"Los coordinadores parentales actuamos cuando los padres se centran tanto en dañarse que se olvidan de sus hijos"

Laura de Blas y Ana García, coordinadoras parentales de la Fundación Filia en la Comunidad de Madrid.
Laura de Blas y Ana García, coordinadoras parentales de la Fundación Filia en la Comunidad de Madrid.
ELENA BUENAVISTA
Laura de Blas y Ana García, coordinadoras parentales de la Fundación Filia en la Comunidad de Madrid.

"No lo recoge la sentencia". "Si no lo dice un juez no pienso aceptarlo". "No voy a ceder". Expresiones como estas son frecuentes entre parejas con hijos que acaban en una separación conflictiva. Padres que llegan a tenerse tanta animadversión que se enrocan en sus posturas sin tener en cuenta el dolor que causan a los pequeños. Para evitar estas situaciones, la Fundación Filia de Amparo al Menor introdujo en España en 2015 la figura del coordinador parental y ahora, la Comunidad de Madrid se ha convertido en la primera en implantarla de forma permanente.

Filia ha puesto en marcha el Servicio de Coordinación Parental gracias a que la Consejería de Políticas Sociales ha resuelto a su favor la petición que presentó y ha decidido subvencionarlo. Laura de Blas, psicóloga, y Ana García, abogada, son sus encargadas. El centro de operaciones se ubica en la sede de la fundación, en la localidad de Majadahonda, desde el que estas profesionales trabajan codo con codo en cada caso. El área psicológica trata de reducir el nivel de conflicto y el área jurídica, de garantizar el marco legal.

"Los coordinadores parentales actuamos cuando los padres se centran tanto en dañarse que se olvidan de sus hijos", explica De Blas. Su labor arranca, dictaminada por un juez –a decisión propia o de las partes–, cuando ninguna otra intervención ha servido para rebajar la tensión y su objetivo es, ante todo, velar por el interés del menor. Unos menores que son los grandes perjudicados de estos procesos, que suelen sentirse culpables y que hacen suyo el sentimiento de abandono que sienten los adultos y sus discursos lanzados desde el rencor.

"Son padres que judicializan cualquier asunto", lamenta García.  Las vacaciones, los puentes, las visitas intersemanales cuando no es día lectivo o los lugares de recogida son fuentes habituales de disputa, pero también los viajes de fin de curso, las comuniones, las actividades extraescolares, los cambios de colegio o incluso qué odontólogo elegir. "Un juez no puede estar tomando la decisión de a qué dentista llevar al niño", señala la abogada. "No puede y no es su labor. La labor es de los progenitores", añade la psicóloga.

Plan de parentalidad

Para que sean capaces de llegar a un entendimiento sobre esas cuestiones y ante la imposibilidad de una sentencia de divorcio recoja todos los extremos sobre la guarda, cuidado y educación de los  niños, estas expertas periciales elaboran lo que se denomina un plan de parentalidad. A este plan, en el que se detallan los compromisos que asumen las partes para el día a día, se llega tras una serie de reuniones con la que se busca conocer las raíces del enfrentamiento y tender puentes.

"Les hacemos entender que tienen que ser flexibles y que su falta de comunicación y empatía no es solo hacia su expareja sino también hacia su hijo", remarca de Blas. "Hacemos que se retrotraigan en el tiempo, que lleguen a aquel momento en el que tenían puntos en común. Les instamos a ponerse en la piel del otro y buscamos un acercamiento de forma progresiva. Les damos pautas que les ayuden a ir llegando a acuerdos y a encauzar posibles conflictos que puedan darse en el futuro", complementa García.

Dependiendo de la edad del menor, también se citan con él. "No somos terapeutas. Si es necesario procedemos a una derivación", puntualiza la psicóloga. "Sí le hacemos ver que tiene que dirigirse al papá o la mamá con respeto. Cuando te dice que no ve a uno de ellos porque le trata mal y le preguntas ‘qué te ha hecho’ te das cuenta de que no hay una razón real", continúa la letrada.

Los informes que salen de este conjunto de encuentros y de toda la información que este servicio recopila son remitidos al juez y tienen carácter vinculante. Esa es una de las principales diferencias que el coordinador parental presenta frente a la mediación, que depende de la voluntad de las partes. Esta figura también tiene la potestad de entrevistarse con todo el entorno del niño, entendido en el sentido más amplio, y su intervención dura tres meses, prorrogables a otros tres, frente a la docena de sesiones que contempla el mediador.

Con esta figura, que en Estados Unidos lleva unos 25 años funcionando con éxito, se trata de reducir una cifra dramática, la de los más de 100.000 niños que en España, según los datos que maneja Lucía del Prado, presidenta de Filia, "sufren maltrato psicológico como consecuencia de una separación mal asumida y peor gestionada por uno de los progenitores o por los dos".

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