María Quiroga: "Es fundamental que se dé visibilidad a las agricultoras, aún muy en la sombra"

María Quiroga, ganadora del Premio Avanzadoras 2020.
María Quiroga, ganadora del Premio Avanzadoras 2020.
Jorge París | Jorge Paris
María Quiroga, ganadora del Premio Avanzadoras 2020.

Hace dos años, con solo 28, María Quiroga se convirtió en la primera mujer en dirigir Agrónomos Sin Fronteras. La ONG, fundada en 2004, ha conseguido crear en Tanzania tres escuelas agrarias, donde se ha formado a más de 5.000 agricultores y agricultoras, y ha montado dos cooperativas.

La organización centra su trabajo en el país africano y, en todos sus programas, al menos el 56% de las participantes tienen que ser mujeres. Quiroga se ha propuesto que cada vez más sean ellas las que lideren los grupos e incluso se encarguen de la formación sobre el terreno, luchando así por la igualdad en una sociedad muy patriarcal.

María Quiroga ha sido la ganadora de la VI edición del Premio Avanzadoras, que además ha reconocido como finalistas a Patricia Caro, psicóloga y defensora de los derechos de las mujeres, especialmente de las romaníes, y a Paloma Pastor, impulsora de la Fundación Sin Daño, que apoya a niños y niñas afectados por daño cerebral sobrevenido y a sus familiares. El galardón, que conceden cada año ‘20minutos’ y la ONG Oxfam Intermón, pretende encontrar a mujeres que hacen de la sociedad un lugar mejor para todos para reconocer su labor y servirles de altavoz. La entrega tuvo lugar en la sede de Ibercaja en Madrid. 

¿Cuál es el objetivo de la fundación? Formar a agricultores, especialmente agricultoras, para mejorar sus conocimientos y técnicas y que escapen de la agricultura de subsistencia. Localizamos a aquellos que llevan a cabo una agricultura muy primaria e intentamos que salten a otra más secundaria, con alguna transformación intermedia. Ponemos sobre la mesa el concepto de cooperativa y la necesidad de generar extensionismo agrario para mejorar su calidad de vida. Se trata de que obtengan más ingresos para sus casas.

¿Cómo es la situación de las mujeres en Tanzania? La mujer es la que se dedica al campo pero todavía en una economía muy sumergida. No pueden ser dueñas de la tierra ni estar a cargo de los ingresos familiares más directos porque es el hombre el que los maneja. Hacen por tanto una agricultura muy en la sombra pero el 70% de quienes se dedican al campo son mujeres porque son las que se encargan de la familia y no tienen acceso ni a una educación ni a puestos ni títulos. En países como Tanzania, donde dos tercios de la población se gana la vida en el campo, es fundamental que se les dé visibilidad.

¿Qué ha implicado la entrada de una mujer en la dirección? En Tanzania el primer choque al ver a una mujer y una mujer europea fue brutal pero a día de hoy lo han interiorizado. A nivel de mi trabajo, mi gran logro fue que hay dos nuevas chicas con perfil técnico. Cuesta mucho lograrlo, pero las hemos metido en plantilla y son uno más allí. Modestamente también creo que al tener un nuevo punto de vista femenino en la ONG nos hemos empezado a dar cuenta de la necesidad de poner más el ojo sobre el enfoque de género, sobre las agricultoras, y que sean ellas las que lideren los grupos porque muchas veces son muy buenas gestoras.

¿Qué otros cambios le gustaría introducir? Creo que quedan por delante muchas cosas, como hacer que haya normas. No basta con decir que estamos involucrando a las mujeres. Tenemos que crear un buen manual de género, normas de flexibilidad horaria para todos, dar bonificaciones a aquellos que se cojan los permisos de maternidad y paternidad el mismo tiempo… Y creo que es hora de que en el patronato, que es la junta que tengo por encima y cuyos cargos son rotatorios, haya una presidenta. Sería bueno que Agrónomos Sin Fronteras tuviese una mujer a la cabeza. Tengo grandes patronas dentro de la junta directiva que merecen el puesto.

¿Qué le gustaría haber logrado en diez años? Me gustaría que el equipo siguiera creciendo. Significaría que llega a más beneficiarios y beneficiarias. Y que Agrónomos Sin Fronteras fuera una referencia en España.

maría quiroga

  • Esta madrileña de 30 años, se licenció en Ingeniería Agronómica en la Universidad Politécnica en 2015. Muy interesada también en la cooperación, en 2017 cursó el Máster de Acción Solidaria Internacional e Inclusión Social de la Carlos III. Un año después entraba a dirigir Agrónomos Sin Fronteras, pudiendo aunar sus dos pasiones.

¿Tienen pensado saltar a otros países? A eso me refiero con lo de ampliar el equipo. Intentaríamos abrirnos más internacionalmente. Nos da igual a qué países llegar con tal de formar a más agricultores.

Las chicas no suelen decantarse por las denominadas carreras STEAM. ¿Por qué decidió estudiar Ingeniería Agronómica? Siempre tuve en mente que me quería dedicar a mejorar algo muy primario como es la agricultura, la alimentación… y meterme en este sector tan tradicional para ver si con mi granito de arena le daba una vuelta. En las ingenierías puras no suele haber muchas mujeres pero en mi año sí que estuvimos al 50%. Ya se empezó a ver el cambio cuando empecé la carrera.

Siendo de ciudad, ¿cómo le surgió ese interés? ¿Tenía algún vínculo familiar con el sector? La verdad es que no. Nadie en la familia es agrónomo ni tengo tradición de una empresa familiar agraria. Pero mi objetivo era mezclar algo relacionado con el medioambiente con algo primario y de alimentación y los caminos me llevaron ahí. Al final he acabado donde quería, que es en algo agroalimentario unido con algo social.

Habla de darle una vuelta al sector. ¿Qué necesita? Por un lado nuevas tecnologías. Sigue siendo un poco tradicional en ese sentido. Cuesta introducirlas porque lo llevan agricultores con muchos años dedicándose a ello y cambiar su rutina es difícil. Y por supuesto, el género. Es un sector en el que se ha necesitado aplicar leyes nuevas para dar más titularidad a la mujer en cuanto a obtener tierras, títulos, en cuanto a poder suministrar, cooperativas… La mujer es el segundo gran enfoque que hay que darle.

Apuesto por la flexibilidad horaria y bonificar los permisos de maternidad y paternidad que duren lo mismo

Dentro de la necesidad de avanzar en igualdad, ¿las mujeres rurales y agricultoras se ven especialmente damnificadas? Sí. Hubo una ley en 2010 que sí que ha hecho que cambie mucho el panorama. Es una ley de cotitularidad, ya que antes, al figurar sólo un nombre, prevalecía por tradición el hombre. Siempre las mujeres han dependido del hombre y hay mucha brecha aún.

En 2010. Hace muy poco. Sí. Hasta hace diez años la mujer prácticamente no tenía derechos en el campo. Era la número dos de a bordo como mucho.

A lo largo de su carrera, ¿usted ha encontrado obstáculos por ser mujer? A nivel personal, no. De hecho mi predecesor en la dirección de la fundación era un hombre pero nunca he notado desigualdad con él. Ni siquiera yendo a Tanzania, un país tan patriarcal. Pero dentro del sector se nota que hay mucha brecha y mucha desigualdad. No podemos optar a puestos directivos porque por ejemplo todavía no hay bajas maternales iguales que las paternales. E infinidad de obstáculos más.

¿Cree que la importancia que ha cogido la España vaciada ayudará a romper esa brecha? Lo que me gusta de que se haya puesto sobre la mesa la España vaciada es mostrar que lo que se necesita es conciliación personal. No digo familiar, sino personal. Está muy bien que se empiecen a ver alternativas como el teletrabajo y la flexibilidad horaria para estar todos en igualdad de condiciones. Y no tener nosotras el peso de ser madres.

¿Las ciudades empiezan a darse cuenta de que han sido muchos años de tener al campo olvidado? En los últimos debates en los que he participado se notaba un poco más que se pone sobre la mesa pero creo que todavía no se están tomando ni de lejos las medidas que se deben tomar. Hay muchos sitios a los que ni llega internet. Queda por hacer.

De izquierda a derecha, Paloma Pastor, María Quiroga y Patricia Caro, Avanzadoras 2020.(E.Omedes/B.Álvarez)
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