Hace poco más de un año Ben Affleck tocó fondo. Tras un doloroso divorcio de Jennifer Garner que acabó en un centro de desintoxicación y ha tenido que hacer frente a una nueva vida en la que, incluso, ha llegado a decirle adiós a Batman, el papel que más mérito le ha dado en la última década. 

Así, durante los últimos meses, sus avances en lo que al alcoholismo se refiere se han convertido en las noticias más abundantes sobre el intérprete de 47 años, quien ahora se encuentra inmerso en la venta de la finca en Georgia de la que tanto ha disfrutado cada verano desde que la adquirió cuando aún estaba con Jennifer López.

Una finca con tres mansiones

Por motivos que, por el momento, no han trascendido, Ben Affleck ha decidido poner a la venta por 6,9 millones de euros la finca de 35 hectáreas que tienen a lo largo del río North Newport, en Hampton Island, donde tres viviendas de dimensiones considerables fortifican esta parcela que respira el clásico estilo sureño de los Estados Unidos. Como destacan desde la inmobiliaria Engel & Völkers, desde donde llevan su venta, esta finca de lujo, ubicada en un marco incomparable, cuenta con tres mansiones con nombre y características propias; así como con instalaciones ecuestres, acceso al mar desde un muelle privado y una completa privacidad y tranquilidad.

La primera, Casa Grande, es una vivienda diseñada por el arquitecto Jim Strickland y está considerada una de las joyas de la costa de Georgia, tanto por sus cualidades como por el valor artístico. Con una superficie de 557 metros cuadrados, en esta mansión destacan las inmensas chimeneas que ocupan cada una de las estancias de techos infinitos.

Es desde el camino que se inicia en la terraza de esta divinidad arquitectónica desde donde se llega a la segunda de las casas, Summer Cottage, destinada a ser disfrutada durante los meses de verano. Un espacio construido en madera y decorado con mobiliario de autor iluminado por grandes ventanales.

Por último, y a orillas del río, se encuentra la Casa de las ostras, una mansión de 950 metros cuadrados en la que su mayor peculiaridad son los muebles que adornan sus cinco dormitorios, todos hechos con literas rescatadas de barcos.