Eva García Sáenz de Urturi: "Escribir no es una cuestión de genitales, sino de cerebro"

La escritora Eva García Sáenz de Urturi, en Vitoria.
La escritora Eva García Sáenz de Urturi, en Vitoria.
©CARLOS RUIZ B.K (CEDIDA POR PLANETA)
La escritora Eva García Sáenz de Urturi, en Vitoria.

La novela del éxito literario (al menos una de ellas) la podría escribir Eva García Sáenz de Urturi. Esta escritora arrancó su carrera editorial con fuerza desde internet y, desde 2016, está arrasando con una trilogía policíaca ambientada en su ciudad natal, Vitoria, donde el crimen psicológico y la Historia se mezclan de una manera endiablada. Más de 700.000 lectores, 35 ediciones, una película basada en la primera novela dirigida por Daniel Calparsoro y con Belén Rueda a punto, rutas guiadas sobre la novela por Vitoria... Y lo más importante, una legión de fans, autodenominados krakenianos, en honor a su protagonista.

Ahora, antes de que llegue la película, llega el desenlace de la trilogía de la ciudad blanca, Los señores del tiempo (Planeta, 2018).

Tras un éxito así, ¿se siente presión ante una nueva novela?

Sí, cuando partes de un éxito, la presión por no defraudar está presente. Pero, y esto creo que nos pasa a todos los autores con los cambios de hábitos, de contenidos y los maratones de Netflix, a la presión por hacer algo de calidad literaria se suma la presión de escribir para ya. La gente se lee la novela en tres noches y en redes sociales, en la misma semana del lanzamiento, te dicen: "Queremos la siguiente para ya". Todos entienden que una novela de 500 páginas no se escribe en dos días, pero cuando los lectores se ponen en modo fan añaden una presión tremenda.

Lo histórico ha estado presente en la trilogía con la arqueología, lo celta... pero en esta tercera novela da un paso más e incluye una novela histórica dentro de la propia novela...

Sí, una novela histórica tal cual, que se puede leer de principio a fin. He querido maridar dos géneros, hacer dos novelas en una, que se puedan leer cada una de seguido; pero que tenga su razón que estén juntas, su relación. Quería que fuera un reto como escritora para mí. Necesitaba apretarme.

Con qué se queda de cada género...

Con la histórica me siento muy cómoda, empecé con este género y me gusta leer, además de narrativa, libros de historia. Con el thriller me divierto, porque hay que montar un artefacto y que no te pillen los lectores. Los lectores de policíaco saben mucho y van conociendo las costuras de cada escritor. Así que esta me la tomé como un reto intelectual con los lectores: no váis a saber por dónde va ni quién es el asesino.

Dicen la novela negra suele introducir temas sociales actuales. ¿En sus novelas también?

Sí, en mi caso me he circunscrito a los problemas psicológicos: en la primera había un psicópata; en la segunda, un psicótico; y en esta tercera, alguien con un problema de trastorno de identidad disociativa. Me gusta mostrar cómo personas así llegan a matar, cómo la infancia y la familia influye...

Y ¿qué quería mostrar sobre la historia de su ciudad?

Siempre me ha gustado que mis novelas sean didácticas, creo que una parte importante de mi éxito es lo que aprenden los lectores con mis novelas. En este caso quería mostrar un Juego de Tronos patrio, entre los reinos de Navarra y Castilla, donde las fronteras eran líquidas y los nobles cambiaban de bando, y todo eso afectaba al día a día de las personas.

¿Fronteras líquidas? Aunque habla de la Edad Media, es una reflexión que puede valer para hoy en día...

Cuando lees historia y ves cómo nos hemos comportado hace mil años, ves lo poco que ha cambiado todo, incluida la política. Nuestras reacciones son las mismas que las del hombre del medievo, pese a que sus vidas era más breves y muchísimo más duras, desde los reyes a los campesinos.

Ese didactismo que le gusta, ¿supone una mayor responsabilidad?

Es un doble trabajo. Porque hay que documentarse y extraer elementos válidos, no cargar la novela y convertirla en un ladrillo. Uno de mis retos es hacer que el lector aprenda, pero sin que la lectura pierda agilidad.

Los tópicos aún vigentes suelen decir que los hombres escriben novelas más violentas y guerreras y las mujeres más historias de amor. En Los señores del tiempo hay de todo un poco, violencia, relaciones, un asedio medieval...

A las escritoras siempre nos preguntáis este tipo de cosas; a los hombres, no. Cuando escribes y cuando vives, no te levantas pensando si escribes o trabajas de una manera por ser mujer. Cuando escribes no hay géneros, ni en el escritor ni en el lector. No depende de los genitales, depende del cerebro, que es del de una persona que quiere contar una historia. En esta novela, es importante la batalla y lo son las relaciones.

Hablaba de la presión de los fans, y seguro que la pregunta que le hacen los kraneianos está clara... ¿Es realmente el final o habrá más novelas?

¡Qué puedo responder! No me lo he planteado, lo hago ahora cuando empiezo la promoción, pero sobre cómo y qué responderos. No he parado y sigo trabajando en esta trilogía, ahora en la promoción. No he acabado con ella. Es prematuro para mí hablar sobre lo que voy a escribir próximamente.

¿Cómo ve la película que dirige Daniel Calparsoro, con Javier Rey, Belén Rueda y Aura Garrido?

Terminaron el rodaje hace tres semanas, ahora están en el montaje. Es otro lenguaje, visual y mucho más físico: son lugares y personas de carne y hueso. Un equipo que está interpretando mis personajes. Cuando la vea entera entera, podré decirte algo. He estado en el rodaje y he visto varias escenas, y lo que he visto me gusta mucho. Lo que no sé es hasta dónde se va a poder plasmar en pantalla la magia de las novelas. Más allá de un fenómeno de ventas, esta trilogía ha sido un fenómeno fan. Y no sé si eso lo sabrá transmitir una película.

¿Cuál es el recuerdo más bonito de esta trilogía?

El factor humano. Guardo momentos emotivos de lectores que se han acercado y me han contado lo importante que han sido estas novelas para ellos. Hay gente que me han venido con bebés que se llamaban Eva porque estaban leyendo las novelas mientras lo elegían; otros que habían vivido en Vitoria y ahora no, y habían combatido la morriña con estas historias... y algunos lloraban cuando me lo decían; no sabes la gente que viene y me dicen que las novelas les han servido para evadirse cuando estaban acompañando a familiares en hospitales... Y vienen para darte las gracias por lo que has escrito. Para mí eso es lo más bonito de escribir novelas: cuando te das cuenta que has servido para cambiar vidas.

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