Antes de que nadie se lleve a engaño, Eduardo Roldán aclara de manera muy gráfica un elemento crucial de su investigación: no se trata de crear híbridos entre linces y gatos.

El trabajo de este científico y su equipo, en colaboración con el Ministerio de Medio Ambiente, el CSIC y la Junta de Andalucía, pasa exclusivamente por congelar el semen de los machos de la especie amenazada, lo que hasta ahora no se había conseguido, para fecundar con ellos óvulos de gatas domésticas.

Una tarea que a priori puede parecer sencilla, pero que supone una gran dificultad.

"Congelar el semen y descongelarlo con éxito lleva tiempo. Es un método complejo, en el que hemos trabajado más de dos años", señala Roldán.

El siguiente paso es el que supone un auténtico hito: fecundar con los espermatozoides los óvulos de gatas domésticas.

Roldán explica las aplicaciones del logro: "Con ello vamos a poder estudiar en el laboratorio la calidad del semen de los machos, y supone la base para, en un futuro, poder avanzar en las técnicas de reproducción asistida, como la fecundación in vitro o la inseminación artificial".

El proceso no hubiera sido posible sin la colaboración de los dueños de algunas gatas madrileñas y las clínicas veterinarias, que cedieron sus óvulos al ser castradas.

Unos genes "muy distintos"

Las preguntas surgen de inmediato: ¿Qué sería de esos óvulos fecundados si se desarrollasen? ¿Podría colocarse el embrión en una gata?...

Roldán se muestra tajante: "Es muy improbable que esos óvulos siguieran adelante. Solemos interrumpir el cultivo a los dos o tres días como mucho. Alguna vez los hemos dejado algún día más, y empiezan a degenerar".

No hay que olvidar que se trata de dos especies que, pese a su parecido, cuentan con un material genético "muy distinto".