María Villar Galaz, sobrina del presidente de la Federación Española de Fútbol, Angel María Villar, y cuyo cuerpo ha sido identificado este martes en México, fue asesinada tras un secuestro express que se produjo cerca de las oficinas de la empresa en la que trabajaba. Fue encontrada en el estado de México, el más poblado del país y que a su vez ocupa los primeros lugares en los rankings de secuestro y feminicidio (asesinato de una mujer por razón de su sexo, según la RAE) de la nación.

Según sus familiares, la española volvía de una reunión con un cliente. Se le perdió la pista poco después de las 21.00 horas, al tomar un taxi en el centro comercial Patio de Santa Fe, que debe su nombre al barrio de negocios Santa Fe. María llamó a su esposo avisando de que ya estaba volviendo a casa y tomó el taxi con destino a Polanco, la exclusiva zona residencial donde viven buena parte de los extranjeros de la ciudad.

María fue 'levantada', (como se conoce en México al acto de secuestrar) en un área de alto nivel adquisitivo y se dirigía a otra del mismo tipo -ambas consideradas como seguras-. Su cadáver apareció tirado en un arroyo en el término de Santiago del Tianguistenco, un municipio de la corona metropolina de Toluca, capital del estado de México.

Según las recomendaciones de viaje del Ministerio de Exteriores español, "el problema de inseguridad que afecta a México se materializa en una elevada incidencia de la delincuencia relacionada con los secuestros (...) de los cuales pueden ser víctimas tanto los turistas como los residentes ".

Estas recomendaciones catalogan al estado de México, cuya frontera con la Ciudad de México es aprovechada por muchos delincuentes -al existir cierta falta de coordinación entre autoridades-, como zona de riesgo medio e instan a tomar precauciones en relación al transporte público, como es el caso de los taxis.

El Edomex, como se conoce al estado donde han ocurrido los hechos, ostenta el poco honorable título de "capital del feminicidio",  desbancando a Ciudad Juárez. También es el estado donde más secuestros se producen: según la organización Alto al Secuestro, 1.809 personas fueron capturadas en este territorio entre 2013 y mayo de 2016.

Si bien el caso de María no se encuadraría dentro de lo definido como feminicidio, (apareció sin golpes, sin indicios de abuso sexual y no hubo una aparente motivación por cuestiones de género), la imagen de su cuerpo atado y arrojado a un riachuelo con una bolsa en la cabeza sí recuerda a muchas de las decenas de mujeres que fallecen allí cada año.

Las cifras del Observatorio Nacional del Feminicidio son abrumadoras: de 2011 a 2013 se registraron 840 asesinatos de mujeres en la entidad, de los cuales solo 145 fueron investigados como feminicidios. A esto hay que sumarle las 1.258 mujeres desaparecidas entre 2011 y 2012, de las cuales más del 53% tenía entre 10 y 17 años de edad. Son cifras oficiales, que según las ONG son menores a las reales.

En la mayoría de los casos, estos homicidios se caracterizan por su "crueldad e inhumanidad" y en el 57% de ellos la víctima no conocía al agresor; es decir, "las agresiones a mujeres en el Estado de México no se reducen al ámbito familiar, sino que por el contrario, la violencia comunitaria tiene una alta incidencia en la entidad", según el Observatorio.

El Observatorio también denuncia que la impunidad reina al menos en la mitad de los casos de homicidio, que quedan sin imputados y donde, en caso de violencia conyugal, las autoridades ministeriales buscan la coinciliación entre la pareja para que la mujer no ponga denuncia.

Otra práctica común, relatada por el Observatorio, consiste "en no brindar información a los familiares de las víctimas sobre el avance de las investigaciones o, bien, que los expedientes se trasladen constantemente de una agencia del Ministerio Público a otra o de una fiscalía a otra".

A pesar de las cifras alarmantes, el gobernador del Edomex, Eruviel Ávila, dijo en 2014 que hay "cosas más graves que atender" que los feminicidios. Su nombre se baraja entre los de los "presidenciables" en 2018.

Su antecesor y compañero del gobernante PRI (Partido Revolucionario Institucional), bajo cuya gestión en el Edomex se multiplicaron los feminicidios, es nada menos que el presidente Enrique Peña Nieto.