El Saló Ciutat del Ajuntament de Barcelona ha vivido este miércoles al mediodía un hecho histórico para Barcelona para el que ha tenido que esperar más de 130 años: la entrega de la licencia de obras al templo de la Sagrada Família.

En un acto sobrio y muy caluroso –al hacerse en una sala noble sin aire acondicionado y abarrotada– la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, ha entregado a la Junta Constructora de la basílica la licencia de obras, de las actuales de construcción en vertical, la finalización de las torres y de parte de la fachada, que están siguiendo las previsiones y podrán estar listas en el año 2026.

La junta ya ha pagado a la ciudad los 4,6 millones de euros correspondientes a los impuestos y tasas asociadas al permiso de obras. El compromiso alcanzado hace casi dos años (en octubre de 2018) contempla que el templo pague un total de 36 millones de euros al Ajuntament en 10 años.

La licencia establece 41.000 metros cuadrados de superficie construída, dos plantas y subterráneo, y la definición de los usos de la basílica: centro de culto visitable y usos como sacristía, oficinas y talleres de mantenimiento, y 750 metros cuadrados de uso comercial como máximo.

Esteve Camps, presidente delegado de la junta, ha recordado que la segunda fase de obras, la que permitirá hacer los trabajos de volumetría que afectan a diversas fincas de vecinos, comenzará a consensuarse con los residentes afectados y el resto de agentes implicados después de la Mercè. La responsable de Urbanismo ha incidido en que el posicionamiento del Consistorio estará en todo momento alineado con garantizar la sostenibilidad del proyecto y el derecho a la vivienda.

Para la segunda fase no hay aún fecha de finalización, como tampoco para la ornamentación de la fachada de la Glòria, la escalinata proyectada por Antoni Gaudí y el acceso directo del metro a la basílica, que se ha de consensuar con Adif y Transports Metropolitans de Barcelona (TMB).

Sobre esta última, Sanz ha dicho que, a falta de las conclusiones finales, parece que la L2 del metro podría ser la mejor opción de conexión entre el suburbano y el templo. La entrada al monumento no es un tema menor teniendo en cuenta las exigencias de seguridad –el nivel 4 de alerta terrorista y la amenaza yihadista– y la gran cantidad de visitantes: 4'5 millones anuales en el interior y alrededor de 20 millones que lo visitan desde el exterior.

La mejora de los accesos al metro incluye una partida de 7 millones de euros aportados por la Sagrada Família dentro del grueso de 36 millones a pagar en 10 años.

De esta cantidad total también se desgranan 4 millones de euros dirigidos a la nueva urbanización del entorno y otros tres millones para el mantenimiento de servicios para el espacio público (300.000 euros cada año) como la limpieza, la vigilancia o la movilización de agentes cívicos. La cantidad restante, de 22 millones de euros, se destinarán a la mejora del transporte público, a razón de 2,2 millones por año.