Que la relación entre Meghan Markle y Kate Middleton no es buena es algo que se sabe y viene de lejos. Este enfrentamiento ha provocado ya roces de la duquesa de Sussex con numerosos miembros de la familia real británica, entre ellos la mismísima reina Isabel II. Una tensión que ha llevado a Meghan y Harry a mudarse este 2019 fuera de Kensington, una decisión hecha pública hace unos meses y que fue el detonante definitivo para que se aireasen todos los desencuentros entre las duquesas.

Todo ello ha desembocado en un hecho sin precedentes ahora: el distanciamiento de los hermanos Harry y Guillermo. Lo que parecía impensable hasta hace unos meses se ha confirmado esta semana, con la separación de sus agendas por completo, tanto en funciones como en lo personal, hasta el punto que desde The Times se ha señalado que apenas se mantendrá como vínculo entre ambos la comunicación meramente institucional desde Kensington.

Los hijos de Carlos de Inglaterra, hasta ahora inseparables, han sucumbido a la mala relación existente entre sus esposas y la difícil adaptación de Meghan a Kensington, lugar del que Harry y ella saldrán en semanas para instalarse en Frogmore House, en Windsor.

Una mudanza que servirá de antesala al nacimiento del primogénito de los duques de Sussex, previsto para finales de abril o principios de mayo. Se establecerá así una doble residencia hasta entonces inédita en la Casa Real británica, ya que los descendientes directos de la reina han establecido siempre su vivienda oficial en Kensington Palace.

Desde el entorno de Meghan y Harry se explica que la decisión de mudarse responde a la necesidad de la pareja de encontrar un entorno más tranquilo de cara al nacimiento del bebé y a que Frogmore House es un lugar especial para ambos, ya que allí se realizaron las imágenes de su compromiso y la recepción oficial de su boda. Sin embargo, el distanciamiento personal y laboral entre Harry y Guillermo pone de manifiesto que hay mucho más detrás de esta mudanza.

El nuevo domicilio de los duques de Sussex ha sido reformado por completo por un coste de cuatro millones de euros de las arcas públicas y se espera que, además de la pareja y su hijo, se instale también allí Doria Ragland, madre de Meghan, el principal apoyo de esta, cuyas relaciones con varios miembros de su familia tampoco son las mejores, en especial con su padre.