Cayó Joaquín Sabina, pero no hay rendición: la gira sigue en pie

  • No pudo el sábado hacer los bises en el directo en el Palacio de los Deportes y tuvo que que ausentarse durante un par de canciones.
  • El cantautor se sintió tan mal física y psíquicamente como para tener que retirarse a mitad de actuación, y retomarla después sentado en una banqueta.
  • Siguen en pie las fechas de la gira: el 16 en Madrid, 22 y 23 en Barcelona.
El cantante Joaquín Sabina durante un concierto.
El cantante Joaquín Sabina durante un concierto.
EFE
El cantante Joaquín Sabina durante un concierto.

En todas las memorias, incluso en las de quienes presumen de no ser "muy de cantautores", está Joaquín Sabina. Princesa, En el bulevar de los sueños rotos,  Nos sobran los motivos, 19 días y 500 noches,  Calle Melancolía, Y nos dieron las diez..., y así la lista sigue y sigue con títulos que pocos no sabrán tarerear. Y muchos, como los que fueron a verlo este sábado, se las saben casi mejor que el jienense.

El cantautor más indiscutiblemente popular de nuestro panorama, a sus 65 años, se ha enfrentado, y eso que él es de los que saben bien que la valentía siempre sale cara, a un muro o bloqueo, fatiga y miedo que lo ha llevado a parar en mitad del concierto que tanto había preparado: el del pasado sábado 13 de diciembre en el Palacio de los Deportes.

Dos temas tuvieron que cantar Jaime Asúa y Pancho Varona sin él: El caso de la rubia platino y Conductores suicidas, mientras se ausentaba repentinamente (se le notó en la cara el malestar) el autor de algunas de las canciones (aquí sí sirve el lugar común) más míticas de nuestra música.

El pánico del que fue presa el cantante no era la primera vez que le ponía a temblar las piernas, según ha dicho su representante. Afirma que en Tijuana (México) ocurrió algo similar: "Hace unos tres años, tuvo un cuadro parecido, se pensó que podría ser algo del corazón, suspendió y al día siguiente hizo un concierto memorable".

"Se dejó el corazón en Madrid"

Pensaron seguro algunos cuando vieron que no podía seguir en esa letra tan suya: "Se dejó el corazón en Madrid", pero Madrid no se le va a resistir, o al menos eso pretende, por eso mantiene el cartel: el martes 16 de diciembre vuelve al Palacio.

Ni drogas ni alcohol, el cantante que sufrió un ictus hace varios años dejó claro en el concierto que su malestar no tenía nada que ver con las drogas. Incluso hizo un alegato contra ellas, además de ser sincero con el público y confesar que se sentía mal, inseguro y con pánico escénico, y que por eso había tenido que detenerse. "Sinceramente no me encuentro bien", fueron sus palabras.

El bulevar de los sueños rotos se le instaló al artista como pared infranqueable e impidió que el directo de la gira que ha llamado 500 noches para una crisis llegara al puerto deseado. El músico jienense que se soñaba profesor de literatura se subio a un tren diferente, con paisajes que a veces como el sábado es tan desolador como el poso de sus letras. Incluso camino al barrio de la alegría. Siempre peligrosas las vueltas a los lugares donde alguna vez se fue feliz.

Apasionado del poeta César Vallejo, lleva cinco años de gira con 19 días y 500 noches (1999), uno de sus mayores éxitos.  En 2000 publicó Nos sobran los motivos, trabajo que marcaría su vida para siempre.

"Después de hacer este disco tuve un problema de salud, tuve el ictus (2001) y me vi obligado a cambiar mi vida. Entonces, este disco lo hice como en el último verano de mi juventud, con esa intensidad casi suicida que yo ponía para componer las canciones y luego grabarlas estando noches enteras sin dormir", dijo el cantante.

"Lo que cambié fundamentalmente es que yo pasaba los días en las calles y las noches en los bares, no me acostaba nunca, y cuando lo hacía no sabía con quién me iba a despertar. Ahora tengo una vida un poquito más doméstica y prefiero recibir en casa a los amigos", decía Sabina ya inmerso en aquel después que marcó el ictus en su vida y en su carrera.

Polifacético creador (además de padre de dos chicas:  Carmela y Rocío), Sabina también dibuja: "Dibujo mientras no se me ocurre un verso, hago un dibujito en la misma hoja donde estoy escribiendo la canción". Como quien está hablando por teléfono que pintarrajea un papel, sólo que lo suyo tiene ese punto que también en este campo lo hace diferente.

"Pensaba ser un humilde profesor de instituto de provincias"

Además de que no pagaría, y así lo ha dice el cantautor, por ir a un concierto en el que él fuera el rey del cartel, tampoco pensó el rebelde y militante en su juventud de la izquierda más radical (se exiliaría a Francia y París) hijo de un policía y una ama de casa a esa edad en la que se cree que todo se puede que llegaría hasta donde ha llegado.

A pesar de que no es muy amigo de andar removiendo y rebuscando el el cajón del pasado, alguna vez lo hace y entonces es cuando le parece que ha hecho una cantidad tal de cosas que ni cuando era un chaval habría podido imaginar.

A los 14 años él con lo que soñaba era con ir a la universidad, y fue: cursó Filología Románica, con el fin de ser "un humilde profesor de literatura en un instituto de provincias y, tal vez, a lo largo de los años, escribir una novela rara que nadie leería, pero que me daría un cierto prestigio entre mis alumnos. Ese era mi sueño. Nada de cantar".

Para no pensar siquiera en cantar la cifra y el resultado es tan enorme que resulta lógico que él mismo se sorprenda cuando mira atrás y recuerda al niño que pensaba en ser profesor de literatura: 25 trabajos discográficos (17 son álbumes de estudio, cinco en vivo y tres recopilatorios). En 2012 sacó La orquesta del Titanic y En el Luna Park, los dos con  Serrat. Toda una banda sonora de unas cuantas generaciones.

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