"Perdonen que no me levante". Fue lo que Julius Henry, alias Groucho Marx, quiso que escribieran en su tumba como epitafio. Aunque no lo hicieron la cita le sobrevivió como una muestra más de la genialidad de uno de los más grandes cómicos del siglo XX.
Ganador de un Oscar honorario, un Emmy y una orden de comendador de las Artes y las Letras de Francia, la carcajada inteligente hecha hombre murió de una neumonía el 19 de agosto de 1977.
La familia, la comedia y las mujeres fueron los ejes en torno a los que giró su universo creativo. Junto a sus hermanos Harpo, Chico, Zeppo y Humo, se convirtió en un astro de Broadway y del cine a finales de los años 20.
En todas ellas un Groucho vestido de levita, gafas postizas y enorme bigote pintado, ya había asumido el papel que le inmortalizaría: el de un inepto locuaz con aires de grandeza y con la lengua cargada de chistes mordaces.
Repasamos momentos antológicos de Groucho Marx en celuloide.
- Escenas míticas de Una noche en la ópera, de 1935:
"La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte..."
El camarote de los Hermanos Marx:
Y también dos huevos duros...
- Escena mítica de Los cuatro cocos, de 1935:
Fragmento de la subasta de parcelas...
Algunas de las frases míticas de Groucho Marx son: "Ésos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros"; "Bebo para hacer interesantes a los demás"; "O él ha muerto o se ha parado mi reloj."o "Nunca olvido una cara, pero en tu caso haré una excepción".
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