básicos en los comercios abiertos, les pasean al perro o les consiguen medicamentos en la farmacia, todo ello de forma altruista. 

Entre los grupos de vecinos auto organizados que están emergiendo en la capital catalana está el autodenominado Colze a Colze (codo a codo en catalán) cuyos integrantes se ofrecen además a cuidar a niños en caso que sus padres tengan que acudir al lugar de trabajo de forma presencial.

Toda ayuda es poca en una ciudad con una población envejecida en la que los cálculos municipales cifran en 90.000 las personas mayores que viven solas y en 100.000 las que son usuarias del servicio de teleasistencia. De las 45.000 personas vulnerables que atiende Creu Roja Catalunya gran parte son ancianos. 

Los cálculos municipales cifran en 90.000 las personas mayores que viven solas en Barcelona y en 100.000 las que son usuarias del servicio de teleasistencia

En el barrio de Provençals del Poblenou, en Sant Martí, Marc, Hazel y Luha, tres compañeros de piso y estudiantes de 24, 20 y 22 años respectivamente, se han erigido en lazarillos de las personas de avanzada edad del bloque en el que viven. Tenían conocimiento de uno de estos grupos activos por redes en el vecino barrio del Clot de Barcelona pero el pasado domingo decidieron echar una mano en su propia comunidad de vecinos colgando un cartel ofreciendo su ayuda y dejando un teléfono de contacto. Era el segundo día de confinamiento forzoso de la población. 

Conocen bien a muchos de estos mayores del bloque. Son chicos sociables que, a pesar de la diferencia de edad de casi medio siglo que le separa de ellos, no dudan en darles conversación al subir en el ascensor o al colgar la ropa en el patio de luces. 

"Creo que los jóvenes estamos adquiriendo de golpe un rol más maduro con esta crisis sanitaria" (Marc)

Hazel, de 20 años, estudia Humanidades en Barcelona y lleva cinco meses en Barcelona aunque es inglesa, de madre madrileña. Luha es del Sáhara Occidental, su familia vive en Tortosa y cursa la carrera de Traducción e Interpretación de Inglés y Francés. 

Más recados a medida que avance el confinamiento

Los tres no han dudado en hacer equipo y ayudar. Creen que en los próximos días podrán comenzar a recibir más "encargos" de vecinos que de momento están bien avituallados en casa al llevar pocos días de encierro.

Valoran que estamos, como sociedad, ante una situación difícil que puede hacer aflorar la vena solidaria de los más jóvenes, alejándose como colectivo de la imagen tópica que los asocia a la fiesta, la despreocupación y el individualismo. 

Cartel de Marc, Haezel y Luha ofreciendo su ayuda a los mayores de su comunidad de vecinos.
Cartel de Marc, Haezel y Luha ofreciendo su ayuda a los mayores de su comunidad de vecinos.
P.C.R.

"Creo que los jóvenes estamos adquiriendo de golpe un rol más maduro con esta crisis sanitaria. Estamos tomando conciencia de que lo mejor es que salgamos a la calle lo mínimo imprescindible a pesar de ser jóvenes y estar sanos porque podemos infectar a otras personas sin saberlo", explica Marc. "Y no estoy hablando de que vayas a afectar a tu abuelo o abuela porque son tu familia, sino de gente a la que no conoces y por la que te sientes responsable", razona. 

"No ayudamos a tirar la basura o a comprar a nuestros vecinos para que nos lo reconozcan, sino porque hemos tomado conciencia de la situación que estamos viviendo, de nuestra responsabilidad. Yo cuando salgo voy directo a lo que tengo que hacer, no me pongo a dar vueltas por la calle", añade. Y afirma que ellos también están pasando por renuncias personales durante este confinamiento."Yo no sé cuándo volveré a ver a mi pareja o a mis padres", dice.

Hazel se muestra de acuerdo con su compañero de piso, coincide con su visión. En cambio, se lamenta de que sus amigos ingleses no estén tomando medidas ante el coronavirus en su país: "No se lo toman en serio, están gestionándolo de otra manera...Se sorprenden de que aquí no vayamos a la universidad o al trabajo". 

Ejemplo de responsabilidad individual

Luha, por su lado, cree que este confinamiento inédito que estamos viviendo tiene cosas positivas, como que "nos ayude a tomar conciencia del impacto de nuestras decisiones individuales en la colectividad. Y que ciertos cambios de hábitos "solo funcionan si todos lo hacemos", como ocurre con la prohibición de salir a la calle si no es necesario durante la duración del decreto de confinamiento. Lo compara con la toma de conciencia por el cambio climático, abanderada precisamente por una líder juvenil mundial, la sueca Greta Thunberg.

Sus vecinos, echen o no echen mano de su ayuda, se lo agradecen. No en vano, en esta comunidad con 44 pisos viven varios mayores solos y también diversos enfermos o impedidos con hijos fuera de Barcelona y que carecen de quien les haga los recados. Cuando acabe este encierro les darán las gracias "de corazón: a estos jóvenes lazarillos del noveno primera. 

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