'La cocina de la Moncloa': del vino peleón del rey, a las ensaladas dietéticas de Zapatero

  • El que ha sido jefe de cocina de la Moncloa hasta las navidades de 2011, Julio González de Buitrago, desvela en un libro qué se ha cocido en sus fogones.
  • La obra 'La cocina de la Moncloa' repasa los hábitos culinarios de los presidentes, menús emblemáticos y los hábitos de los inquilinos de la Moncloa.
Julio González de Buitrago (izda.) saludo a José Luis Rodríguez Zapatero.
Julio González de Buitrago (izda.) saludo a José Luis Rodríguez Zapatero.
España
Julio González de Buitrago (izda.) saludo a José Luis Rodríguez Zapatero.

El cocinero Julio González de Buitrago (Sotillo de las Palomas, Toledo, 1944), aún recuerda el brete en el que le puso un día el rey: "Su Majestad quería comer un par de huevos fritos y vino peleón (...).  No tenía ni idea si en nuestras bodegas encontraría el dichoso vino". Este no es el único desafío al que tuvo que enfrentarse el que fuera jefe de cocina de La Moncloa durante treinta y dos años y que hoy, ya jubilado, cuenta sus experiencias en el libro La cocina de La Moncloa.

En su horno se han preparado pastas de postre para la reina Isabel II, que debían ser con mucho sabor a canela y pálidas de color ("casi un imposible", explica). U ordenar una búsqueda desesperada por toda la provincia de Jaén con el fin de encontrar la marca de helado de café que a José María Aznar le gustaba tomar después de comer y cenar.

Además de detallar las recetas más laureadas de sus fogones, González desvela en su obra los gustos culinarios de los mandatarios españoles. Así, por ejemplo, Adolfo Suárez pedía cada día una crema de legumbres y le apasionaban los garbanzos fritos que sobraban del cocido. Calvo Sotelo y su familia idolatraban el steak tartar y los arenques, Felipe González prefiería el gazpacho, el rabo de toro y las frituras de pescado, y a José María Aznar le entusiasmaba el marisco y el picante, que no dejaba de comer aunque se ponía "rojo encendido". Por su parte, el clan familiar de José Luis Rodríguez Zapatero seguía una dieta estricta dirigida por Sonsoles Espinosa que incluía muchas frutas y ensaladas, y nada de "natas, dulces y fritos".

A lo largo de 236 páginas, el libro también revela algunas de las costumbres caseras de los inquilinos de la Moncloa. Queda patente la complicidad que González mantuvo con Pilar Ibáñez-Martín, esposa de Leopoldo Calvo-Sotelo, con quien compartía recetas. Y, también, la admiración por sus hijos, "muy bien educados", cada uno de los cuales tenía una tarea doméstica asignada.

De Amparo Illana, esposa de Suárez, se subraya su escaso interés por la cocina pero su gran preocupación por la alimentación de su marido, que comía muy poco.

Por su parte, el presidente que más tiempo ha pasado en la Moncloa, Felipe Gónzález, era "un hombre de campo, rústico y sencillo" que disfrutaba bajando a la cocina para tomarse un vino con el personal.

Tal vez los Aznar sean los peor parados de esta crónica.  El cocinero indica que Aznar "no llego a conocer el camino a la cocina" y repasa las discusiones con Ana Botella sobre la forma adecuada de hacer las tortillas de patata así como la lentitud de la primera dama para decidir los menús diarios, las horas extras que debían de hacer los cocineros para atender las necesidades no solo de las visitas oficiales, sino de los hijos del matrimonio y sus amistades, que llenaban el palacio  los fines de semana, y, en consecuencia, el incremento de los gastos correspondientes al capítulo de comidas.

En el otro extremo, destaca la austeridad del presupuesto de los Rodríguez Zapatero, "el más bajo en 25 años", con un régimen  consistente en verduras "los 365 días del año" que convirtió sus fogones en un lugar más tranquilo, cómodo y, quizá, más aburrido. "Yo creo que el presidente había tirado la toalla y se había amoldado a las estrictas costumbres de su mujer", opina González, que asegura que cuando Sonsoles Espinosa no estaba cerca, el entonces jefe de Estado no le hacía ascos a los potajes de garbanzos con gambas o al rabo de toro.

De especial interés son las recetas que incluye el libro La cocina de la Moncloa. El ajoblanco con uvas de moscatel que conquistó a François Mitterrand, los lomos al vapor con muselina de zanahoria con el que se agasajó al mandatario nipón Yasuhiro Nakasone o las pastas a la canela por las que la reina de Inglaterra felicitó al autor exhiben sin pudor sus composiciones. Sin secretos.

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