El término francés allure admite un ramillete de traducciones al español. Puede significar estilo, elegancia, ritmo, rapidez, buen aspecto, prestancia... Casi siempre se usa, al menos cuando se trata de fotografía, para resumir esta última acepción, aunque nunca puede reducirse a una sola. La primera gurú de la moda contemporánea, Diana Vreeland (1903-1989), la Divina V que dirigió Vogue en los años sesenta, sostenía que el allure era intangible pero debía atrapar al instante la mirada.
La exposición Allure [frz. Stil, Eleganz] (Allure, del francés estilo, elegancia) presenta en Berlín una de las colecciones temáticas de fotografía contemporánea más ajustadas a la definición de Vreeland: "El allure es algo que no existe. El allure te somete: sea una mirada en la calle o un rostro en la multitud, lo impregna todo, oscurece y captura lo que está alrededor".
Empezó con Avedon
La muestra, que está en cartel en la sala C|O de la capital alemana hasta el 4 de septiembre, con un catálogo editado de manera simultánea por Kehrer [256 páginas y un PVP de 45 euros], se compone de una amplia antología de 250 imágenes de la colección de la periodista y editora suiza Susanne von Meiss, que se prendó de la fotografía que transmite allure desde que hace 25 años se hizo con un par de obras de uno de los grandes maestros de la transmisión del encanto, el estadounidense Richard Avedon, precisamente descubierto y lanzado por Vreeland.
Desde entonces Von Meiss ha compuesto uno de los conjuntos privados más notables de fotografía inspirada en el estilo y el toque diferencial que transforma lo natural en extraordinario. Está compuesta por casi medio millar de obras desde la década de los años veinte del siglo XX y están presentes grandes clásicos como Diane Arbus, Avedon, René Burri, Henri Cartier-Bresson, Horst P. Horst, Irving Penn, Paolo Roversi, Lillian Bassman y August Sander y artistas contemporáneos como Tracey Emin, Nan Goldin, Daido Moriyama, Richard Prince, Peter Lindbergh y Juergen Taller.
'Intangibles e indescriptible, inconcebibles e inalcanzables'
Los organizadores de la muestra destacan que las imágenes seleccionadas tienen un "brillo silencioso y duradero" y no pueden ser categorizadas temporalmente porque no sufren con los "rápidos cambios de modas tendencias y opiniones". Se trata de obras, casi siempre sencillas y sin demasiado aparato de producción o efectos, que combinan "elegancia y movimiento" para ofrecer declaraciones de "postura, actitud o encanto intangibles e indescriptible, inconcebibles e inalcanzables entre el ruido blanco perpetuo de nuestra época".
Dividida en tres bloques —pose, experimento y puesta en escena—, la colección sirve como punto de partida para un análisis de la fotografía de los últimos cien años. ¿Conclusión? "Oscila entre el frescor y naturalidad, con una mezcla fascinante entre escenografía y la autenticidad", dicen los promotores de la muestra, que advierten cómo el encanto es un tema en sí mismo pero que progresivamente "se disuelve" y balancea entre la espontaneidad, lo artístico, la falta de narrativas directas y el "juego sutil con lo oculto y lo misterioso que va más allá del sexo o género".
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