El joven, Rafael Bañón Soriano, aquejado de un brote psicótico, fue trasladado en silla de ruedas y con las manos vendadas al Hospital Virgen del Castillo, donde le intervinieron de un corte en una mano, que le afectó los tendones de tres de los dedos. Una vez terminada la operación, le dejaron en la habitación 110 del centro sanitario.
«Recibía tratamiento por trastorno bipolar con un psiquiatra valenciano privado», dijo el director del hospital, Godofredo Falomir.
«Recientemente le habían subido la dosis del fármaco que tomaba para combatirlo, pues se encontraba nervioso», explican fuentes sanitarias.
El agresor trabajaba con su padre en el negocio familiar desde que hace dos años dejó de prepararse las oposiciones a bombero por su enfermedad. Cada mañana iba con su padre en la furgoneta de la familia, sobre las 9.00 h. Ayer dieron el alta a la madre del parricida. A él se la darán hoy. Toca al juez decidir qué hacer con el agresor.
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Así lo vivieron
Rafaela Ortega. Vecina de la víctima.
«Esta mañana he salido de mi casa y me he encontrado toda la calle llena de policías. Cuando me he enterado de lo que había pasado, no me lo podía creer. El chaval era un joven muy educado. No sé qué se le habrá pasado por la cabeza».
Martín Molina. Vecino de la víctima.
«Era un buen chico. Trabajaba con su padre en su negocio. Yo veía cómo cogían su furgoneta todos los días. Hoy, cuando he visto que lo bajaban en silla de ruedas y medio ido, no me lo podía creer. Ha sido una tragedia para todos».
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