Desde el inicio del curso universitario, en la ciudad ya han sido denunciadas 55 personas por hacer grafitis u orinar en las calles del casco histórico.
Desde la pasada primavera, ambos actos están mucho más perseguidos con la entrada en vigor de la nueva ordenanza de limpieza.
Para eximir su pena, los infractores tienen ahora dos vías: o pagar la multa o hacer trabajos en beneficio de la comunidad, como la limpieza de la resaca de los botellones en la Alameda.
En el caso de ser reincidentes, tendrán que afrontar de forma obligatoria una sanción.
Al margen de cuestiones cívicas, los restos de orina y las pintadas en la pared son una grave amenaza para el patrimonio monumental.
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