Mario Garcés: "No voy a pedir perdón por ser político y escribir"

Mario Garcés, secretario de programas del PP y escritor, en Madrid.
Mario Garcés, secretario de programas del PP y escritor, en Madrid.
JORGE PARÍS
Mario Garcés, secretario de programas del PP y escritor, en Madrid.

Mario Garcés (Jaca, 1967), secretario de Programas del Partido Popular (PP) y ex secretario de Estado de Igualdad, "se desahoga" de las responsabilidades de la política cuando, a partir de las once de la noche, se pone a escribir "en la cocina, con un iPad y dos dedos".

Publica Historias de España que nadie te había contado (Almuzara, 2018), su cuarto libro, que sigue el camino que arrancó con Episodios extraordinarios de la historia de España, donde juega con literatura e historia para divulgar episodios y personajes poco conocidos del pasado. Y cuenta historias desde el siglo XVI hasta el XX, acompasando el estilo literario con el momento histórico en el que suceden.

En la época de la Wikipedia, ¿quedan historias por contar?

Quedan historias que fueron contadas a su manera. Siempre distingo entre la mitología y la timología. Hay mucha mitología histórica, personajes que se convierten en fenómenos populares como algunos que salen en mi libro: Fernando VII, Lorca, Isabel II, Juana La Loca... Y sin embargo, en muchos de ellos, más que mitos tienen encima timos: lo que hay que hacer es descifrar el momento y ver lo que pasó, y a partir de ahí yo meto un filtro de subjetividad. Aspiro a entretener y dar a conocer algunos momentos de esa historia más oculta.

En esos timos, ¿mete el negacionismo y el revisionismo?

El negacionismo, el revisionismo y la corrección política me parecen lamentables. La historia es la que es, son hechos narrados. Uno de los grandes problemas de este país ha sido negar la historia. España lleva meses entre el valle (de los caídos) y la valla (fronteriza). Tenemos que salir de aquí. Hace cien años se estrenó Luces de Bohemia y hay una escena entre Rubén Darío y el marqués de Bradomín cuyo diálogo nos muestra que seguimos igual.

Los nacionalismos periféricos, ¿no están provocando el auge de un nacionalismo español?

Creo que ha habido tres crisis que se han agolpado: la de seguridad, tras el 11-S y los atentados en Europa, que ha provocado una incertidumbre sobre el modelo de democracia que tenemos; la segunda, la económica, muy importante, que ha provocado un paro juvenil altísimo que hace que los jóvenes no crean en el sistema, y que les hace buscar soluciones en las esquinas; y la tercera, que es más propia de España, la crisis de identidad como colectivo. Los países en Europa tienen superada su realidad nacional y no se la plantean. Creen que hay tender más hacia la supranacionalidad más que a la fragmentación interna. Lo que no podemos negar es que, con las excreciones del terrorismo y la corrupción, hemos vivido los mejores 40 años de la historia de este país. Prefiero como liberal ordenado, asentar las bases de lo que ha funcionado extraordinariamente bien, que pensar en planteamientos redentoristas, populistas o nacionalistas que quieran romper esa realidad.

¿Hay hispanofobia?

Hay un sentido de negación del otro. En algunas comunidades autónomas gobernadas por nacionalistas se ha intentado buscar enemigos y no lo han hecho en el exterior, sino dentro: la centralidad política y el Estado. Cuando creas un enemigo, refuerzas el componente nacional y tu yo colectivo. Es una forma mediocre de crear nacionalismo, pero lo han hecho. Hay una cierta hispanofobia y un cierto discurso supremacista intolerable. Soy liberal y tiendo a hablar con todo el mundo hasta que hacen declaraciones supremacistas o racistas. A partir de ahí, diga lo que diga para mí no tiene valor alguno.

El PP va a tener que negociar con Vox en Andalucía...

Vox es un partido que tiene que justificar lo que dice y cómo lo dice. Las reflexiones que se hacen cuando no se gobierna tiene que pasar, cuando se llega, por el tamiz del pragmatismo y la realidad. Vox es un partido nuevo que no ha pasado por un proceso de adaptación y transformación. El primer mensaje de lo ocurrido en Andalucía es que hay una oportunidad de sustituir democráticamente una especie de régimen elegido que ha imperado en Andalucía durante casi cuatro décadas. Y creo que esa oportunidad hay que aprovecharla. Donde tengamos puentes en común con Vox y sobre todo con Ciudadanos, lleguemos a un acuerdo. Y donde no podamos llegar a acuerdos, no lo hagamos.

¿Algún día escribirá alguna crónica de este tipo de algo que haya vivido en política?

He vivido muchas cosas. Siendo subsecretario de Fomento viví el terremoto de Lorca, el accidente de Germanwings, el de Santiago de Compostela... Como secretario de Igualdad pasé noches durmiendo con las mujeres que hacían huelga de hambre en la Puerta del Sol... Algo, por cierto, que como lo hizo alguien de derechas, no se le dio ningún valor. Si hubiera sido alguien de izquierdas, sería un héroe nacional. En eso la política es muy desagradecida. Aún así, siendo secretario de Estado viví la mayor oleada feminista de la historia y me parece maravilloso. Hay voces que lo quieren acallarlo o no lo entienden, pero como miembro del PP reconozco el valor del feminismo como el primero.

"En las primarias del PP vi cosas que no me gustaron"

¿Y las recientes primarias de su partido no darían para una crónica?

Participé en las primarias con el objetivo de renovar y rearmar al partido y al centro derecha liberal. Fui el único miembro del Gobierno que salió en un diario, en éste, en 20minutos, mostrando mi apoyo a Pablo Casado. Pero vi cosas que no me gustaron: me di cuenta que mucha gente participaba por pura supervivencia. Las primarias son buenas, pero dejan heridas en todos los grupos. Hay que coser las heridas, que cuesta, pero con voluntad se hace. En el fondo son heridas de ego y orgullo.

Esa cicatrización y rearme, ¿va a llegar a tiempo para el ciclo electoral que nos espera en 2019?

Creo que ya está llegando. Las elecciones andaluces han sido muy favorables y van a permitir que Juanma Moreno sea presidente de la Junta. Es una oportunidad para el cambio. Y viendo como está evolucionando el espectro político en España veo muchas posibilidades de que el PP vuelva a Gobernar en breve. Sánchez, creo, que intentará mantenerse y aguantará hasta finales del año que viene.

Habla como si el resultado en Andalucía hubiera sido bueno para su partido...

Es verdad que si analizamos individualmente los resultados, hemos perdido y hay que reconocerlo. Pero también es verdad que el voto de la derecha se está hiperfragmentando. También hay que entender las oleadas emocionales que se producen. Estamos llamados a refundar el centro derecha liberal en España, que no puede ser una hidra con tres cabezas. Y lo haremos porque tenemos más base y estamos más preparados para ello.

¿No teme que los historiadores le acusen intrusismo con sus libros?

Me lo dice un periodista, ¡cuánta gente ejerce esa profesión sin serlo! Hay que respetar la actividad creativa de cualquier persona. No pretendo ser historiador, sino más bien todo lo contrario: que los historiadores me lean y consideren que no me he equivocado. Mis textos están basados en todo tipo de fuentes. ¿Intrusismo? Entonces nadie podría escribir novela histórica, por ejemplo, salvo los historiadores.

¿De dónde viene su pasión por la historia?

Considero que es un referente: en ella nos contemplamos en el espejo de la realidad. Y más en un momento en el que se ha mixtificado la historia demasiado. Hay un fenómeno retrospectivo donde lo que se cuenta no se corresponde con la realidad. Fundir literatura e historia es algo muy interesante, sobre todo en un momento en que hay bastante novela histórica, y bastante mala, en este país.

Pero sus propios relatos son un tipo de ficción...

Muchos de los lectores tratan de descubrir en cada una de las crónicas dónde empieza la verdad y dónde la ficción. Es un juego. Lo que pretendo es que no se presente la literatura como oficialista, que no sea un manual. Que haya narratividad y que nos veamos identificados en esos personajes que, a veces no son muy famosos, pero que son parte de la forja de este país.

Por su dimensión pública, quizá llegue a más público que los propios historiadores en los que basa sus crónicas...

Sin duda. Me apena que gente magnífica que en la universidad están haciendo un trabajo excelente no tenga las oportunidades que yo tengo de promocionar una obra.

¿Un político que escribe es una rareza?

Ahora sorprende. En mi caso, parece que un político liberal humanista como yo tiene que justificarse y pedir perdón. No lo voy a hacer y, además, como buen aragonés, lo voy a seguir haciendo. Este libro está 'anti-dedicado' a los que les molesta que que un político escriba. Falta esa médula de pensamiento crítico y reflexivo que tuvo la clase política en los 70 y 80. Hay compañeros de la política que escriben, pero me gustaría que fueran más.

Le gusta la historia, pero no desde esa óptima romántica de "cualquier pasado fue mejor"...

No, mucha gente me pregunta que en qué momento histórico me gustaría haber vivido. ¿Con con Fernando VII? ¡Pero si era un demente! Los que vivimos son los mejores momentos de nuestra historia, aunque estamos en un momento crítico en el que tenemos que decidir qué queremos que pase en los próximos años. Estamos ahora en una especie de bucle melancólico, de escupitajos en el Congreso. Hay una España que escupe al cielo, otra al suelo marcando el territorio y otra España que se empiece a cansar de ver escupir. Esa España que dentro de 15 años, un tercio va a tener más de 65 años y dentro de 40, 200.000 personas va a tener más de cien. Esos son los retos de este país. Que estemos rompiendo las costuras cuando el modelo ha funcionado muy bien, hiperfragmentando la realidad, creando psicosis colectivas... Hagámonos fuertes en lo que hemos sido fuertes y sigamos avanzando, con más formaciones políticas, con alianzas y recuperando valores como la tolerancia y el pacto. Hay mucha intolerancia en España, es casi imposible llegar a ningún acuerdo con nadie. Esos valores de acuerdo que había 40 años me cuesta encontrarlos ahora.

Hay varias historias que darían para películas...

Sí, como la expedición Balmis, que ya tuvo serie, pero si lo tuvieran en EE UU ya habrían hecho tres o cuatro superproducciones. O la historia del primer colegio exclusivamente femenino, de donde salieron dos de las primeras mujeres licenciadas en España a finales del siglo XIX. Lo fundó una mujer puritana y noretamericana que se asentó en Santander y tuvo muchos problemas con el carácter del norte, Alice Gordon. Es una mujer que nadie conoce aquí y que daría para novelas y películas. Y además es un historia de superación muy feminista.

Si Hollywood tuviera esas historias, pero ¿el cine histórico español no suele huir de estas historias y mantiene un cierto tono quejumbroso?

El cine histórico español ha tenido un problema. Durante el franquismo, el cine histórico era de régimen y propagandístico. Cuando llega la democracia hay que hacer cuentas con el pasado, que es la propaganda franquista. Hemos estado treinta años revisando la historia de la República y la Guerra Civil. Que está muy bien, pero creo que ha llegado de contar las grandes historias de la historia como Fernando el católico u otras similares. El cine histórico español tiene cierto tono pesimista y deprimente. Hay anécdotas e historias preciosas.

Alguien dirá que ya viene un político del PP a vender su visión ideológica de la historia...

No lo hago. Ni cuando escribo, ni cuando actúo en películas, lo hace el político. No llevo ese sesgo conmigo. Escribir me sirve para desahogarme.

BIO. Mario Garcés

Político aragonés, jurista, escritor, columnista en 20 minutos y actor. Fue secretario  de Estado de Igualdad en el Gobierno Rajoy y, actualmente, es secretario de Programas del Partido Popular.Ha escrito manuales jurídicos y políticos y cuatro libros. También ha debutado como actor de cine.

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