Los múltiples objetivos artísticos de los casi eternos autorretratos

  • Aparecer como personas mundanas y cultas, mejorar el físico, mostrarse bajo una lente amistosa y cercana... Los anhelos de los creadores con los 'selfies'.
  • Comunes desde el Renacimiento y explosivos a partir del siglo XXI, la exposición 'Autorretratos, de Rembrandt al selfie' despliega la historia del subgénero.
  • En un momento en que la práctica de la autofoto se ha convertido en una norma, parece 'más oportuno que nunca' analizar la tradición de mostrarse.
Autorretrato del pintor Louis Janmot
Autorretrato del pintor Louis Janmot
© Lyon MBA - Photo Alain Basset
Autorretrato del pintor Louis Janmot

En la tabla La lapidación de San Esteban, datada en 1625, Rembrandt, un artista con una mirada de precisión casi fotográfica, se retrató a sí mismo entre la multitud que asiste, entre el asombro y el horror, al momento en que los verdugos están a punto de aplastar al protagonista con la primera piedra. La iluminada cara del pintor, que tenía solamente 19 años cuando abordó la escena, asoma sobre la del mártir y es visible tras uno de los brazos del principal ejecutor de la lapidación.

No fue la primera ni la última vez que el gran artista del siglo XVII se hizo un selfie al óleo o dibujado. A los 22 años se pintó en un claroscuro vibrante; en 1632, en su época de mayor fama como artista, se mostró seguro de si mismo y con atuendo clásico; poco después apareció en un grabado disfrazado de "noble oriental" y en otro, altivo y con mirada dura, apoyado en un murete; en 1658 pintó el que es considerado una obra mayor y "el más sereno y el más grande de todos sus retratos"; finalmente, en el año de su fallecimiento, 1669, compuso un retrato gran profundidad psicológica de sí mismo envejecido.

Descubierta en los almacenes en 1962

El Museo de Bellas Artes de Lyon, la pinacoteca francesa en cuyos almacenes se descubrió en 1962 una tabla que se consideraba anónima y era, según determinaron los especialistas que la analizaron, La lapidación de San Esteban de Rembrandt, organiza un amplio repaso a la función artística de los autorretratos.

La muestra, Autoportraits, de Rembrandt au selfie (Autorretratos, de Rembrandt al 'selfie'), en cartel hasta el 26 de junio, reúne 150 obras de los fondos de los tres museos implicados en la organización: además del francés, la Galería Nacional de Arte de Karlsruhe (Alemania) y la Galería Nacional de Escocia de Edimburgo.

Desde el renacimiento a Ai Weiwei

Pese a que hablamos de tres pinacotecas de tamaño medio, el conjunto de piezas que han seleccionado es equilibrado y atractivo, con obras notables en la práctica del autorretrato durante los últimos cinco siglos —la más temprana es renacentista y la más moderna, un selfie de Ai Weiwei, muy aficionado al intercambio de su cara—.

La novedad con respecto a las otras temáticas dedicadas al subgénero que proliferan al rebufo del cénit enfermizo de los autorretratos como marca social —entre las recientes, 'Selfies' sobre papel, Imagen e Identidad, Imágenes del artista: autoconstrucción y tradición...— es que la muestra de Lyon no propone un recorrido cronológico, sino un repaso a las razones y objetivos que empujan a los artistas a la práctica de ser modelos de ellos mismos, dado que el momento es "más oportuno que nunca" para analizar el fenómeno y el estilo artístico.

'Autoportrait' - Simon Vouet, 1626

La primera etapa de la muestra de Lyon está dedicada a los autorretratos como ejemplo de la mirada del artista y el deseo de este de mostrar, casi siempre sobre un fondo neutro, una imagen donde el sentido de la vista tenga primacía absoluta, dado que los ojos son los órganos vitales del artista y simbolizan por sí mismos el acto creativo.

Un buen ejemplo es el vibrante Autoportrait de 1626 del barroco-clasicista francés Simon Vouet. El pintor, uno de los muchos caravaggistas europeos de su época, usa la luz y la sombra para expresar los cambios de humor, siguiendo el ideal clásico de que el arte es un camino hacia la verdad en el que son innecesarias las concesiones.

En el siglo XX, el expresionismo exaltará otra ambición: la muestra del tormento interior, como aparece visible en otra de las grandes obras de la exposición: Männerbildnis (Retrato de un hombre, 1919), de Erich Heckel.

'Autoportrait' - David Wilkie, 1804-1805

En el caso del autorretrato de David Wilkie, pintado en torno a 184-1805, el interés del artista es proyectar una imagen. En este caso la de un hombre educado, culto y mundano que, como puede comprobarse por el cartapacio y el lápiz, se dedica a una actividad creativa.

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII las academias de arte, en las que era necesario ser admitido para poder pintar y exponer, establecen un sistema de clases y otorgan al gremio de los pintores o escultores una categoría especial que le separa de los artesanos de las anteriores etapas históricas. El autorretrato es el género por excelencia a través del cual los artistas exhiben y reclaman un nuevo orgullo.

Nunca aparecen vestidos con las ropas de trabajo —como Rembrandt, que no tenía reparos en envolverse la cabeza en un pañuelo blanco, símbolo externo de los pintores—, sino, al contrario, con prendas de gran prestancia como abrigos y sombreros.  La distinción, la inteligencia y la seriedad, como en el caso de Wilkie, eran los valores a difundir.

'Les Amants heureux' - Gustave Coubert, 1844

Muchos artistas combinan su propio retrato con las personas con las que tienen relaciones cercanas, sean de amor, familiares o de amistad. El caso más brillante de la exposición es el autorretrato apasionado del francés Gustave Courbet y una de sus amantes.

La intimidad y el sensualismo, dos virtudes cardinales para el autor del siempre polémico El origen del mundo, son notables en el gesto de abandono de la mujer, que parece descansar todo su peso sobre el pecho de su pareja.

¿Le queda mucho camino al autorretrato en el arte dada la invasiva condición del selfie fotográfico? La representación del propio cuerpo fue "relativamente marginal" hasta la segunda mitad del siglo XX, pero el mismo motivo ha sido creciente sujeto y objeto de las prácticas creativas desde entonces...

El autorretrato transita ahora por "la evocación del paso del tiempo y la distorsión causada por la vejez", las "imágenes del cuerpo en sufrimiento" y el proceso del autorretrato como "catarsis o terapia" son nuevos campos expresivos de un subgénero que nunca ha dejado de estar presente en el arte.

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