Las cicatrices económicas del 1-O: fuga de empresas, desconfianza, caída del turismo y freno en la creación de empleo

Agentes antidisturbios de la Policía Nacional, situados en los alrededores del colegio Ramón Llull de Barcelona para impedir el referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional.
Agentes antidisturbios de la Policía Nacional, situados en los alrededores del colegio Ramón Llull de Barcelona para impedir el referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional.
EFE
Agentes antidisturbios de la Policía Nacional, situados en los alrededores del colegio Ramón Llull de Barcelona para impedir el referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional.

Aquellas imágenes de urnas desplegadas, de gobernantes alentando a quebrantar la Constitución, de policías asestando porrazos a quienes se interponían en la calle en su labor, no solo han dividido a la ciudadanía catalana en dos bloques aún irreconciliados —constitucionalistas e independientes— sino que también desembocaron en una suspensión de la autonomía, en un enconamiento político... y en cicatrices económicas que perduran.

Las semanas posteriores al referéndum ilegal del 1-O visibilizaron una huída masiva de empresas de Cataluña. Pero aquello fue solo un efecto inmediato. Después vinieron los efectos de segunda velocidad: los turistas empezaron a desconfiar de Cataluña como destino seguro, las sociedades empezaron a elegir otras regiones para constituirse y la creación de empleo se frenó más que en otras regiones. "Cataluña se comporta peor que el resto del país en el 73% de nuestros indicadores económicos", asegura la Cámara de Comercio en su observatorio Económico-Empresarial de septiembre.

Estos son los arañazos económicas que el procés independentista —que sigue impulsándose desde las instituciones catalanas tras levantarse el art.155— ha infligido en Cataluña en el último año.

El mayor desplome de creación de empresas

Sociedades constituidas
Sociedades constituidas

La incertidumbre es la peor enemiga del dinero. No importa que gobierne la izquierda o la derecha. Que las leyes digan una cosa o la otra. El inversor quiere un entorno estable para hacer negocios sin sobresalto, así que lo que ocurre en Cataluña desde hace un año es un incentivo para abandonar la región o, si no aún no se había invertido, para descartarlo como destino del dinero.

La fuga de empresas ha sido contante. Más intensa en sus primeras etapas, cierto, con firmas catalanas como SabadellCaixabank o Agbar mudando su sede a otras regiones. Sobre todo a Madrid, pero también a la Comunidad Valenciana, más cercana geográficamente. Unas 4.500 compañías han borrado su residencia catalana desde entonces, aunque el Govern las rebaja a 2.500 porque varias comparten matriz. Algunas han vuelto, como Agbar; otras se fueron posiblemente para siempre.

Y muchos de los que pensaban invertir en Cataluña, están abandonando su idea. El INE muestran que el número de sociedades constituidas en Cataluña ha caído un 10,2% desde octubre, mientras que en Madrid ha crecido un 6,2%, en Andalucía un 3,6% y en la Comunidad Valenciana un 1,7%.

Pierde 400.000 turistas, más que el resto de regiones

Llegada de turistas
Llegada de turistas

Cataluña ha sido tradicionalmente el destino preferido de los turistas extranjeros porque aúna el ocio de playa en sus costas, el de su montaña pirenaica y el empujón de la metrópoli de Barcelona. Aún sigue siendo la región que más visitas recibe, pero su liderazgo pierde fuelle. Según datos del INE analizados por 20minutos, los 14.306.689 visitantes llegados en los diez meses posteriores al 1-0 —julio es el último mes contabilizado por Estadística— suponen un 3,2% menos que un año antes.

Esa pérdida de más de 400.000 turistas no la han sufrido el resto de regiones. Canarias pierde bastante menos (-0,78%) y el resto de los grandes receptores turísticos han aumentado sus visitas en el mismo período: Baleares las mantiene, y crecen en Andalucía (+1,5%), Comunidad Valenciana (4,2%) y sobre todo en Madrid (6,8%).

El mayor frenazo laboral de las autonomías más pobladas

Creación de empleo
Creación de empleo

La creación de empleo se está desacelerando en todas las regiones, pero desde octubre el frenazo en Cataluña está siendo más acusado que en los otros tres grandes motores laborales del país. La región catalana acabó agosto con 3.325.470 afiliados, un 2,18% más que en igual mes del año pasado. Ese dato solo se puede valorar de dos formas: una, midiendo ese crecimiento en el tiempo; la otra, enfrentándolo a otras grandes autonomías. En ambas magnitudes, Cataluña sale perdiendo.

El crecimiento interanual de afiliados catalanes en es 1,5 puntos inferior que en agosto del año pasado; un frenazo que no sufre Andalucía (-0,19%), ni Comunitat Valenciana (-0,48%), ni mucho menos Madrid que, al contrario, eleva cinco centésimas su ritmo de suma de cotizantes. Además, ese crecimiento del 2,18% en el empleo catalán es inferior al avance laboral de los andaluces (3,23%), valencianos (3,84%), madrileños (3,85%)... y hasta de la media nacional (2,75%).

Más caída de confianza en Cataluña que en el resto del país

Confianza
Confianza

¿Y el futuro? Si este se mide por el sentimiento empresarial y su efecto en el empleo, la cosa no da para alegrías. El índice de confianza empresarial de la Generalitat muestra en el tercer trimestre una confianza en la economía catalana de 140,5 puntos, un 2,3% menos que hace un año. La confianza se desploma especialmente en el sector de la hostelería (-7,5%) y en la provincia de Lleida (-5,6%), uno de los vórtices independentistas. La caída de confianza en España es menor desde el 1-O: -0,5%.

No son los únicos datos sobre la falta de confianza en los dueños del dinero. Una encuesta reciente de la Cámara de Comercio de España apunta que apenas el 20,2% de los empresarios catalanes cree que la situación económica mejorará de continuar el clima actual de inestabilidad política en Cataluña. Dos de cada diez. Un porcentaje que crece al 58,3% si el conflicto se resuelve.

"El perjuicio en la economía catalana parece potencialmente reversible", matizan en el organismo "No obstante, el mantenimiento de la inestabilidad política se ha traducido en un deterioro más acusado en la primera mitad de 2018 y, dada la situación política, existe un riesgo latente de que el daño a la economía catalana pueda llegar a ser irreversible".

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