Los 50 años del debut de Velvet Underground llevan al grupo más lóbrego a la Filarmónica de París

  • El grupo de Lou Reed y John Cale, que editó en 1967 su primer álbum y tiñó de negro al rock, se convierte en pieza de museo en la Philharmonie parisina.
  • Una exposición, con gran despliegue audiovisual, incluye conciertos, películas y un desarrollo de la influencia de la banda que hizo pedazos el idealismo hippie.
  • Aunque no tuvo apenas repercusión pública durante su carrera, la Velvet adquirió con el tiempo carácter de culto y de referencia indiscutible.
La Velvet Underground en 1966. Desde la izquierda: 'Moe' Tucker, Sterling Morrison, Lou Reed y John Cale
La Velvet Underground en 1966. Desde la izquierda: 'Moe' Tucker, Sterling Morrison, Lou Reed y John Cale
© Gerard Malanga
La Velvet Underground en 1966. Desde la izquierda: 'Moe' Tucker, Sterling Morrison, Lou Reed y John Cale

Pese a que durante su carrera como grupo —más o menos entre 1964 y 1973—, la Velvet Underground no logró calar en el público más allá de los círculos arty y un pequeño grupo de porosos fanáticos asombrados, entre ellos algunos adolescentes que luego serían artistas de renombre, la banda que capitanearon el estadounidense Lou Reed (1942-2013) y el galés John Cale (1942), un par de inadaptados sociales con tanto genio creativo como egolatría, atravesó años de ninguneo y omisión para explotar unos años después de su desintegración y convertirse en una referencia en el panteón de los fanatismos y el culto a los héroes del rock. Lo merecían: fueron los primeros en ensombrecer el estilo hasta teñirlo de un lóbrego ambiente negro y una atmósfera de opresiva tensión y, al mismo tiempo, dieron un toque de atención sobre la inocente ambición hippie de los campos de fresas para siempre.

Aunque ahora les llamen héroes de la contracultura, ni fueron lo primero ni militaron en la segunda: solamente un puñado de críticos alabaron sus cuatro discos en estudio antes de la marcha de Reed, que sería resucitado por David Bowie que le ayudó a convertirse en un cronista de la depravación, el vicio y el sexo duro o no convencional.

Exposición al estilo de Bowie

Precisamente como Bowie hace unos años, cuando se convirtió en un ídolo de los museos serios del mundo con una exposición rompe récords, la Velvet —como todos llamamos al grupo— desembarca en la todavía inmaculada Phillarmonie de París, en el muy polémico y caro edificio del prima dona Jean Nouvel, una obra aplazada durante dos décadas e inaugurada hace nada [vídeo en timelapse de la construcción].

Las salas de exposiciones del centro acogen, hasta el 21 de agosto, la exposición The Velvet Underground - New York Extravaganza. El último término, que se refiere en la acepción aplicada al mundo del entretenimiento, a "alarde de color, fantasía y dinero", chirría bastante si se trata de festejar la indiscutible aportación de la banda a las artes y la cultura.

Orgullosamente monocroma

La carrera de la Velvet fue orgullosamente monocroma, de crudo realismo y ruinosa en lo económico, al contrario de lo que parece sugerir el lema, acaso más adecuado para celebrar la obra de Jimi Hendrix o los Beatles, es decir, aquellos hijos de las flores a quienes Reed, Cale y compañía despreciaban.

La muestra, que tiene apoyo financiero de un abanico de corporaciones de mercadotecnia cultural y de ocio —el principal patrocinador es Air France, pero entre los socios aparecen también la FNAC, la empresa de ferrocarriles franceses, la web de streaming musical Weezer, la revista rosa Grazia y otras empresas—, se vale de un artificio de manipulación cronológica para encontrar gancho al evento. Se nos dice que se trata de conmemorar los 50 años del disco de debut del grupo, The Velvet Underground & Nico,  que acaba de cumplir 49 —salió a la venta el 12 de marzo de 1967—. Nada mencionan del contrasentido de solemnizar el medio siglo cuando falta un año para la efeméride, pero todo sea por el éxito y la promoción de la magna extravaganza.

El 'mandarín' Warhol

La iniciación discográfica de la Velvet —el añadido de la antártica y bella modelo alemana y actriz ocasional Nico (1938-1988) fue un anzuelo efectivo pero provisional— fue apadrinada por Andy Warhol (1928-1987), el gran mandarín cultural en la época de Nueva York, territorio que deseaba marcar con las tendencias que regurgitaba desde The Factory, su taller de arte total y encuentros hype.

Aunque Warhol, a quien, según confesaba abiertamente, aquella música le gustaba tanto como cualquier otra porque tenía un oído de nula educación, sólo aportó al álbum la icónica portada en la que sólo aparecían una banana y el nombre del artista en tamaño XL —el del grupo se reservaba para la trasera—, el padrino gustaba de presentarse como "agente y productor" —esta última tarea la ejerció en realidad un genio del que no se habla en la exposición de París para no ensombrecer los reflejos de tanta estrella: Tom Wilson (1931-1978), un negro nacido en Texas, licenciado cum laude en Economía en Harvard, conquistador, bohemio, cultivado, votante de los republicanos y bon vivant.

'Moe' Tucker, de la Velvet al Tea Party

En la Velvet se produjo un choque de trenes: Reed, gran guitarrista y mejor letrista, venía de recibir electrochoques por mandato familiar para curar supuestos desórdenes de comportamiento que solamente procedían de la rebeldía: Cale, multiinstrumentista, había estudiado la música de patrones disonantes, ruido y feeback de las vanguardias.

El grupo lo completaban Sterling Morrison (1942-1995), efectivo a la guitarra rítmica, y una muchacha con aspecto necio llamada Maureen Moe Tucker (1944) a quien sentaron tras la batería porque era capaz de repetir hasta el final de los tiempos el mismo golpe monocorde —los peores presagios se cumplirían con ella en el futuro: en 2010 salió a la palestra defendiendo los postulados ultraconservadores del Tea Party—.

El encuentro entre Cale, con formación de música clásica, y el rebelde Reed, que solo compartían su fascinación por el rock y las experiencias extremas, fue "improbable" explica una de las comisarias de la exposición, Carole Mirabello. "Sus relaciones siempre fueron muy tensas, ya que ambos competían por liderar la banda", prosigue.

Eddie y Candy

La exposición también recorre el rol de personajes que contribuyeron a moldear el sonido o el temario del grupo, como el precursor de la música drone La Monte Young, maestro y amigo de Cale, la modelo Eddie Segwick, una de las superstars de Warhol e inspiradora de Femme Fatale, y la musa transexual Candy Darling, a quién Reed dedicó Candy Says.

La exposición incluye seis piezas audiovisuales encargadas para la ocasión, entre ellas un vídeo del líder del cine off estadounidense Jonas Mekas, centenares de fotos realizadas durante la carrera del grupo, audiovisuales, experiencias de esas que llaman inmersivas, que vienen a ser que te sientas y dejas que te bombardeen, y obras inspiradas en la Velvet de artistas vivos como, entre otros, Antoine d'Agata, Nan Goldin, Guy Peellaert, Gus Van Sant... También están programados varios conciertos: Cale interpretará el día 3 de abril el disco de debut en su integridad —las entradas están agotadas—.

Reivindicados por artistas como Bowie o Brian Eno, los discos de la Velvet tuvieron un impacto aún perceptible que se asienta, según Mirabello, en "la libertad que respiran las letras de Reed y los acordes de Cale, que han convertido a sus obras en un pasaje obligado para muchos músicos". Cuando Reed dejó el grupo en 1970 la ruptura pasó "más o menos desapercibida", pero "dos años más tarde, el nombre de la banda estaba en boca de todos".

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