Una oleada de incendios pone a Portugal en alerta máxima

  • Una docena de fuegos está asolando el país luso.
  • 4.500 efectivos humanos están trabajando en su extinción.
  • De momento no se han registrado heridos.
Un bombero trata de extinguir el fuego de Águeda.
Un bombero trata de extinguir el fuego de Águeda.
EFE
Un bombero trata de extinguir el fuego de Águeda.

Una oleada de incendios forestales han puesto en alerta a Portugal, que empleó al final de la tarde a unos 4.500 efectivos humanos, 33 medios aéreos y unos 1.300 vehículos destacados entre los grandes -doce- y pequeños fuegos.

La Autoridad Nacional de la Protección Civil (ANPC) lusa informó de que había 183 focos, aunque fueron doce los catalogados como preocupantes, en los que se ha movilizado a unos 1.500 elementos, entre bomberos (muchos de ellos jóvenes voluntarios), retenes y militares, para proteger de las llamas a la población rural.

El fuego más crítico activo era el declarado la última madrugada en Águeda, en el distrito norteño Aveiro, donde casi 300 efectivos se afanaban en evitar que la voracidad de las llamas provoque estragos.

De momento, no se han registrado víctimas graves, aunque sí que hay relatos de notables destrozos en propiedades agrícolas. Las densas columnas de humo, consideradas tóxicas, han dificultado la vida de los habitantes de estos pequeños núcleos del centro y norte de Portugal, sobre todo de los ancianos, y de los propios bomberos.

Otro incendio de grandes proporciones es el de Arouca, también en el distrito de Aveiro, que está activo desde hace dos días. Se trata de un incendio en una zona de matojo y arbustos que estaba fuera de control con siete frentes activas.

El cóctel de altas temperaturas (más de 35 grados) junto a la acción humana (un tercio de los fuegos son provocados) han colocado a Portugal al borde del caos forestal padecido en los años 2003, 2005, 2010 y 2013, cuando este pequeño país se convirtió en líder europeo en área calcinada.

Las llamas afectan especialmente a la región del centro y del norte de Portugal, donde la fragmentación de las tierras (se estima que hay medio millón de pequeños propietarios) lleva a que la responsabilidad de limpiar los materiales vegetales más inflamables recaiga en los privados, que en muchos casos no tienen condiciones para realizar esas labores.

Con un área forestal de unos tres millones de hectáreas, Portugal fue considerado el Estado europeo más castigado por las llamas entre 2000 y 2010, con una superficie media quemada superior a la de países mucho mayores, como la vecina España.

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