No manipulan las tragaperras, pero son expertos en detectar el sonido de la moneda. Con una pequeña inversión obtienen siempre el mayor premio 240 euros. Esta forma de actuar de grupos organizados de jugadores chinos les ha valido que en bares de Barcelona proliferen ya rótulos donde se les prohibe jugar.
En la calle Arnau d'Oms, en un bar regentado por asiáticos, un rótulo en los dos idiomas anuncia la prohibición de jugar en las máquinas a sus compatriotas «por una cuestión de imagen». Admiten, no obstante, que «los chinos juegan y ganan mucho».
Fuentes policiales informan que se trata de grupos organizados que «han importado los trucos» de su país de origen y que, incluso, en alguna ocasión se han llegado a incautar instrucciones con grafía china. Establecidos en Barcelona, se reparten zonas y envían a hacer la ruta a subordinados que apuestan con métodos estudiados en origen, teniendo en cuenta que los asiáticos son los principales importadores de maquinaria recreativa.
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