Eran alrededor de las doce de la noche de este lunes cuando Ianco, vecino del número 12 de la calle Pedro Martínez (Carabanchel) se sobresaltó al escuchar gritos en el piso de al lado, en el que Jorge Diego C. A. acababa de matar a uno de sus hijos (de 18 meses de edad) y herir de gravedad a otro clavándole un cuchillo en la espalda. No era la primera vez que la familia, que vivía justo al lado de Ianco, armaba barullo: "No tenía mucha relación con ellos, pero solía haber peleas. La pareja no se llevaba bien, aunque nunca pensé que acabaría así", ha manifestado el vecino a 20minutos.

Su mujer, Verónica Chávez, de origen ecuatoriano, acababa de sorprender a Jorge con su hijo pequeño degollado y el otro (de cinco años) herido de gravedad. Había acudido rauda al piso después de dejar a los niños con su padre durante el fin de semana. Alertada por la tardanza de los pequeños, llamó a Jorge por teléfono, quien, notablemente ebrio, se negaba a devolvérselos: "La mujer chillaba '¿Por qué a mi niño? ¿Por qué?'", mientras él no decía nada", asegura Ianco.

Otro de los residentes del bloque que había oído los lloros del menor apuñalado salió al descansillo y le vio salir ayudado por los sanitarios con un cuchillo de 15 centímetros clavado en la espalda: "Parecían una familia estupenda. Él era una persona normal. Iba siempre con traje, muy limpio. Yo no le he visto borracho y nunca oí discusiones", ha aseverado el mismo vecino que, sin embargo, también ha reconocido que la pareja era poco conocida en el barrio y que apenas se relacionaban.

El menor se encuentra ingresado en estado grave, pero no se teme por su vida, mientras que su madre, su abuela y su tía (que habían acompañado a Verónica a la casa) tuvieron que ser atendidas por un ataque de ansiedad tras presenciar la espeluznante escena del asesinato. El lunes por la tarde ya habían sido dadas de alta.

Poco después de detener al presunto homicida, la Policía halló en el piso una carta en la que este explicaba los dos crímenes que acababa de cometer. En la misiva aseguraba que "no quería ser una carga para nadie" y que lo había hecho "por el bien de los niños", ya que no quería que ellos pasaran "por la mala vida que él estaba pasando". Los agentes piensan que tenía pensado suicidarse, pero que la rápida llegada de la Policía lo evitó. De hecho, había dejado anotado al lado de una libreta bancaria que el dinero que tenía se lo dieran a sus padres.

El arrestado, nacido en Montevideo (Urugay) y con residencia legal en España, no tenía antecedentes penales por violencia. En su declaración ante la Policía ha reconocido los hechos, pero se ha limitado a repetir lo que dejó escrito en la misiva.