Mariano Rajoy inicia las concesiones de cara a superar con éxito una hipotética sesión de investidura. El aspirante del PP a la Presidencia respondió este lunes a la presión del PSOE para que se presente ante el Congreso de los Diputados con la cesión a Ciudadanos de dos de los cinco puestos que le corresponden en la Mesa de la Cámara Baja. Aunque el pacto no le garantiza el control del órgano de gobierno del parlamento ni una mayoría conservadora en el mismo, sí supone un acercamiento de cara a obtener el 'sí' de los naranja, que hasta ahora solo han prometido su abstención para no "bloquear" el inicio de la legislatura.

Sánchez admite que el PP puede formar un gobierno "conservador, pero no de corte continuista"El voto a favor de Ciudadanos, admite un dirigente del PP a 20minutos, es considerada por Génova la "antesala" de la abstención de los socialistas, que "no podrían justificar" -según la misma fuente- el llevar al país a unas terceras elecciones. Sin embargo, ni una ni otra son fáciles de conseguir, ya que ni los populares quieren cambiar su oferta de pactos ni Pedro Sánchez está dispuesto a modificar el 'no' "a día de hoy" que trasladó a Rajoy el día 13.

El secretario general del PSOE, que reiteró ayer que el PP "no puede contar" con sus votos, está decidido a empujar a Rajoy a una primera sesión de investidura, que, con los apoyos recabados por los conservadores hasta el momento (solo ha sumado a sus 137 diputados el que le prestaría Coalición Canaria), resultaría fallida. "Se tiene que presentar a la investidura como candidato. Doy por bueno que los días 2, 3 y 5 de agosto va a haber una investidura y que Rajoy se va a presentar, como ha anunciado", sentenció Sánchez durante un encuentro con su grupo parlamentario en referencia a las fechas establecidas por su rival.

El éxito de esas sesiones, insistió Sánchez, dependerá de que el PP sea capaz de "tender puentes" con el resto de fuerzas de centro derecha, a las que tendrá que ofrecer un proyecto "conservador, pero no de corte continuista", porque eso es lo que, a su juicio, decidieron los ciudadanos al no otorgar mayorías absolutas en las elecciones generales celebradas el pasado 26 de junio.

Mariano Rajoy compareció por la tarde, tras reunir a su dirección nacional, para aceptar la posibilidad de formar un ejecutivo en minoría con 137 diputados: "Si eso es lo que quieren los demás, el PP va a asumir su responsabilidad y va a gobernar". Sin embargo, advirtió de que el resto de partidos -especialmente, el PSOE, cuyos 85 escaños son decisivos- tendrá que seguir su ejemplo y facilitar la gobernabilidad. "Están obligados a dar una salida a la situación (...) Bloquear la legislatura o no permitir que eche a andar sería una irresponsabilidad absoluta", exigió.

Aunque Rajoy no renuncia a pactar con la oposición los objetivos de los próximos cuatro años y las medidas para llevarlos a cabo, PSOE y Ciudadanos se niegan a darle su confianza para toda la legislatura. El líder del PP pidió ayer al resto de partidos que, al menos, permitan el inicio del mandato pactando el techo de gasto de las Administraciones Públicas, la nueva senda de reducción del déficit y los prespuestos de 2017.

Rajoy mantuvo la duda sobre si aceptará el encargo del rey de presentarse a la investidura y ni si quiera mencionó la cuestión. Su intención, aseguró, es formar gobierno "rápido, muy rápido". Sin embargo, insistió en iniciar las conversaciones a partir del documento basado en su propio programa electoral que PSOE y Ciudadanos ya han rechazado. "Se ha orientado hacia posiciones de otros partidos para poder llegar a un acuerdo. Es un punto de partida para escuchar otras propuestas", persistió.

Esta ausencia de propuestas y alternativas es, según Albert Rivera, el escollo principal para que el mandato arranque. "Cesión, negociación y generosidad, que no estamos viendo", reclamó el político catalán, que advirtió de que el nuevo Ejecutivo no tendrá "estabilidad" si el PP no ofrece "regeneración" a cambio.

Ciudadanos cree que un gobierno sin mayoría absoluta y con una oposición fuerte es "un buen punto de partida" y una "tremenda oportunidad" para cambiar las cosas, por lo que pidió a populares y socialistas que rompan su "guerra fría" y pongan sobre la mesa las materías sobre las que podrían entenderse.

Podemos, que permanece en segundo plano, instó al PSOE de nuevo a intentar un "gobierno progresista" apoyado por los partidos nacionalistas catalanes y vasco.