
Melissa Dohme está viva de milagro. En 2012, cuando tenía 20 años, un exnovio del instituto, en Florida (EE UU) se puso en contacto con ella para quedar. Ella acudió a la cita y él la atacó con una navaja automática. Le asestó 32 puñaladas y la dejó desangrándose en el suelo.
Poco después llegaron las asistencias médicas. Entre ellos estaba Cameron Hill, que fue además uno de los que viajó con ella en el helicóptero que la llevó a un centro hospitalario cuando se debatía entre la vida y la muerte. La pérdida masiva de sangre la hizo entrar en coma y sufrió, además, un infarto que la dejó paralizada. Tenía heridas en el rostro y tampoco podía hablar o sonreír.
La convalecencia fue larga. Melissa no pudo conocer a su salvador hasta un año después del ataque. Dos meses después, ya estaban saliendo juntos. Ahora, tras muchas visicitudes, se han casado. "Creo que fue el destino quien nos unió", dice Melissa a CNN.
Ahora, Melissa trabaja en una ONG local que provee de asistencia a las víctimas de la violencia machista: "Mi mensaje es que si estás siendo maltratada, debes saber que no estás sola, y que no es tu culpa".
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