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Votar teniendo discapacidad intelectual: "A la manipulación estamos sujetos cualquiera de nosotros"

Dos peticiones que se repiten son tener los programas en lectura fácil y las fotos de los candidatos.
Dos peticiones que se repiten son tener los programas en lectura fácil y las fotos de los candidatos.
ELENA BUENAVISTA
Dos peticiones que se repiten son tener los programas en lectura fácil y las fotos de los candidatos.

"Que es por aquí mamá, ya te lo había dicho". La que habla es una joven con síndrome de Down, que avanza abriéndose paso entre políticos y periodistas por el pasillo del instituto en el que Plena Inclusión ha organizado, con la ayuda de la Comunidad de Madrid y la Delegación de Gobierno, un simulacro electoral. En él participan más de 300 personas con discapacidad intelectual que han querido ensayar todo el proceso.

Salvo por el hecho de recibir a la entrada una guía práctica sobre el derecho a voto en lectura fácil, nada difiere de una jornada electoral convencional.  Hay policías en la entrada, listas censales, cabinas, mesas con presidentes y vocales, interventores, urnas y papeletas. "Para evitar suspicacias hemos cogido los partidos que se presentaron a las autonómicas, municipales y europeas previas. Usamos el logo de entonces, pero todos los nombres están falseados", explica Silvia Sánchez, directora de comunicación de Plena Inclusión, que aclara que el ensayo no contempla las elecciones generales porque no ha dado tiempo a prepararlo.

Pero hacer un ensayo general no es el único objetivo. "Tenemos un grupo de expertos en accesibilidad cognitiva, compuesto por personas con y sin discapacidad intelectual, que estarán observando las posibles dificultades y a la salida harán preguntas sobre qué ha sido más fácil, más difícil y qué mejorarían los participantes. Así podremos dar sugerencias para facilitar las cosas", apunta Sánchez.

Hacer accesible un colegio electoral, un proceso de votación, va mucho más allá de colocar rampas. La accesibilidad cognitiva es algo que no se suele tener en cuenta y resulta fundamental.

"Algunos meten la papeleta en un sobre del color equivocado o las tres papeletas en un sobre. Es complicado porque son tres votaciones diferentes. También les cuesta encontrar dónde votar. Es algo que hay que trabajar bien antes. Vamos a proponer muchas ideas para que el proceso sea más fácil de entender, por ejemplo usando imágenes", cuenta Tini una de esas expertas que mencionaba Silvia Sánchez.

Miguel González es presidente en una de las mesas. Se trata de un voluntario de Fundación Repsol que ha sido interventor en varias elecciones. Reconoce que "no era consciente de la situación de exclusión que existía" e insiste en que la jornada se desarrolla "sin ningún incidente" y que "las incidencias que pueda haber son las mismas que en cualquier votación, como que venga gente confundida de mesa".

Tamara Cerezo, de 27 años, siempre ha votado, nunca se ha visto privada de este derecho que ejerce a conciencia y con entusiasmo. Tiene claro a quién quiere votar y ha venido al ensayo porque en las próximas elecciones quiere ejercerlo sola, sin compañía alguna, "para ser un poco más independiente".

Cuando se le pregunta que habría que mejorar lo tiene claro: "poner fotos puede ser una ayuda. Y antes de votar necesitamos que el programa esté adaptado a personas con discapacidad". Tamara también piensa en las personas con problemas de movilidad. "Quizá debería haber una persona de apoyo para las personas con discapacidad física, para que les ayuden en vez de sus familiares, porque a lo mejor no quieren que sepan lo que van a votar".

Tamara Cerezo ejerciendo su derecho al voto.
Tamara Cerezo ejerciendo su derecho al voto.

Tamara Cerezo ejerciendo su derecho al voto en el simulacro. (ELENA BUENAVISTA)

"¿Qué papeleta quieres?, ¿Ciudadanos?, ¿PSOE?", se escucha en toda el aula, y a continuación: "¿Quieres que lo diga más bajito?" y algunas risas.  Efectivamente, garantizar la privacidad del voto también es un reto a superar.

El que va a votar es César Nieto, que tiene 31 años y una discapacidad física que limita todos sus movimientos, por lo que necesita mucha ayuda durante todo el proceso. No puede hablar, así que se comunica con una tableta y mirando en una u otra dirección. Nunca ha podido participar en un sufragio, pero asegura estar bien informado y tener claro a quién quiere votar. De hecho es secretario del Comité de Ciudadanía en su asociación. Cuando se le pregunta si le parece una buena noticia haber recuperado su derecho a voto, su enorme sonrisa es la mejor respuesta.

Las expresiones de felicidad son una constante para las personas con discapacidad que están votando; Beatriz Escribano, de 44 años, deja claro el motivo: "al poder votar estamos incluidos en la sociedad". Por el mismo motivo, verse privado de este derecho les hacía sentirse excluidos. "Pude votar desde los 18 hasta los 27 años. Luego me incapacitaron y me dolía cuando iba al colegio electoral y no podía hacerlo", reconoce Beatriz, que insiste en que "tengo claro a quién votar, lo tengo aquí, en mi cabeza".

Votar supone estar incluido y también ser parte activa en la sociedad. Jaime Alcalá tiene 22 años y, al igual que César, la primera vez que ha votado en su vida ha sido en este simulacro, que considera útil y al que ha venido solo. En su caso, confiesa que no le hace especial ilusión votar, pero también que "puede ser una buena idea hacerlo para cambiar el futuro".

César Nieto ejerciendo su derecho al voto.
César Nieto ejerciendo su derecho al voto.

César Nieto eligiendo papeletas. (ELENA BUENAVISTA)

Casi cien mil votos

Las primeras elecciones en las que ya pudieron votar fueron las andaluzas, en diciembre, pero en toda España son 96.418 personas las que no podían ejercer su derecho al voto y que recibirán la tarjeta censal para las próximas elecciones generales gracias a que el pasado mes de octubre todas ellas recuperaron el derecho a voto, sin excepciones.

"La mayoría son personas con discapacidad intelectual, pero también hay ancianos y personas con problemas de salud mental que habían sido eliminadas del censo automáticamente al modificarse su capacidad de obrar, lo que antes se conocía como incapacitación, para proteger cuestiones como, por ejemplo, la gestión del patrimonio. Pero no tiene sentido, no tiene que ver. Imagina que cuando tu hijo cumple 18 años y ya puede votar te dijeran que también dejes el patrimonio en sus manos, no lo haríamos ni locos", reflexiona Silvia Sánchez.

"Si querían recuperar el voto tenían que someterse a un examen del juez", sigue explicando la portavoz de Plena Inclusión, "hay gente a la que le han preguntado qué opinan de la prima de riesgo, algo a lo que yo tampoco sabría que contestar, y que rompía cualquier principio de igualdad. A mí no me hacen un examen para ver si tengo capacidad de votar".

El prejuicio de la manipulación del voto

El gran escollo al que probablemente se enfrentan las personas con discapacidad intelectual que ejercen su derecho al voto, es que no votan en conciencia. Silvia Sánchez es consciente de ello, pero argumenta que "todo se basa al final en la permanente infantilización del colectivo. Como se tiene la concepción de que son como niños, se cree que votarán lo que dicen su padre o su madre. Hay que dejar de asociar discapacidad con incapacidad para poder pensar por ti mismo lo que es mejor para tu barrio, tu ciudad o tu país. Hay muchos interesados en la política, otros que no, pero es el derecho principal de la ciudadanía".

"Desde fuera puedo entender esa suspicacia, pero a la manipulación estamos sujetos cualquiera de nosotros", añade Sánchez, "por eso nosotros trabajamos para que la información sea accesible y para darles un apoyo, cuando lo necesiten, de manera profesional y que así no entre esa duda de la manipulación".

Incluso más tajante es Tomás Marcos, senador de Ciudadanos y diputado en la Asamblea de Madrid que tiene un hijo con discapacidad: "Sinceramente creo que es como en la época de Clara Campoamor, cuando se dijo que las mujeres no tenían capacidad para discernir el voto. Y voy a hacer una afirmación políticamente incorrecta, si hiciéramos una evaluación de la capacidad de votar de algunas personas neurotípicas, algunos hasta suspenderían".

De hecho Marcos va un paso más allá: "hay una derivada de todo esto que me encanta y es que las personas con discapacidad puedan ser representantes públicos y que también se incorporen con asesores en los grupos parlamentarios. Está muy bien votar y participar, pero también estaría muy bien dar el paso de participar activamente. Hay un déficit de personas con discapacidad intelectual y psicosocial en los partidos. Los ciudadanos con discapacidad intelectual, como dice ahora la película Campeones, son ciudadanos de primera".

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