"Ni aunque nos pidan un euro, no alimentaremos a la bestia"

  • Un empresario y un comerciante vascos, amenazados y extorsionados, relatan a '20 minutos' por qué han plantado cara a ETA.
  • "He hipotecado mi libertad, mi vida, mi negocio y mi familia".
  • "No voy a dar dinero para que se paguen asesinatos, secuestros".
  • Unos 4.000 empresario ya han pagado el impuesto revolucionario.
Santiago Abascal (izquierda) es vasco y tiene 59 años. Está casado y tiene tres hijos y tres nietos. Ricardo Benedí (derecha) es un bilbaíno de 50 años. Está casado con cinco hijos y un nieto.
Santiago Abascal (izquierda) es vasco y tiene 59 años. Está casado y tiene tres hijos y tres nietos. Ricardo Benedí (derecha) es un bilbaíno de 50 años. Está casado con cinco hijos y un nieto.
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Santiago Abascal (izquierda) es vasco y tiene 59 años. Está casado y tiene tres hijos y tres nietos. Ricardo Benedí (derecha) es un bilbaíno de 50 años. Está casado con cinco hijos y un nieto.

Ricardo y Santiago ejemplifican el calvario que cada día viven miles de empresarios y comerciantes en el País Vasco y Navarra. Los dos son vascos y "amantes de la libertad y la democracia". ETA los tiene en su punto de mira, los amenaza y los extorsiona. Desde 1968 los comandos etarras han asesinado a 52 empresarios, industriales y comerciantes y han secuestrado a otros 15.

Ya no tengo libertad, ni siquiera para pasear con mi esposa

Algunos, por miedo, deciden ceder al chantaje etarra y pagar el impuesto revolucionario, unos 4.000 ya lo han hecho desde el año 2000, como publicó ayer 20 minutos. Otros, la gran mayoría, deciden plantar cara a la banda terrorista, porque "no quieren ser muertos en vida".

Los dos, ambos con un par de escoltas, reconocen que su valiente decisión les ha salido cara. "Ya no tengo libertad, ni siquiera para pasear con mi esposa. Mi tranquilidad emocional se ha visto resquebrajada. Parece mentira que me tenga que sentir libre cuando, por negocios, viajo al extranjero", señala Ricardo. "Tengo hipotecadas mi vida, mi familia, mi libertad, mi negocio", explica Santiago.

Tengo hipotecadas mi vida, mi familia, mi libertad, mi negocio

ETA ha conseguido unirles e incluso que traben una buena amistad. Ricardo tiene un grupo industrial en Bilbao y desde el año 2005 ha recibido cuatro cartas de extorsión exigiéndole 138.000 euros. Santiago no ha recibido ninguna carta, sí su padre en 1980, cuando dirigía una fábrica de toallas.

Él tiene ahora un comercio de ropa en Amurrio (Álava). Su compromiso político con el PP le ha puesto en la diana. "Me han quemado la tienda, roto las lunas, pintado los cristales. Ya me he gastado 25 millones de pesetas en desperfectos", afirma.

"No pagaré asesinatos"

Los dos se muestran firmes a la hora de explicar su coraje. "No pagaría ni aunque me pidieran un euro. Primero porque mi dinero es mío y de mi familia y lo hemos ganado con nuestro esfuerzo, segundo porque la extorsión es una coacción que atenta contra mi libertad, y tercero porque no voy a dar dinero para que se paguen asesinatos, secuestros, armas", explica Ricardo. Santiago es de la misma opinión. "No alimentaré a la bestia. Si todos los empresarios y comerciantes nos hubiéramos unido, ETA sólo sería hoy un mal recuerdo, ya que le hubiéramos cortado su financiación".

Si todos los empresarios y comerciantes nos hubiéramos unido, ETA sólo sería hoy un mal recuerdo

Igual de firmes se muestran al condenar a los empresarios que sí pagan. "Lo rechazo y lo censuro. Es egoísta, indigno e injusto. Mi moral me lo impide", asegura Ricardo.

"No lo disculpo", agrega Santiago. "Si tienes miedo, vete o utiliza el dinero que te piden en contratar guardaespaldas. Colaborar con el terrorismo es escandaloso". Ricardo reconoce que a pesar de las cartas de ETA sus empresas aún no han sufrido daños. Muy distinto de Santiago, que ha estado en la lista de objetivos de tres comandos. Incluso le llegaron a pintar dos caballos que tiene con 'Gora ETA y Abascal hijo de puta'.

Las amenazas no les van a echar de su tierra. "Somos vascos y no nos moveremos de aquí. Amo la libertad y el trabajo", asegura Ricardo. "Uno siempre tiene momentos de hartazgo, pero me he comprometido políticamente con mi pueblo. Aunque ahora me obliguen a rotular mi negocio en vasco. Hay que hacer bandera con la libertad, no con el idioma", afirma indignado Santiago.

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