Enrique Iglesias premia las ganas de bailar de su Madrid natal con un 'show' efectivo

  • El artista llenó el Palacio de los Deportes de la capital con más de 15.000 espectadores.
  • Sobre el escenario, no faltaron los 'selfies', los guiños a los espectadores, las invitaciones al karaoke y las carreras y saltos al foso.
  • Cantó 'La chica de ayer', de Nacha Pop, que aseguró que siempre le ayudó cuando se fue a vivir a Estados Unidos.
El cantante Enrique Iglesias durante su actuación en el Palacio de los Deportes de Madrid, incluido en su gira 'Sex And Love Tour'.
El cantante Enrique Iglesias durante su actuación en el Palacio de los Deportes de Madrid, incluido en su gira 'Sex And Love Tour'.
EFE
El cantante Enrique Iglesias durante su actuación en el Palacio de los Deportes de Madrid, incluido en su gira 'Sex And Love Tour'.

Dice Enrique Iglesias que se pone "nervioso" cuando actúa en Madrid, donde nació, pero el sábado por la noche respondió a las ganas de bailar del público madrileño con un concierto efectivo, más vistoso y eficaz que musical, en un Palacio de los Deportes lleno hasta la bandera.

Dos años llevaba sin visitar su ciudad natal e Iglesias la escogió como una de las dos paradas españolas del tramo europeo de Sex and Love Tour, dentro de un año redondo para el artista con disco nuevo (Sex and Love), un éxito descomunal con Bailando y con cinco nominaciones a los Grammy Latino.

La carrera del cantante dura ya cerca de dos décadas (pese a su pretendido aspecto juvenil ya roza la cuarentena) y, sin embargo, el artista confesaba en enero que sigue poniéndose "nervioso" cuando actúa en lugares especiales para él, como Madrid.

"Son lugares en los que sientes un poco más de cosquilleo y mariposas en el estómago. Y el público nota tu estado de ánimo. Igual que, si un día no estás de buen humor, se dan cuenta", explicaba.

Más de quince mil personas, según la organización, acudieron a su concierto en Madrid, entre las cuales estaba la madre del artista, Isabel Preysler. El ambiente era propicio para la fiesta: incluso antes de que saltara Iglesias al escenario, la gente ya bailaba sin parar y, obviamente, las sillas de las gradas quedaron luego como un adorno más.

Con media hora de retraso (luego se disculpó), Enrique Iglesias surgió de debajo del escenario y arrancó el concierto con energía gracias a I'm a Freak y I Like How it Feels.

Iglesias no tiene la mejor voz de su generación y tampoco es un artista especialmente carismático, pero su facilidad para encadenar éxitos es indiscutible. Sobre el escenario, no faltaron los selfies, los guiños a los espectadores, las invitaciones al karaoke y las carreras y saltos al foso, porque si algo ha quedado claro es que está en un estupendo estado de forma.

Pero musicalmente sí hubo ciertos reproches, aunque el público se mostrara encantado con el concierto. El sonido fue en ocasiones apelotonado, a veces confuso: costaba distinguir la voz de Iglesias en bastantes ratos, culpa de un eco mayor del deseable.

Aun así, su pop musculoso con toques latinos y electrónicos, empaquetado con lazo y directo a las discotecas, fue una baza ganadora en el concierto. "¡Esas manos al cielo, Madrid!", dijo nada más comenzar y la gente respondió sin dudar.

Sin presentaciones, sin comentarios, enlazando canciones sin pausa, llegó Bailamos, la primera concesión romántica de la noche. El montaje era digno de una estrella: diez músicos sobre el escenario, una pantalla gigante y una pasarela central, ideal para cultivar el fervor de los fans.

Momento cercano

Hacia la mitad de la velada, Iglesias se trasladó a un escenario más pequeño para afrontar un irregular tramo acústico con temas como El perdedor o Como me enamoro. La notable aportación del músico cubano Descemer Bueno salvó a Enrique Iglesias, mucho más cómodo jugando a lo grande que en las distancias cortas.

En ese paréntesis sucedió uno de los momentos más simpáticos y desconcertantes de la noche, tal vez porque se apartó del guión previsto, cuando un espectador fue invitado a cantar y, entre la vergüenza y los ánimos del pabellón, se animó con Stand By Me de Ben E. King.

De vuelta al escenario principal, la segunda parte recurrió (aún más) a las canciones más potentes y enérgicas de su repertorio como Tonight (I'm Lovin' You).

El momento más coreado, sin embargo, fue cuando cantó La chica de ayer, de Nacha Pop, que aseguró que siempre le ayudó cuando se fue a vivir a Estados Unidos.

En la traca final, cargada de adrenalina, sonaron Bailando, celebradísima por el público (por algo fue la canción del verano), y la enésima ración de discoteca de I Like It, con Gente de Zona como invitados.

Con una grandilocuente Experiencia religiosa, Iglesias se despidió de Madrid en un concierto eficaz aunque sin brillo, que satisfizo las ganas de bailar del público, que para eso era la noche.

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