En la antigüedad eran famosos por su tamaño (hasta 11 centímetros) y por su sabor dulce y su textura jugosa. Los dátiles de la palmera datilera de Judea eran legendarios e incluso los griegos les conferían propiedades medicinales. Hace siglos que este árbol se extinguió, pero ahora la ciencia lo ha devuelto a la vida, revela Gizmodo.

Hace 2.000 años, las regiones cercanas a Jericó y el Mar Muerto estaban repletas de estas palmeras, de cuyos frutos escribieron elogios historiadores como Heródoto o naturalistas como Plinio el Viejo. Pero las guerras en la región las hicieron desaparecer alrededor del siglo IV d. C.

Por fortuna, en los años 60, una expedición arqueológica que buscaba una fortaleza del rey Herodes en Masada encontraron semillas de dátil de gran tamaño, que se conservaron en un entorno protegido. Décadas después, en 2005, investigadores de la Organización Médica de Hadassh, en Jerusalén (Israel), intentaron germinar esas semillas y lo lograron. Nació así Matusalén, la primer datilera de Judea en crecer desde hace siglos. Por desgracia, Matusalén es macho, por lo que ella sola no bastaba para producir dátiles.

Ahora, esos investigadores, 15 años después, han retomado el proyecto para seleccionar 35 semillas viables de las halladas en Masada. Seis han nacido ya y se llaman Jonás, Uriel, Boaz, Judith, Hannah y Adán.

Han publicado en la revista Science Advances los resultados de su proyecto, que puede ser clave para recuperar semillas conservadas durante siglos.

Además, han realizado análisis genéticos que revelan que la palmera datilera de Judea es el resultado de sofisticados procesos de selección artificial y prácticas agrarias, ya que cada ejemplar es genéticamente diferente. Los investigadores pretenden iniciar con el tiempo una plantación, de modo que puede que se comercialicen dátiles como los que se hicieron famosos hace miles de años.