El Café Central cierra por primera vez en su historia centenaria. El motivo tiene que ver con las obras de reforma de una de las cafeterías más emblemáticas de la ciudad. Su dueño, Rafael Prado, habla de los trabajos con una mezcla de ansia y entusiasmo.

Prado carraspea al decir que su local nunca ha estado cerrado como ahora (se clausuró al público la semana pasada). Ubicado en la plaza de la Constitución, el Central comenzó a servir cafés entre 1897 y 1910. La reforma convertirá al establecimiento en «restaurante-cafetería-bar».

Como principal novedad, se dedicará la parte más próxima al pasaje de Chinitas a una «bodega-charcutería», indica Prado. Allí los clientes podrán degustar vino y «papelones de jamón, embutidos y queso, además de potajes ».

El local volverá a abrir el 9 de marzo. Durante las obras, los 16 empleados indefinidos cobrarán su sueldo íntegro. La empresa se ha comprometido a recuperar progresivamente a otra decena de trabajadores que contaban con contrato temporal, confirmó ayer UGT. Prado cree que el nuevo Central incluso traerá más empleo bajo el brazo.

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